⋆ ˙ ˖𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎 ݁ . ࣪ ⋆

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Una vez Soobin estacionó su auto frente a la casa de campo que tenía su madre, se dirigió hacia la puerta del copiloto para bajar a su pequeño gatito. Beomgyu tenía aún la vista algo inflamada y sus mejillas sonrojadas después de todo el llanto de hace poco menos de una hora, pero para Soobin aún se veía como el ser más adorable de la tierra. Besó la palma de su mano un par de veces, con ternura, escuchando las suaves risitas de su pequeño niño, indicándole que todo marchaba bien.

-Tú solo tienes que ser igual de adorable que siempre, mi amor. -Le susurró cerca de su orejita derecha, besando su mejilla y después sus labios, tomando su mano para caminar hasta la entrada de la casa.

La madre de Soobin trabajaba como enfermera en un hospital muy reconocido del pueblo, eso desde que tuvo sus veinte años cumplidos y era solo una practicante. Actualmente, con ya más de cuarenta, contaba con una variedad de beneficios de dicho
hospital, como el poder trabajar únicamente los fines de semana o en las madrugadas, para así ver a todos sus hijos en los horarios necesarios y que la niñera que contrataba no se volviera loca cuidando demasiado tiempo a actualmente seis menores de edad.

Aunque, por otro lado, ella recibía dinero mensual del padre de Soobin y del padre de sus otras hermanas, además de su actual pareja que se encontraba de viaje constantemente, pero era un buen empleo, al menos dinero era lo que menos les faltaba,
aunque cuando Soobin era más joven, él siempre deseaba que el dinero pudiera comprar tiempo, así su madre no andaría tan atareada y estresada, siempre haciendo muchas cosas a la vez.

Cuando Soobin decidió dejar su casa, apenas terminados sus estudios, ella no estuvo de acuerdo, realmente adoraba a su pequeño, además de todo lo que Soobin le ayudaba con las niñas. De algún modo cedió, pero ella continuaba estando al pendiente del mayor de sus hijos, después de todo era su bebé y siempre lo sería, según la agradable Nayeon. Luego llegaron los gemelos, y Soobin se cuestionó si su madre era un ángel por poder tener todo bajo control sin arrancarse los pelos de la frustración.

Despejando su mente de los recuerdos de su infancia, tocó el timbre de la gran casa de campo y sintió la mano de su gatito tensarse sujetando la suya. Beomgyu le maulló roncamente y él se inclinó para besar la punta de su nariz, observándolo menear las
orejas.

- ¡Enseguida voy! ¡Lisa, deja de molestar a Sunoo! -Sí, Soobin incluso podía imaginar a sus pequeñas gemelas celosas de esos encantadores bebés.

Una vez la puerta se abrió, ante los ojos de ambos apareció una mujer muy atractiva aunque ya de edad, ni muy delgada ni de cuerpo demasiado proporcionado, ella podía cubrir el perfil de la madre común, con esos ojos caídos y hermosos, de un marrón brillante.

Beomgyu sonrió apenas, esos ojos le recordaban mucho a su Soobin, eran idénticos. Detrás de ella apareció una pequeña, agarrándose de las faldas de su madre y asomando la cabecita,
mientras la mujer mayor observaba atónita al chico frente a ella.

- ¡Choi Soobin, dichosos los ojos que te ven! -La voz de regaño y emoción sorprendió al pequeño minino, sintiendo luego como Soobin era jalado hacía adelante y apartado de su lado, mientras la mujer abrazaba con fuerza al mayor.

Beomgyu soltó su mano, quedándose quieto donde estaba, tomando al instante su larga cola entre sus manos, jugando un poco con ella, tratando de no alzar la mirada, aún le intimidaban las personas y no quería ponerse a llorar cuando Soobin ya le había dicho muchas veces que todo saldría bien.

-Mamá... Tengo que respirar. -La mujer soltó a Soobin después de escuchar la voz estrangulada de su hijo y tomó su rostro, llenándolo de besos. Beomgyu sintió esa punzada de celos en su pecho y un maullido escapó de su boca, llamando la atención de Nayeon junto con la pequeñita detrás de ella, quien hasta el momento se mantenía callada.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 {𝗦𝗈𝗈𝗚𝗒𝗎}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora