Día 1: TLC [Nygmobblepot]

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“Los enigmas también tienen imprevistos”

Nota: Este escrito está ubicado en el final de la temporada 5 de “Gotham”. Sí, después de los 10 años que permanecieron encerrados en Blackgate y Arkham, respectivamente.
Dedicado a GreciaAlexandra1  por dejarme abrazarla de forma virtual cada que lo necesita.

Oswald soltó un suspiro al ver en la pantalla de su celular el mensaje de texto de Edward. Era corto, incluso, si alguien más lo leyera creería que sólo era un aviso, pero el hombre que ahora estaba en medio de una reunión de negocios, sabía el trasfondo.

« Llegué a casa. »

Alguien más respondería un “Está bien, nos vemos más tarde” o colocaría un emoticono de una carita o, tal vez, ni siquiera respondería a ese mensaje, pero Cobblepot hizo una leve mueca y observó a quien tenía al frente.

—Te daré el doble si terminamos ya con esto.
—¿Cómo dice? Señor Pingüino, ni siquiera le he mostrado el cargamento y...
—¿Quieres el dinero o prefieres una bala en la cabeza?

El hombre se colocó nervioso y aceptó el dinero para así cerrar el trato. Cobblepot hizo una seña a sus hombres para que le pagaran y se levantó de su silla para enseguida acercarse a su chófer y ordenarle que lo llevara a casa. El camino a ésta fue un tanto ansioso ya que pareciera que el mismo tráfico de la ciudad no deseaba que llegara a su destino. Si bien el trayecto no fue tardado, Oswald estaba un tanto apurado, más porque sólo tenía en mente ese pequeño mensaje de simples tres palabras: “Llegué a casa”. Al menos se alegraba de que esa vez Ed lo buscara y no simplemente que...

Al llegar a esa mansión, Oswald examinó el lugar, como si deseara saber qué lugares recorrió Nygma en el interior de la casa. Se dio cuenta de que intentó hacerse algo de comer, pero debido a su condición, pareciera que eso no fue posible. A veces le sorprendía lo mucho que conocía a Ed y es que cuando las cosas no van como desean, hace lo que sea para que las cosas sucedan justo como lo tenía en su mente, sin embargo, el ver esa tarea abandonada de hacerse un simple sándwich hizo a Cobblepot suspirar algo fuerte.

—Le ofrecí hacerle algo más de cenar, pero no respondió y se fue directo a la habitación, ¿Desea que termine el aperitivo del señor Nygma y lo suba? —.

Oswald asintió a su mucama para así retomar su caminar aunque detuvo sus pasos antes de dar el tercero para salir de esa gran cocina.

—Tengo una mejor idea, ¿Por qué no te tomas el resto de la noche libre?
—Pero acaba de decirme que...
—He cambiado de parecer. Ahora: disfruta tu noche libre.

La mujer no pudo evitar susurrar varias veces un "Es tan amable, Señor Cobblepot” mientras con una enorme sonrisa tomaba su suéter y prometía volver por la mañana.

Oswald después de unos minutos subió las escaleras con una charola dónde se encontraba ese sándwich de crema de maní y una taza de té verde caliente. Dejó su bastón en la entrada después de abrir esa puerta y cerrarla. Entró con cuidado sin saber si Ed estaba dormido o no ya que para Oswald sólo había posibilidad de ver que estaba alguien bajo las sábanas.

El pelinegro dejó esa charola en el buró y se acercó lo suficiente para que Ed descubriera su cabeza y así pudiera admirar a quien ahora le traía algo de comer.

—¿Cómo está mi Príncipe de los Acertijos? —.

—Oswald. . .

Cobblepot podía notar con facilidad el cansancio en los ojos ajenos, incluso, la impotencia. Eran días malos, esos dónde Ed dudaba hasta de quién era, esos dónde decidía alejarse para pensar, esos dónde se sentía tan perdido y, sin darse cuenta, volvía a casa. Era como si el mismo Oswald era quien lo ayudaba de nuevo a encontrar la razón de existir, de estar allí.

—No tienes qué decir algo, ¿Haz comido? Te preparé un sándwich y traje té...—.

—... ¿Es de...

—Crema de maní, sí...—.

Ed no pudo evitar que las comisuras de sus labios se alzaran en una pequeña sonrisa. Era como si el detalle de que Oswald recordara esas insignificancias ahora lo hacían sentir algo cálido en él. Era como si sus ahora heridas psicológicas fueran curadas. Con delicadeza, con ternura y, extrañamente, con amor. Era caer al abismo creyendo que él puede volver por su cuenta, pero cuando estaba a punto de rendirse, Oswald aparecía para hacerlo darse cuenta de sus propias acciones.

—¿No te cansas de esto? ¿De mí? —.

Cobblepot no pudo evitar soltar una risa y hacerle una seña al ajeno para que se sentara. Cuando le hizo caso, colocó una pequeña mesa para así colocarle aquella charola e invitarlo a comer un poco.

—... Ed, por supuesto que eres un dolor en el trasero, pero eres MI dolor en el trasero...—.

—Eso no sonó muy bien...—. Comentó el más alto mientras una pequeña carcajada salía de él, extrañamente, combinada con unas pequeñas lágrimas que ahora resbalaban por sus mejillas de forma silenciosa. —Lo siento, no...—. Pero al sentir que los pulgares de Oswald ahora quitaban esas lágrimas traicioneras de su rostro, se quedó callado.

—Nada de disculpas, luego te cobraré este favor...—. Bromeó Oswald para acercarse y cuando pensaba besar la mejilla del castaño, fue éste quien lo atrajo para dejar un casto beso sobre sus labios.

—Oswald, yo...—.

—También te extrañé, Edward...—.

Nygma no comentó más y se dedicó a comer el aperitivo que Cobblepot le había preparado. A veces miraba de reojo a éste como si quisiera buscar las razones de que el ajeno hiciera todo eso por él en su mirada debido a que aún era imposible creer en que todo eso era por amor. Tal vez porque en esos momentos de quiebre, de sentirse tan perdido y roto, no encontraba tan lógico que alguien lo amara.

No hablaron después, Nygma sólo al terminar de comer pidió a Oswald que lo abrazara y así es como es que el castaño se quedó dormido, aunque jura haber escuchado un “Te amo” entre sus sueños de parte de “El rey de Gotham”.

Riddlebird Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora