Capitulo 14 Final

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—¿Sabes que hoy es nuestro primer aniversario? —preguntó Kyungsoo a JongIn. El lo miró perplejo—. Del día en que nos conocimos —explicó—, en la playa.

JongIn rió con una risa ligera y feliz.

—Pensé que te referías a nuestro matrimonio.

—Pronto cumpliremos seis meses de casados —comentó Kyungsoo.

¡Y qué boda fue! Los invitados hablaron del matrimonio durante semanas enteras. JongIn pagó la más grande recepción que la pequeña ciudad viera. Resultó ser más rico de lo que pensaba, pues su inversionista logró un golpe maestro en el mercado de valores.

—¡Calla! —exclamó JongIn y miró hacia el concurrido corredor del hospital, en seguida, fijó la mirada en la pequeña que tenía en los brazos—. ¿Quieres que la gente se entere de que tuvimos una boda forzosa?

Kyungsoo todavía reía cuando el tío Lee y Kris entraron en la habitación. Al mirarlos, pensó que formaban una pareja muy dispareja, ya que uno era muy atildado, y el otro no; no obstante, se convirtieron en buenos amigos, desde que Kris ocupó la antigua habitación de Kyungsoo. Llegaron a un arreglo que convino a ambos. Kris se hizo cargo del trabajo de la casa que hiciera Kyungsoo, a cambio de hospedaje.

Kris todavía conducía autobuses cada fin de semana, y estaba en el proceso de construirse un pequeño estudio, en el antiguo cobertizo de lavado del patio posterior de Lee, como taller de escultura. El tío de Kyungsoo le enseñaba a leer y escribir.

—Unos regalitos para la pequeñita —anunció Lee y colocó varios paquetes sobre la cama.

Kyungsoo observó el oso de fieltro que llevó JongIn, y otros juguetes que su familia le regaló, cuando los visitaron el día anterior

—Seohyun estará muy consentida —comentó Kyungsoo y sacudió la cabeza—. ¡Y apenas tiene tres días de nacida!

—Nada es demasiado bueno para mi sobrina nieta —aseguró Lee y arqueó las cejas.

—Y nada es demasiado bueno para mi ahijada —anunció Kris. Se acercó para contemplar a la nena que dormía.

—¿Quieres cargarla? —preguntó JongIn a Kris.

—No, podría dejarla caer.

—No, no la dejarás caer, amigo —lo animó JongIn—. Toma... coloca una mano detrás de su cuello, y la otra aquí atrás.

Kris la cargó, pero parecía tan nervioso y tembloroso, que Kyungsoo sintió alivio cuando regresó a la niña a su cuna.

—Creo que será mejor que abra estos regalos —indicó Kyungsoo—. Primero el tuyo, tío Lee —quitó la envoltura de la caja—. Me pregunto qué será... —al abrir la caja, miró a su tío con exasperación—, ¿Qué piensas que hará Seohyun con un balón de fútbol, tío Lee?

—¡Pensé que era una pelota! —comentó Lee, sorprendido.

Los demás regalos consistían en cosas no adecuadas para la pequeña, e iban desde un robot electrónico, hasta un trenecito que le regaló Kris.

—¿Nadie les dijo que tuve una niña? —preguntó Kyungsoo con enfado fingido.

—¿Escuchaste eso, JongIn? — inquirió Lee—. Te casaste con un chico feminista. Fuiste muy valiente al casarte con el. ¿Sabes lo que me dijo cuando no aprobé que se fuera a vivir contigo? Dijo que lo haría, sin importar lo que yo dijera, que era una chico maduro, que era su vida y su decisión, y que si no me gustaba, tendría que aguantarme.

—¡Oh, tío Lee! —protestó Kyungsoo—. ¡No fue tan malo como eso!

—Tal vez no —respondió su tío y sonrió—. JongIn me aseguró que sólo te daba tiempo para que estuvieras seguro. Dijo que se hubiera casado contigo esa misma noche si sólo su felicidad estuviera en juego.

Kyungsoo miró sorprendido a su marido, quien arqueó las cejas y le sonrió. Su expresión parecía decirle que se equivocó al juzgarlo. Suspiró y movió la cabeza, maravillado y feliz.

