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—Has sido religioso toda tu vida, y ahora que el umbral de la muerte te espera al otro lado, no temes haber desperdiciado toda tu vida en lo que pudo haber sido una mentira, en vez de haber disfrutado esta vida tan corta? No temes que la vida eterna no exista?

—Me preocupa más que si exista; si no existe, sólo soy un ser viviente que se autopercibe y desarrolló consciencia y tarde que temprano dejará de existir, siendo polvo y su legado intelectual como una lejana esquela de eternidad; No pierdo nada, puesto que dejaré de existir e iré al mismo lugar que el más pusilánime asesino y el más honrado de todos; podría decir que jamás hubo Justicia ni por menos sentido para la moral; porque jamás alguien podría purgar sus pecados en esta vida; Pero si la vida continua, y si en realidad existe un tribunal celestial, dónde mi fe será probada por fuego y mis acciones por balanza justa y si mi camino fue el correcto, puedo estar tranquilo pues siempre estuve al servicio del señor. Pierdo más en no creer, que creyendo amigo mío, perdería esta paz y prosperidad de mi alma que ni la mejor teoría o fundamento podrían brindarme. En síntesis: "Creo porque quiero creer, porque puedo creer, y porque me encanta hacerlo" Y si estoy equivocado, ya lo dije, la inexistencia se encargará de remendar ese error.

Silencio (Escritos de una noche triste 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora