• 𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐 •

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Corría... Sólo corría y corría...

No...

No estaba corriendo...

Estaba huyendo.

Oía las pisadas fuertes y rápidas tras de mi, el choque de las armas contra los bosques montañosos y sus árboles, mis padres me gritaban con la última intención de salvarme... "¡Huye de aquí!" Me decían, "¡Sálvate hija! ¡¡Por Dios huye lejos!! ¡Que no te encuentren!"; Después de esas frases escuché dos disparos...

Esa fué la última vez que escuché la voz de mis padres.

Me adentré en el bosque, las lágrimas y mis ojos llorosos no me dejaban ver bien, trataba de cubrir mi boca y regular mi respiración para que nadie me escuchara. Lo que parecía una ilusión me alivió, no sé ni cómo la encontré, era una casa bastante grande y parecía abandonada, era un milagro, mi salvación.

Entré gracias a una gran puerta de madera, parecía ser la puerta trasera, ya que al entrar no había ningún tipo de recibidor. Al centro de la casa había un jardín de interior libre de tejado, la noche era fría y estaba destrozada. Me eché en el suelo, no sé por cuánto tiempo lloré, quizá horas o minutos. Ya no aguantaba el frío.

Cuando ya no me quedaron más lágrimas, decidí observar y explorar mi nuevo refugio, si iba a quedarme aquí debía conocerlo bien, no me importaba que tan roto o peligroso fuera.

Encontré un montón de habitaciones en el segundo piso, no podía abrir ninguna de ellas, las puertas de cada una parecían tener una silueta tallada y unos nombres, por suerte alcanzaba a leerlos por la luz de la luna.
-Dolores, Camilo, Antonio... Pepa, Abuela Mirabel, Julieta... Luisa, Isabela... Valeria...- Eran algunos de los nombres tallados en las puertas, me pareció casual y gracioso que en una de ellas estuviera tallado mi mismo nombre -Laura... jaja.

Una vez exploré toda la instalación, decidí acudir a la puerta principal, aún no la había visto y además al abrirla podría confirmar si se trataba de una casa solitaria o de una aldea. Llegué a la entrada principal, era muy hogareña, pensándolo bien, por la estructura de la casa y su estado, parece haber sido construida en el 46, cuando empezó la época de la Violencia aquí en Colombia. Mi mano parecía rozar el pomo de la mas grande y principal puerta de la casa cuándo la cabeza me empezó a dar vueltas... sentía mi cuerpo cada vez más pesado... cómo si estuviera por desmayarme, y efectivamente, así pasó.

...

........

...Me desperté, al fin, pero... nada está cómo lo recuerdo.

Estaba tumbada en el suelo, en mitad del jardín de interior, el sol me cegaba y no podía ver nada, era práctica y lógicamente imposible haberme caído, antes de desmayarme estaba lejos del jardín, nada tenía sentido... empecé a escuchar voces.

-¡Abuela! ¡Hay una chica aquí!.

...

-¡AAY! ¡¡ABUELA!!.

...

-¡Oh por Dios! ¡Mamá ven por favor! ¡Creo que está herida!.

... Me sentía realmente cansada... cerré los ojos y me volví a dormir...

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• 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒐𝒔 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora