# 0-03 ! ! ♡

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Una de las cosas más molestas en un resfriado son los mocos. Terminas con miles de pañuelos usados alrededor de la cama y con un dolor terrible en la nariz por sonarte tantas veces.

Esta era exactamente la situación en la que se encontraba Hyunjin, y tenía un problema aún peor: se habían acabado los pañuelos.

― Honnie~ ―canturreó Hyunjin a su novio, éste lo escuchó desde la cocina y se dirigió enseguida a la habitación para ver qué se le ofrecía.

― ¿Qué pasa? ―preguntó recostándose y abrazando al rubio.

― Ya no quedan pañuelos.

― Voy a comprar más enseguida, espérame 10 minutos. ―besó a Hyunjin y se iba a levantar de la cama, pero éste lo detuvo.

― Quiero ir contigo ―Minho frunció el ceño en señal de confusión― Me he sentido bien hoy, así que creo que ya puedo salir.

―Hyunnie, ¿Estás loco? Si sales hasta tus mocos se congelarían, es mejor que te quedes aquí.―  dijo el castaño sonriendo, intentando no hacer enojar a Hyunjin.

― Pero yo de verdad quiero ir ―reclamó haciendo puchero.

― Lo siento, mi vida. No quiero que te enfermes más de lo que ya estás, así que no puedes salir.

―Está bien ―se rindió, cambiando el puchero a un rostro completamente serio que incluso llegó a causarle escalofríos a Minho.

Pero por más que quisiera cumplir los caprichos de su novio no quería empeorar su condición, así que salió a comprar los dichosos pañuelos y en diez minutos ya estaba de vuelta en el apartamento.

― Hyunnie, ya volví ―avisó tratando de abrir la puerta de la habitación, pero se dio cuenta de que Hyunjin la había cerrado con seguro― Ábreme la puerta, amor.

― No quiero.

― Vamos, lo hice por tu bien, bebé.

―Yo no te pedí que me cuidaras.

― ¿Cambiarías de opinión si te digo que te compré muchos caramelos? ―Minho escuchó el seguro de la puerta ser removido y luego se encontró siendo apretado por los brazos de el rubio.

― Eres un tramposo, pero aún así te adoro. ―dijo volviendo a su estado meloso.

― Y tú eres un berrinchudo, pero me encantas así. ―se besaron por unos segundos hasta que Hyunjin se separó, haciendo un gesto tierno y extendiendo la mano.

― Ahora, quiero mis dulces.

¡𝗮𝗰𝗵𝘂́!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora