Mis manos temblaban, intentaba ponerme la corbata, pero no me salía el dichoso nudo, ¿Quién inventó esta estupidez?, que alguien me explique, estoy a punto de quemar esta ridícula corbata y mis lagrimas no ayudaban en nada no veía ni lo que estaba haciendo, no he parado de llorar desde que leí la carta. Byron estaba sentado en mi cama, ya vestido, con brazos cruzados y mirándome serio.
—Deja que te ayudo —dijo Nicky acercándose a mí, iba con un vestido negro, estaba decidida a acompañarme.
—¿Lo sabías? —le pregunté a Byron, mirándolo por el espejo. No dijo nada, solo me miraba, ya vestido y cruzado de brazos contra la pared; su silencio lo decía todo —¿Por eso has venido? —volteé hacia él, encarándolo. Estaba enfadado, muy muy enfadado.
—En el barrio se oyeron rumores, solo quería confirmarlo —dijo sin más — Aunque estes exiliado, sigues siendo un Russell, te tenían que notificar.
—¿Crees que sea buena idea esto? —dijo Sergio, uno de nuestros amigos, en la puerta de mi habitación, impidiendo que le arrancara la cabeza a Byron. Nicky lo llamó para que nos acompañara. Es un moreno mexicano que estaba enamorado de mí. Hemos tenido algún que otro rollo, pero siempre le he dejado claro que no quería nada con nadie, pero aún sigue intentado conquistarme.
Los tres me miraron esperando una respuesta.
—Debo ir —dije —, tengo que hacerlo — las lágrimas no paraban de salir y el nudo de la garganta no me dejaba ni tragar. Me intentaba convencer a mí mismo; ir implicaría volver a verlos a todos, volver a recordar el pasado, la paliza, el abandono... Se me estaba formando un nudo en el estómago de solo pensarlo. Pero tenía que ir, maldita sea tenía que ir así mi corazón se estuviera haciendo añicos.
—¿Y este también va? —dijo Sergio, refiriéndose a Byron. Se odiaban a muerte, por puros celos. En los seis años que llevábamos conociéndonos no se podían ni ver.
—¿¡Tienes algún maldito problema con eso!? —gritó Byron con los puños apretados y encarando a Sergio —¡Como vuelvas a dirigirte a mi te destripo!, da gracias que Aiden me impide sacarte los sesos con un sacacorchos, ¡pedazo de mierda!
—¡Basta! ¡Joder! —les grito —Byron, vete —me mira, suspira y se va chocando a propósito el hombro de Sergio que tiene una sonrisa gigantesca en la cara de satisfacción.
—Borra esa maldita sonrisa —le dije y obedeció, siempre era lo mismo con estos dos.
Nos encaminamos a la salida para coger el coche. Sergio conducía, yo no me encontraba con las facultades mentales como estar pendiente de la carretera.
A los diez minutos pude ver el cementerio, a medida que nos acercábamos el nudo en el estómago se me hacía más y más grande teniendo unas ganas inmensas de vomitar aquí mismo. Nos estacionamos y nos bajamos.
A lo lejos pude ver a todo el mundo, el cura estaba hablando, todos estaban vestidos de negro y los escoltas alrededor custodiando el perímetro. Y allí los ví, serios y con la mirada fija al ataúd, pero sin derramar ni una lágrima, típico de mi familia. Era el lema de mi abuelo "Nunca lloren por un caído, es ley de vida".
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A Pesar De Todo. +18
RandomSoy Aiden Russell, el hijo menor de doce hermanos, el niño consentido de la mafia, un chico que a su corta edad siempre sabía donde quería estar, quien quería ser. Siempre supe lo que me gustaba y lo que no. Pero el miedo a veces te paraliza, te hac...