El fantasista

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Entonces, mientras el Fantasista miraba hacia la cancha con la fascinación con que se mira hacia un abismo, apareció la Colorina con su maletita en la mano. Sin decirle nada, lo hizo sentar en el suelo y se puso a friccionarle las piernas con salicilato. Expedito González no hacía sino mirarla con ojos de perro agradecido. A nosotros, el gesto de la Colorina nos hizo recordar aquella inolvidable escena bíblica (vista en una película en tecnicolor y cinemascope) en que María Magdalena se arrodillaba piadosamente a lavarle los pies a Cristo. Y, entrando también al área sentimental, se nos humedecieron los ojos de emoción

FRASES DE LIBROS 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora