—¿Qué estúpides estarías dispuesto a hacer para conocer a tu padre?
Esa frase había revoloteado incesante en su cabeza día tras día.
Había pasado una semana desde que Nikolai lo había dicho, habían pasado tantas cosas durante todos esos días, habían sido tantas la veces que se habían emborrachado y había sido más de un millón de regaños de su madre y, aun así, esa parecía la única frase que vivía en su memoria.
Se miraba al espejo todas las mañanas preguntándose lo mismo.
¿En verdad estaba tan desesperado?
Incluso si la estancia de su padre en su vida había sido corta, lo extrañaba. Todos los días se preguntaba que era de él, incluso llegó a creer que él era el problema.
Su madre insistía en que debía dejar de obsesionarse con el motivo de la partida de su padre, y así lo hizo por un tiempo; tenía millones de preguntas y sabía que si no las hacía explotaría, así que en vez de exponerlas decidió que la mejor idea sería tomárselas.
El vino barato que se desperdiciaba junto a las sobras de las fiestas de Sam Adoquei eran suficientes para emborracharse, así fue su primer contacto con el alcohol, una pequeña travesura que decaería en una adicción.
Lo pillaron un par de veces, su madre decidió quitarle su domingo semanal porque ese dinero podría ser invertido en alcohol.
Por suerte siempre tuvo a su fiel acompañante de su lado, el buen Nikolai Fraiture.
El joven franco ruso, siempre serio y de mirada gris. Sabía mejor que nadie que cuando su amigo se emborrachaba era un violento problema andante, pero cuando se lo proponía podía ser un perro compañero.
No importaban los reclamos de la señora Christiansen a mitad de la madrugada, exigiendo que llevara a su hijo de vuelta a la casa, no importaban las incriminaciones de parte de Sam de ser una mala influencia para el joven que había criado como si fuera su hijo, Nikolai siempre sería la mano derecha de su alcohólico amigo.
Y así fue como el Señor Casablancas hizo su primera intervención en la vida de su hijo.
Jeanette estaba harta del estrés, de la preocupación de revisar el cuarto de su hijo en el medio de la noche solo para encontrarse con lo de siempre; nada.
Estaba enloqueciendo, se preguntaba dónde había quedado su pequeño Julian, el hijo que había criado con tanto amor, incluso si tuvo que cuidarlo sola desde que era un bebé, le tenía un cariño maternal gigantesco e incomparable al amor que le pudiera tener a otra persona.
La pobre mujer estaba desesperada, los regaños y los castigos no eran suficientes y, aunque sabía que a veces era necesario, sufría cuando Sam se volvía duro con su hijo.
Entonces se dio cuenta que solo una persona que no le importaran los demás sería capaz de poner un castigo justo. John Casablancas.
John era un hombre de negocios, beneficiado por la ascendencia española con un rostro nada desagradable.
En cuanto fijó su mirada en la joven Jeanette supo cómo ganársela, le hizo olvidar a la jovencita los rumores de que era un infiel, le hizo olvidar que tenía una exesposa y una hija, la conquistó con tanta facilidad que en pocos meses hubo una boda.
John era el hombre que le podía dar todo, vivían en un lugar hermoso en Nueva York y eran un matrimonio feliz.
Todo iba demasiado bien, era como una fantasía, era tan perfecto que algo debía salir mal...
Quizá John había advertido más de una ocasión que el no era un "hombre de cambiar pañales", la sola idea de tener otro hijo le parecía repugnante, no solo por el hecho de que Jeanette prestaría su atención a un nuevo ser, sino que también significaba que él también estaría encadenado.
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Road To Nowhere - Julian Casablancas x Nick Valensi
FanfictionJulian está en busca de su padre. Nick está a punto de suicidarse. Quizá la carretera no los esté llevando hacía ningún lado... Inicio: 24/12/2021