Mike
La escuela siempre me gustó desde que era un pequeño niño, desde que desperté y estaba listo una hora antes vestido con mi uniforme para la guardería y mis padres seguían dormidos pero yo estaba listo con mi mochila puesta esperando en la sala. Los estudios siempre fueron simples y entretenidos para mi, nunca ha sido un problema ver ese lindo número 10 en mis boletas y en mis exámenes, me ha dado la oportunidad de ser antisocial.
Normalmente paso solo los desayunos y las clases, no tengo distracciones y mucho menos a quién contarle mis cosas o siquiera pedirle un bolígrafo, de igual forma, por lo solo que siempre ando evito olvidar cosas, o si quiera faltar a clases por sí debería pedir apuntes o una tarea pero eso no va conmigo.
Era lunes 3 de agosto aún tenía diez minutos para llegar a mi clase de las 8:00am, el salón estaba vacío, solo era yo y dos chicos más que no sabía quiénes eran, siempre llegaba antes para tener buen asiento pero casualidad o una broma de mal gusto me tocó ver a otro tipo en mi asiento. Nervioso comencé a caminar hacia él y enfrentarlo y decirle"¡Quítate, es mi asiento desde hace más de 2 meses y todo mundo aquí lo sabe!"
Pero, me contuve. Simplemente jale aire y caminé hacia él, se veía bastante alto para caber en los pupitres, sus piernas se veían demasiado cuando las cruzaba para estirarse y recargarse en el respaldo mientras sostenía un libro de pasta dura en sus largas manos. Sí, podría decir que era guapo a simple vista, pero ser guapo no dejará que te quedes en mi asiento roba asientos.
—D-disculpa... E-este— por dios, Mike, es un estudiante no un maldito asesino, habla bien maldita sea. - Ese es mi asiento, caballero.
Solté al final, estaba nervioso, nunca hablo con personas y evito hacerlo por lo tartamudo que suelo ser cuando me pongo nervioso, me paré derecho mirando fijamente como hojeaba su libro sin siquiera mirarme o decir una sola palabra. Me estaba molestando un poco al ser ignorado.
—Hola, oye, ese es mi asiento, habitualmente no suelo sentarme atrás por el ruido, pero, bueno, ese no es el punto lo que pasa es que... - No pude terminar mi oración de explicación ya que me miró fijamente e hizo un gesto de ¿asco?
Se levantó sin decirme nada, y se fue hasta el fondo del salón.
Desconcertado lo miré nervioso, ni siquiera dijo una sola palabra, ni un sonido, nada.
Miré mi atuendo una y otra vez, me olí varias veces, estaba pensando en qué pudo darle asco de mi y eso me hizo sentir mal de alguna forma, me senté y claramente mi día había empeorado con un solo gesto de poca ética de ese tipo.-
Las clases habían terminado, bueno en mi caso era así, me giré para guardar mis cosas y fue ahí cuando vi a ese chico que hace unas horas me miró como si fuese un pedazo de mierda parada frente a él, no pude sacar ese pensamiento de mi mente por un buen rato, claramente odio hacer amigos por lo crueles que pueden ser cuando te traicionan pero, que un chico me haya visto así sin siquiera conocerme me hizo sentir mal. Lo miré con determinación y quise pedirle una razón de su comportamiento tan grosero, cerré la mochila y caminé hacia el fondo del salón, antes de decirle algo me miró nuevamente con esos ojos de horror, tomó su libro y se fue a paso veloz sin verme, sin mirarme. Estaba sintiéndome bastante mal.
Confundido me quedé viendo su pupitre, un pedazo de hoja roja estaba tirada en la silla, decía puros nombres y en uno de esos venía el mío.
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Amarillo
Ficção AdolescenteMike, sí ese es mi nombre, algo extraño y difícil de pronunciar, el bachillerato puede ser duro para cualquier chico de diecisiete años, más cuando es tímido y poco hablador. Siempre me ha interesado el teatro y coleccionar figuras de acción pero te...