Serie de relatos Wolfstar

El frio de la temporada

Probablemente sería la última vez que Remus visitase aquel lugar durante un tiempo. En el número 12 de Grimmauld Place aún había algunas cosas que ordenar y recoger, pero Remus solo regresó a aquel lugar cuando ya no había nadie allí.

Ignoró al maldito elfo, como Sirius solía llamarlo, recorrió la gran sala, subió las escaleras hacia la habitación que se le había asignado lejos de las del resto de los miembros de la orden, pero muy cerca de la de Sirius. Había subido a recoger algunas prendas de ropa y otras cosas que había dejado en el lugar y a ponerse un sweater, recordando las noches en las que Sirius no lograba conciliar el sueño y se colaba en la habitación de Remus cuando este se encontraba en el cuartel. Esas noches las pasaba mayoritariamente despierto, pero lograba dormir durante algunas horas sintiéndose seguro bajo el peso del cuerpo de Remus, mientras este le acariciaba el pelo y le recordaba que estaba a salvo, que allí nadie lo lastimaría y de esa forma alejaba las pesadillas durante una hora o dos.

Recogió algunas cosas muy lentamente, olvidando por momentos que es lo que estaba haciendo o a donde se dirigía con algún objeto en su mano. Suspiró algunas veces y decidió dejar su tarea de embalaje, sintiéndose desconectado y decidió subir un corto tramo de escaleras hacia la habitación de Sirius. Al entrar sintió frio y se dio cuenta que aquel sweater que sostuvo en su mano hacia un momento, había olvidado ponérselo y seguramente lo dejó sobre la cama... o una silla, estaba desconcentrado y aquella mañana seguía perdiendo cosas.

Caminó por la habitación con un sonido sordo en sus oídos, sintiéndose tan ligero y aturdo que creía que ni una explosión cerca del lugar lograría sacarlo de aquel estado vaporoso y melancólico. En aquella habitación la cama estaba deshecha, había algunos libros apilados en su mesa de noche y escritorio, y Remus pudo reconocer una de sus camisas sobre una silla junto a la cama, debajo de un pantalón de Sirius. Y luego sintió que le ardía la garganta cuando descubrió que, bajo una túnica, de esas que Sirius no usaba porque habían pertenecido a alguien de su familia y no entendía porque el elfo la dejó allí, descubrió aquel sweater de lana tan grueso que solía usar cuando nevaba y hacia semanas se preguntaba dónde estaba, suponía que Sirius lo habría encontrado y guardado luego de que se lo quitó tan apresuradamente aquella noche de navidad cuando todos dormían o estaban lo suficientemente ebrios como para dormir sin despertar. Se habían precipitado en despojarse de la ropa aquella noche, habían perdido algunas prendas y acordaron tácitamente que luego de que la resaca se fuera buscarían las prendas por la habitación. No habían tenido tanto tiempo después de aquello y las cosas quedaron así.

Remus recogió sus cosas y partió rumbo a su departamento cerca del centro de Londres. Había estado viviendo allí durante los últimos años y Sirius había pasado mucho tiempo allí, ocultándose en aquel lugar cuando no lo hacía en la casa Black en Grimmauld Place.

Se colocó el sweater más grueso que tenía, se preparó una taza de chocolate caliente y, sentándose en su sillón junto a la ventana, fingió no sentir el frio del templado lugar. El lugar estaba quieto y silencioso, evadió la soledad que lo consumía y comenzaba a ahogarlo con lágrimas, distrayéndose al intentar mirar por el frio cristal de la ventana. Veía poca gente pasar rápidamente, intentando acortar el tiempo expuesto al frio de la temporada; vio un perro negro caminar sobre una rejilla, detenerse a olfatear algo y luego seguir su camino.

Observó luego su propia casa, dentro, en la habitación en la que estaba, en la que no debía de estar solo. Vio el librero en la pared junto a la puerta de la cocina y esperó escucharlo, pero no lo hizo, porque sin importar a donde mirase él ya no estaba allí. Y ya no estaría en ninguna parte nunca más.