Capítulo 11:

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  Ethan se detiene y con un arrebato de fuerza me tambaleo hacia delante, para ser el mayor conduce peor que yo cuando mi madre me quiso enseñar. Abro la ventana con un botón rojizo por debajo de la misma y lo que veo me deja atónita.

  Dorado y plateado. Es el lema de todo millonario, pues este hombre sigue esos términos al pie de la letra. Hay una cuerda de terciopelo de dos metros separando el exterior del interior de esas dos inmensas puertas, dos hombres de casi dos metros a cada lado de las puertas con lentes negros y miles de limusinas aguardando desde atrás, hay una elegante fila de gente refinada esperando por la escalinata hasta el final de los peldaños donde se arquea por la acera y murmuran charlas coquetas que me dan risa. No se si podré estar con todo este tumulto de gente. Algunos hombres me recuerdan al viejo Londres donde iban con sus trajes elegantes, me resulta gracioso. No ahora Emma, hay que ser seria.

  Abro la puerta de mi lado y entonces lo siento, el ruido de mi tacón contra la acera tintinea sacudiendo mis sentidos por completo. Nunca había usado tacones en mi vida y estar usándolos hoy, me marea un poco. Camino un poco para adaptarme y entonces  los muchachos se reúnen a mi lado. Los miro de soslayo y sonrío de lado mostrando una parte de mis colmillos y comenzamos a caminar.

  Aunque creo que estar caminando como zombies por la curvada fila de gente será un problema, igual tengo tanto tiempo que para mí estaría bien. Los muchachos me rozan el hombro y salgo del trance hipnótico donde me encontraba, caminan como la demás gente y suben la escalinata, peldaño por peldaño. Apresuro el paso y casi saltando entre peldaños, llego a los muchachos y en el oído le susurro a Ryan «Hay que ir por la fila», lo escucho reírse de mí y que me musita algo que no entiendo, seguimos subiendo mientras observo a mujeres que refunfuñan refinadamente y giran la cabeza hacia otro, indignadas. Cuando subimos por completo, escucho a Ryan decir al hombre de la entrada.

  —Hola señor, nosotros no hicimos esa petulante y exagerada fila —me cubro la boca para disimular la risa — porque somos invitados de Borgen.

  Piensa un momento algún nombre creyente para poder entrar y entonces pienso en mi tío, era un exitoso vendedor de joyería que por problemas familiares. Arrebato un apellido ajeno y se despojo de las desgracias del apellido Blair. Su nuevo nombre era Huttmort y era muy conocido entre las personas de alta clase por vender las joyas que se solían usar en diferentes bailes. Solo  que la familia como yo sabe muy bien que esas joyas son falsas e ilegales.

  —Huttmort —digo y los muchachos tanto como el guardia se voltean a verme — Somos los Huttmort —señalo a Ryan, Ethan y Dave — Vincent, Clavis y Ronald —esos son los nombres de mis primos, respectivamente — y yo soy, Leila.

  El hombre ojea varias veces la lista buscando con sus dedos gruesos hasta que apunta con dedo acusador un nombre.

  —Si, están en la lista —cuando habla, un frío me recorre por la espalda, tiene una voz grave casi como quebrada.

  Asentimos y el desprende un lado de la cuerda aterciopelada dejándonos pasar, escucho refunfuños y musitadas vulgares que provienen de gente la fila. Contengo las ganas de hacer una seña para ellos y me someto a la elegancia del lugar. Solo puedo quedarme atónita ante la habitación.

  La sala principal es gigante y está subdividida en partes, por un lado está el bar que parecen las gradas de un estadio de fútbol con la música sonando a su lado, es pop lírico por lo que el baile es lento y tétrico como los cantos fúnebres en un funeral. Por otra parte de encuentra una escalera inmensa y misteriosa donde las parejas bajan y suben jadeando o emocionadas. Luego al fondo cruzando una inmensa puerta rodeada por grandes guardias se que se encuentra mi objetivo, hasta puedo sentir como sisea igual que una serpiente. Un zumbido que se adentra en mis oídos y se agolpa en mi mente. Inmediatamente para poder desprenderme de las voces que me molestan, entrelazo entre mis dedos los de Ryan. Me suda la mano y creo que a él le incomoda ese hecho pero no dice nada para que no me avergüence.

La secta © #1 (SIN EDITAR)Where stories live. Discover now