Capítulo Único

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N. A. 

Por favor lean el os CON la canción, que es preciosa y la escribí escuchándola y así lloran más. 


Podía escuchar el silencio... ¿se podía hacer eso? No importaba, Luffy lo estaba haciendo; ahí en medio de la gran guerra, sosteniendo a Ace en sus brazos escuchaba el silencio. Por unos segundos se escuchaba nada, ni un Marín decía algo y ningún pirata se movía, todos quietecitos viendo la escena frente suyo. Luffy había hecho lo imposible: había entrado y salido de Impel Down, se había colado a Marineford, había liberado a Ace y ahora lo estaba sosteniendo en sus brazos, había escuchado sus últimas palabras, esos últimos susurros donde le agradecía por haberle amado.

No les dejaron. El mundo no les dejó quererse toda la vida. Luffy sólo quería ver una vez más el amanecer con Ace, repetir una última batalla, no importaba que volviera a perder, quería volver a tocar el cuerpo de Ace y que estuviera caliente, recargarse contra él, abrazarlo y saber que no importaba el clima, estaría cálido.

Luffy dejó de sentir, estaba en modo automático, no sabía si había algo más por lo que luchar, ¿de verdad podía siquiera pensar ser capaz de convertirse en el rey pirata? Acababa hace unos días de perder a toda su tripulación y ahora no pudo salvar a Ace, ¿Cómo seguir después de eso? Luffy sintió un golpe, uno de la misma magma que había matado a su hermano pero no dolió. Ningún golpe ni herida volvería a doler, porque estaba sólo. Acababa de perder a su otra mitad y ahora estaba seguro que si vivía solo estaría vagando, perdido.

Luffy despertó por unos instantes, no sabía si estaba vivo o agonizando, no sentía su cuerpo pero su mente estaba activa, buscando, buscando y buscando. Buscaba a Ace. Buscaba en cualquier rincón, hasta del cielo por su persona especial. No le importaba morir si llegaba a encontrarlo, quería que Ace le tomara de la mano y si había un dios sentarse y ser felices, ver ese nuevo amanecer y muchos más, recostarse y reír porque ya no habría nada que temer, no habría peleas ni siquiera las que nuestras propias mentes nos daban. Estarían los dos juntos e inseparables. Luffy rogaba, rogaba para que el universo o dios le dejara, le dejara olvidarse de todo e irse con Ace.

Luffy había despertado, aquella frase que tanto había escuchado era falsa. Todos decían que cuando una de las almas gemelas moría la otra le seguía muy pegadita, pero aquí estaba Luffy, vivo y coleando. Ace se había ido y él seguía aquí. Todo lo que siguió desde la muerte de Ace había pasado en un parpadeo, sin descanso. Ninguno de su tripulación replicó o pidió que fueran más lento. Todos ajustándose a la velocidad de su capitán: rápida. De un momento a otro habían hecho una alianza, derrotado a un shcihibukai y a dos yonkos, habían liberado a miles de reinos, hecho más alianzas y más amigos. Luffy había conocido a la pequeña Tama, que apenas y pudo disfrutar de Ace, Luffy cumplió todas y cada una de las promesas que le había dejado su pareja, liberó su isla y nadie de ahpi volvería a pasar hambre, se la llevó consigo y zarparon al mar.

Luffy también había recuperado a un hermano y aún así no podía llenar su corazón. Sabo sabía que aquel Luffy que ahora recordaba nunca lo volvería a ver. Aquel día no perdió a un sólo hermano, perdió a dos. Sabo sabía del amor que se tenían Luffy y Ace, él fue quien les enseñó la palabra que utilizarían para su relación: almas gemelas. Eso era lo que eran Luffy y Ace, la más bonita de todas las almas gemelas. Sabo sabía que en cuanto Luffy logrará su sueño, dejaría de avanzar, descansaría y se reuniría con Ace. Sabía que si Luffy no estaba muerto en estos momentos era porque Ace añoraba verlo cumplir su sueño... aunque no fuera en carne.

Y Luffy cantaba por las noches, cantaba sus penas y por única vez su voz no sonaba desafinada, como si hasta sus cuerdas vocales supieran que esas canciones eran especiales, lo que para los viajeros era música hermosa para los conocedores era música de tragedia... y en su aniversario se escuchó la voz del capitán. Ahí, en la noche, sentado en la figura del león y viendo las estrellas no parecía un adulto, volvía a rejuvenecer con cada verso que daba unos años menos hasta que con sonrisas y voz entrecortada terminaba la canción. Que si la volvía a cantar cien veces en la noche, hasta que llegaba el amanecer y luego preguntar al viento no esta lindo el día, que casualidad que esas veces siempre había buen clima, el aire cálido como si Ace estuviera intentando abrazarlo.

Prefiero estar dormido que despierto de tanto que me duele que no estés, como quisiera que tu vivieras que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos. Amor eterno, inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos.

Luffy estaba a punto de cumplir todas sus promesas y al devolver su sombrero en el brazo de su dueño supo que sólo le quedaba una más. Había prometido llevar a Tama con Ace y así juntos fueron a donde había sido sepultado. Luffy sentía el peso de cada paso y es que era el lugar donde yacía su vida entera, era precioso, con viento cálido y al final de una gran montaña, donde podías ver el mar y sentir que estaba viendo el mundo entero. Sentir que eras libre era lo que más querían en el mundo. Luffy vio las tres copas de sake, con las que se habían convertido hermanos y vio el sombrero colgado en la cima de la tumba, aquel sombrero que él mismo había comprado y mandado con uno de los pájaro de correo, "para que fueran iguales" había dicho en su tiempo.

Amor eterno inolvidable tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos.

Yo he sufrido tanto por tu ausencia, desde ese día a hoy no soy feliz, aunque tengo tranquila mi conciencia, se que pude haber hecho más por ti. Oscura soledad estoy viviendo, la misma soledad de tu sepulcro, tu eres el amor del cual yo tengo, mi más triste recuerdo de Acapulco.

Y en la noche, cuando Luffy había finalmente cumplido todas sus promesas, cantó una vez más su canción y se fue a dormir. Ahí no estaba soñando, porque aquello que estaba pasando era real, era real porque su corazón se lo decía al latir tan rápido, su piel se lo decía a volver a tomar color y su estómago se lo decía a volver a sentir las mariposas. Luffy estaba viendo a Ace, ahí enfrente suyo, tendiéndole la mano y sonriendo.

ー Apúrate Luffy, vamos a ver el amanecer. ー 

Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora