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¿Que lo conoces?

Dime si lo has visto emocionarse, dar saltitos en el lugar y gritar ¨mira, mira¨ con ese brillo en los ojos característico de un niño que descubre algo impresionante.

Dime si te ha mirado con ojos de cachorro que exige su premio y sus palabras de aliento, ¨bien hecho, chico¨, después de aprenderse un truco nuevo.

Dime ¿cuántas veces lo has visto abrirse? Pero de verdad, llegar a ver su alma.

¿Cuándo lo has escuchado decir ¨pudiera vivir así¨ o ¨cuando pasó eso no me dio miedo pensar en un futuro contigo¨?

Dime si te has tomado el tiempo de saber qué quiere para su futuro, a pesar de que ni él mismo lo sabe, pero yo ya me hago una idea.

Dime si has visto lo cabezota y caprichoso que puede ser cuando le prometes enseñarle algo que ha cambiado con el tiempo y no te permite cumplir tu palabra. ¿Lo has observado romperse la cabeza buscando la forma? Que sí o sí, él quiere ver lo que tantas veces ha imaginado por tus palabras, a pesar de repetirle que no es la gran cosa.

¿Lo has visto celoso sin motivos? Se ve tan tierno con el ceño fruncido, haciendo como que no pasa nada cuando es evidente que sí. Intenta hacerse el ocupado en algo para disimular, pero termina hablando, provocando mi risa por lo inseguro que puede ser y lo despistado a la vez.

Son los pequeños detalles y esos momentos que parecen insignificantes, los que debemos apreciar y grabar en nuestras mentes cuando los tenemos con alguien especial. No, no lo conoces por pasar más tiempo juntos, lo conoces cuando observas cada gesto, cada parte, cada una de sus expresiones. Lo conoces cuando llegas a diferenciar una risa fingida a una real, ya sea de frente o a través de un chat. Lo conoces cuando sabes que le pasa algo con verle la cara o con que diga tres palabras. Cuando sabes leer su mirada, ahí lo conoces.

La magia de su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora