Capítulo 4

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La alarma sonaba en toda la mansión.

Sonreí y volví a coger la botella de vodka para tomar otro trago más y salir con ella del auto; ya el alcohol estaba haciendo efecto en mi sistema.

Todos los guardas me rodeaban apuntándome con sus armas y si mal no recuerdo también había francotiradores en cada punta de la mansión.

Nadie dispara hasta que den la orden.

—¡Estas loco, Aiden! —gritó Carlos, el segundo de mis hermanos. Al verlo la rabia volvió a apoderarse de mi —Bajen las armas —les dijo a los guardias y se acercó a mi furioso.

—¿¡Qué le paso a mamá!? —grité.

—Primero: deja de beber —dijo para después quitarme la botella y dársela a un guardia para que se lo llevara —Segundo: No deberías estar aquí. Tercero: Tienes suerte de que el abuelo se haya ido, porque hubiera terminado lo que empezó en el funeral.

—¿¡Que le paso a mamá!? —volví a gritar, empujándolo con rabia, no me importaba nada de lo que decía.

—Cálmate —dijo seco, cogiéndome de los hombros para que me calmara. Carlos es una persona muy paciente, es el mejor escuchando, podías posarte en su hombro y llorar sin ningún problema y más cuando se trata de un familiar. Pero esa misma cualidad la usaba para sacarle información a nuestros enemigos, es muy calculador, con esa paciencia analiza cada palabra que dices y la usa en tu contra —¿Cómo te enteraste?

—Me llegó una carta de invitación —le dije más calmado, él frunció el ceño sin saber lo que le decía.

—¿Qué carta? —Saqué la carta del bolsillo trasero de mi pantalón y se la mostré. El la cogió curioso.

—No sé nada de esto —suspiró y miró dentro de la casa como pensando en que hacer —. Ven, entra —se dio la vuelta entrando a la mansión y yo por un momento dudé, pero ya estaba aquí, no iba a dar marcha atrás, así que cogí el valor que necesitaba y entre decidido, el alcohol también ayudaba bastante. Seguí a mi hermano hacia el gran salón, mirando todo con nostalgia, todo estaba igual, sin ningún cambio, el cuadro que mamá había pintado de todos sus hijos seguía colgado en medio del gran salón. Se me formó un nudo en la garganta al recordar ese día; mi madre estaba ilusionada por pintarnos a todos, era su primer cuadro que pintó después de salir del curso de arte.

Mire las escaleras que daban a las habitaciones, todavía me podía ver corriendo, intentando parar a mi padre para que no cogiera a Dominic, podía verme en el suelo, a mi padre encima de mi sin parar de golpearme y un charco de sangre rodeándome.

—¿Qué ha pasado? —escuché una voz, proveniente de Andrew que cuando me vio frunció el ceño molesto —¿Qué hace él aquí? —Estaban todos reunidos—como se entere papá...

—Le enviaron la invitación del funeral —dijo Carlos, interrumpiéndolo, mostrando la carta —, si podía estar ahí.

—Yo no quiero saber nada de esto —dijo Andrew, me miro con rabia para luego irse furioso.

Él y yo éramos uña y carne, ahora éramos como dos desconocidos, pensé que él iba a defenderme, que iba a estar a mi lado apoyándome, pero fue todo lo contrario.

—¿Quién la envió? —pregunto Carlos.

—Fui yo —la voz de detrás de mí me paralizó, comencé a temblar y mis ojos se cristalizaron. Podía sentir su intensa mirada en mi nuca, pero no tenía el valor suficiente como para volver a mirarlo tan de cerca, no como en el funeral —yo envíe la carta —volvió a decir.

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2022 ⏰

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