Capitulo 6

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-Cía, ¿qué quieres para tu cumpleaños?-

Me preguntó mi padre cuando observaba a los sirvientes servir los platos del desayuno.

La investigación cuidadosa de anoche
reveló que todavía tengo siete años y que falta un mes para mi octavo cumpleaños.

- Un oso de peluche! İQuiero un gran oso de peluche!-

Elegí un regalo que querría un niño de siete años y grité con fuerza.

-Pero no te gustan los peluches ¿verdad?-

-Oh-

Estoy jodida. Desde que era pequeña, no
me gustaban los muñecos que parecían
humanos o animales.

Creía que se movían con vida por la noche.

Dije que quería tener un oso de peluche
muy grande.

El sudor goteaba a mis espaldas mientras mi padre me miraba como si fuera un poco extraña.

-Ahora que lo pienso. No creo que los
muñecos sean tan buenos-

-Entonces, ¿qué te puedo regalar?-

-Ummm... -

No se me ocurría nada en particular.

Lo que quiero como regalo es una villa en un lugar apartado o un lugar donde pueda ganar dinero para el resto de mi vida...

Pero no puedo pedirte que me compres
algo así.

Debería pedirte que me compres un
material de escritura apropiado o un libro.

En ese momento, mi padre dio una palmada como si tuviera una buena idea.

-iSí! ¿Cómo está el caballo, Cía?-

-¿Qué?

-Si coges un potro de un año y lo crías
desde ahora, será un gran caballo para
cuando seas adulto-

--Caballo... -

Parpadeé sin responder por un momento.

Los caballos son caros.

Dependiendo del número de caballos que se posean, son lo suficientemente importantes como para medir el tamaño de la propiedad del dueño o grupo de dueños.

A no ser que se alimentaran y limpiaran
sus excrementos, debían contratar a
alguien que los sustituyera, y necesitaban una cuadra que parecía estar quemada.

No hay duda de que se trata de un gran
terreno en el que los caballos pueden
correr todo lo que quieran.

Las familias aristocráticas ordinarias
también compran caballos para sus hijos, pero era un regalo adecuado para su 18° cumpleaños como adultos.

-Cuando tenía tu edad, recibí mi primer
caballo como regalo de cumpleaños-

Pero esto es Lombardi.

Esas normas económicas generales estaban fuera de la práctica.

Suele ser un hombre tan sencillo y amable que a veces lo olvido, pero mi padre también es de la familia Lombardi.

Me quedé mirando a mi padre con esos
pensamientos.

-Eh? ¿Por qué me miras así, Cía?-

-No es nada. Pero papá, si eso ocurre, lo
siento por el potro-

La verdad es que no quería aprender a
montar, así que me inventé una excusa para negarme.

-¿Pobrecito?-

En esta vida seré la matriarca de esta familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora