𝗗𝗔𝗬𝗟𝗜𝗚𝗛𝗧 | Tanjiro Kamado

ㅤ02. Diminutas pecas

—¡Tanjiro!

Al escuchar el llamado de su hermana a la lejanía, desvió su atención del pequeño libro en sus manos para levantarse y dirigirse a donde se encontraba la menor con un suspiro saliendo de entre sus labios. La visualizó en la sala de estar de su hogar, con una molestia que muy pocas veces a veía en su semblante y sus labios en una línea recta mirando a sus otros dos amigos frente a ella. Zenitsu e Inosuke la miraban con los brazos cruzados de una forma parecida, solamente que con un dejo de burla en sus facciones.

Con sólo fijarse en sus expresiones, Tanjiro entendió de inmediato lo que sucedía.

—¿Qué pasa? —preguntó. Ver a Nezuko molesta no era algo común.

—Me preguntaba si podía acompañarte al pueblo mañana —Nezuko, quien ahora acostumbraba a mantener su cabello recogido con una pañoleta y llevar la cara descubierta, lo miró esperando una respuesta positiva con ansias. Tanjiro la miró extrañado; pensó que se trataba de algo con mayor importancia—. Por favor.

Con una mano en su barbilla, el de cabellos burdeos pensó en voz alta—. No te gusta ir con frecuencia al pueblo, Nezuko.

—Bueno, me gustaría socializar un poco —se excusó—. ¿Crees que tratar con estos dos todos los días a todas horas es fácil? No lo es.

—¡Estamos aquí, Nezuko! —intervino Zenitsu, pero la nombrada ni se inmutó.

—¡Pero si no estás tú, ¿quién nos preparará más comida deliciosa?! —reprochó Inosuke, colocando sus brazos en sus caderas en forma de reproche. Nezuko lo miró indignada.

—¡La comida pueden prepararla ustedes solos! —alzó la voz. Tanjiro la miró con sorpresa al igual que el rubio –y a la vez su pequeño enamorado– en la sala—. ¡¿Cuántas veces les he explicado cómo se preparaban los estofados, o cualquier otra comida que hayamos preparado aquí?!

—¡Bueno, no tenemos súper habilidades para memorizar cada una de ellas, Neruzo! —alzando igualmente su voz Inosuke contraatacó, moviendo sus cabellos negros en el acto.

—¡¿Y eso es de mi importancia?! Es su culpa por no prestar atención y depender de otros —gritó de vuelta, intimidando a Inosuke y a Zenitsu que en el suelo ya tenía lágrimas acumuladas en sus ojos preparadas para caer al notar el mal genio de la menor.

Acercándose a su hermana buscando tranquilizar su furia, Tanjiro colocó una mano en su espalda y dio suaves caricias—. Nezuko, cálmate. Sí puedes venir conmigo.

—Esa mujer es el diablo cuando se enoja... —escuchó como Zenitsu susurró a Inosuke, que ya se había sentado al lado de él con los brazos cruzados sin tener más respuestas para los ataques de Nezuko.

—De hecho, todos podemos ir. Así pueden pasar más tiempo con otras personas y les presento a un nuevo amigo que hice ayer. Es el nieto de Saburo —propuso el de ojos rojizos, llamando la atención de todos y recordando fugazmente a la chica de la pintura del atardecer—. Si es por la comida, podemos almorzar allá. La señora Miyamoto cocina espectacular.

—Hermano, si te lo pedí fue para librarme de ellos...

Tanjiro sonrió. No era cierto; sabía que su hermana decía aquellas cosas solo para molestar a sus dos amigos. Sinceramente, era consciente de que los amaba muchísimo. Al igual que el. Pero como todo y todos, pasar mucho tiempo con alguien significaba conocer todas sus facetas –hasta las menos agradables y molestas–, y es normal que cualquiera se harte un poco o se fastidie. Según él, era entendible que Nezuko reaccionara de esa forma y más porque tanto Zenitsu como Inosuke eran bastante hiperactivos y... gritones. Y testarudos. Y algo pesados también, pero aquello era parte de sus encantos.