Travesura

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Jadeos y suspiros masculinos inundaban la oficina.

El rubio se encontraba sentado en su gran silla y la observaba con hambre...

El rubio se encontraba sentado en su gran silla y la observaba con hambre

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―Hina... Hinata.

Ella estaba encima de su marido. Le acariciaba el rostro. Sus piernas a cada lado de él aprisionándolo para que no escapara. Aunque él no quería ir a ningún lado.

Naruto observaba las piernas que ocultaba esa larga falda. Quería tocar esa suave piel de sus muslos.

Hinata lo besó de nuevo y Naruto le correspondió gustoso.

Quiso tocar su espalda para acercarla aún más y profundizar el beso.

―No. Ahora yo pongo las reglas.
Sólo yo puedo tocarte mi amor.

Su esposa le besaba los labios. Luego su mejilla y el cuello.

 Luego su mejilla y el cuello

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Naruto suspiraba.

―Hinata por favor...

Ella solo negaba mientras sonreía maliciosamente.

Después de otra ronda de besos Hinata se dió cuenta de que abajo algo pedía su atención.

Se restregó en el miembro de su esposo.

―Eres una maestra torturándome.

Ella sólo sonrió para continuar besándolo y moviéndose simulando que se dejaba penetrar.

Las manos de Naruto temblaban. Se tuvo que aferrar a la silla. Estaba aplicando tanta fuerza que podría romperla en cualquier segundo.

―Quiero tocarte.

―No.

El Séptimo Hokage hizo cara de enojo pero no duró mucho. Estaba desmasiado caliente y excitado.

― Perdóname ―suplicaba el rubio.

―Es tu castigo Naruto kun...

Claro que disfrutaba de los suaves besos de su esposa pero lo que quería era apoderarse de su boca y saborear cada rincón de ella.

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