[ DIANA ]

Porque ella se expresa, incluso en su silencio

Todos hablan fácilmente de cada cosa. Todo es expresado, muchas veces ni siquiera es ocultado. Los humanos siempre han sido así, incluso el más tímido de ellos, siempre expresa como puede lo que siente, disgustos o gustos, aficiones y odios.

No siempre es fácil expresarlo con palabras. No todos tuvieron el don de hablar fluidamente, e incluso si así fuera, no todos quieren expresar algo tan propio e íntimo, y aunque se pretenda hacerlo, no siempre se expresa como se quiere.

Diana no es la más tímida de ellos, pero todavía es palpable que, al igual que nosotros dos, su expresividad no la mantiene cómoda como debería.

Pero está bien, ella mejora, ella siempre mejorará en todo lo que hace.

La miro, ¿Y cómo no hacerlo? Ella resalta de entre muchas personas.

No importa lo que ella diga, no importa como ella lo sienta, siempre ha resaltado para mí, siempre ha resaltado para muchas otras. Su presencia no puede ser ignorada, y no lo será.

Ella se mueve, discreta, tímida, pero precisa, lo suficiente para que nunca se haya necesitado acarrearla. Segura de sí misma en mucho de lo que hace, su opinión es importante, su postura defendible.

Ella es honesta, y a pesar de ser importante para nosotros, jamás se vió arrogante. Su mandato es de considerarse, su liderazgo suave pero firme, apreciado y asertivo.

A pesar de lo que ella suele creer, ella habla, se expresa, y es tan notorio cuando lo hace que es gratificante observarla.

Ella habla con su cuerpo, con cada movimiento sútil, con cada sencilla sonrisa, con cada sencillo parpadeo, con la forma en la que gesticula, gira y levanta la barbilla. Hay tanta vida en ella, incluso sin la absoluta expresión de la voz sonora.

¿Y cuándo baila? Puedes sentirla vibrar, la sientes gritar cada sentimiento, incluso cuando no lo hace por gusto, pero está ahí, ella lo hace, y hay tanta belleza y vida en ello. Ella inhala, exhala, y es más de lo que puede expresar en las magras palabras con las que todavía crece.

Verla bailar es, ciertamente, una bendición. Verla moverse es un aliento de aire fresco, liviano, que llena tus pulmones en un suave tirón y que te permite seguir disfrutando de la vida.

Porque ella es tan expresiva, tan efusiva, que no hay duda absoluta que ella está viviendo, y saber eso es mucho mejor que escuchar palabras incómodas e innecesarias.

Ella se hace notar incluso cuando no lo sabe. Estoy aquí, dice ella en todo el esplendor de su cuerpo, No soy digna de ignorar, mírame ser quien soy, quien debo ser.

Y las palabras no son necesarias. No aquí. No ahora. No hasta que ella sienta lo contrario.