Una hora después, el tío Lee y Kris se fueron, y Kyungsoo se sintió cansada. Seohyun despertó con hambre.

—Necesita alimento —observó JongIn, al ver que seohyun se chupaba los dedos.

—Sí, pero.

JongIn sonrió comprensivo. Cargó a la pequeña de la cuna y se la entregó al papá

—Toma... —murmuró JongIn—. Dale a la niña lo que desea.

Kyungsoo pensó que no siempre le daría a su hija lo que deseara, pues no tenía intenciones de educarla mal, pero consideró que eso no se aplicaría a la comida. Apartó sus pensamientos y ofreció la mamila a la niña hambrienta.

Kyungsoo cerró los ojos y respiró profundo cuando seohyun empezó a succionar, con más vigor que de costumbre.

JongIn preguntó con suavidad:

—¿Tienes sueño?

Kyungsoo abrió los ojos. JongIn observaba fascinado todo el proceso.

—Ya no mucho —respondió Kyungsoo—. Ayer fue peor.

—La naturaleza es algo increíble —manifestó JongIn y movió la cabeza. En seguida, continuó observando a seohyun en silencio.

Kyungsoo fijó la mirada en su marido, y recordó la forma increíble como él dirigió sus vidas, una vez que aceptó la realidad del amor de Kyungsoo.

Se casaron un mes después de aquella noche, mas no hubo luna de miel, debido a que Kyungsoo tenía que continuar con sus estudios. JongIn le aseguró que su carrera era tan importante como la suya.

Durante las semanas que siguieron, JongIn renovó la casa, y una de las habitaciones fue dedicada al bebé. Se hizo cargo de gran parte del trabajo de la casa, y aprendió a cocinar, puesto que Kyungsoo no quiso contratar ayuda.

La decisión más sorprendente que tomó JongIn, fue no esculpir nada durante los meses que faltaban para que naciera el bebé, pues aseguró que dedicaría todo su tiempo a atender las necesidades de Kyungsoo.

JongIn cumplió con su palabra; sin embargo, Kyungsoo detectó cierta impaciencia durante los últimos días antes del parto. Sospechaba que JongIn ansiaba volver a esculpir.

Kyungsoo miró a su hija, y decidió que no lamentaba haber dejado su empleo en el Herald para poder cuidar a Rachel. Tuvo la satisfacción de pasar con distinción sus exámenes finales, y estaba feliz al quedarse en casa con JongIn y la pequeña. Tal vez después...

JongIn manifestó de pronto:

—Tengo que irme.

—¿A dónde?

—A casa... Tengo una idea brillante. ¿Recuerdas ese bloque de mármol de color café claro que compré? Haré una escultura grande... lo lamento, puesto que sé que te gustan las pequeñas... la llamaré "Padre e Hija", o algún título original como ese. Veo a al hombre con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, y una expresión de dolor controlado en el rostro. La criatura en su pecho hambrienta, exigente... Debo empezar... —casi llegaba a la puerta.

—¿Qué tal un beso de despedida? —protestó Kyungsoo. El lo miró con pasión.

—Tendrás que esperar. Cuando termine con esto, valdrá la pena haber esperado —aseguró JongIn.

Kyungsoo quedó con la mirada fija en la puerta vacía. Por un momento sintió enfado. Por supuesto, JongIn lo acostumbró mal durante esos últimos meses. JongIn era quien era, y después de todo, el y su hija fueron su inspiración.

Miró a Seohyun, quien se quedó dormida.

—Me alegro porque mañana nos iremos a casa —murmuró Kyungsoo a su hija—. Tengo la sensación de que si no fuera así, no veríamos a tu padre por algún tiempo...

—frotó su mejilla sobre la cabecita de la pequeña—. El resultado hace que valga la pena la espera. Las mejores cosas de la vida vale la pena esperarlas... —una sonrisa dulce de satisfacción apareció en su boca—, aunque en ocasiones hay que apresurar un poco las cosas. Es un asunto de convicción... y amor. Vale la pena buscar el amor.

Kyungsoo suspiró y cerró los ojos.

Fin

Amante Renuente KAISOO (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora