Capitulo 8

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Alina

Entré en casa y como imaginé mamá estaba despierta esperándome, sabía que si decía alguna palabra el nudo que tenía en la garganta se rompería y me pondría a llorar, así que le dí una mirada de que todo iba bien y subí directo a mi habitación; sentí como mi vista empezaba a nublarse y una vez dentro no pude evitarlo y lloré, lloré como no había llorado en años, no por lo que había pasado con Jota, si no por los recuerdos que traía consigo... Mi pasado con Marco

Marco era un chico de mi preparatoria, muy guapo y atlético; tenía varias chicas babeando por el, pero para mí buena o mala suerte él se fijó en mí, al principio todo iba bien, pero con el paso de los meses nuestra relación se volvió algo tóxica, aún recuerdo los tres años y pico que estuve con el, aquel que me pilló en un momento bajo anímicamente y aprovechó esa debilidad para entrar en mi vida, ya que de otra forma jamás hubiese podido hacerlo.
Al principio todo parecía normal, no era el típico chico en el que solía fijarme pero me dejé llevar, hacía cosas que nunca habían hecho por mi y eso empezó a cegarme, dejó a su novia por mí y me pareció un gesto muy valiente; teníamos la misma edad, estudiábamos juntos, íbamos a la misma clase, todo parecía ir bien.
El primer indicativo apareció con un mes escaso de relación, cuando un día de fiesta un chico intentó ligar conmigo y al tener una respuesta negativa me respondió con una frase inapropiada. Cinco minutos después, Marco y el se estaban pegando en la calle. Aún no se me olvida el ruido del chico al recibir un puñetazo en la nariz. Era como si todo estuviese en silencio y de repente se oyese un golpe seco y acertado, no sabía que hacer, estaba asustada, en shock por lo que acaba de ocurrir. Me acerqué a él y le dije que se acabó, que no me gustaba una relación con alguien violento pero entonces empezó a llorar y me dijo que no podía consentir que a su novia la trataran mal porque me merecía todo lo mejor y él me lo iba a dar.
No debí creer esas palabras copiadas de cualquier poesía barata, pero lo hice, me apiadé de sus lágrimas secas; conforme fueron pasando las semanas, poco a poco, de manera muy sutil, iba introduciendo en mi cabeza ideas que se contraponían con las mías propias. "Los escotes son de putas", "los tangas se llevan para provocar", "los chicos a los que llamas amigos sólo quieren sexo"... y como éstas un sinfín de frases machistas, sexualizadas e ilógicas propias de un chico que a pesar de su imagen de niño bueno, era un desgraciado que bien que miraba embobado a chicas que vestían como él consideraba que era de putas, mis amigas intentaron haceme ver el daño que me estaba haciendo pero yo ingenuamente iba creyendo cada cosa que él decía, inclusive llegó a decirme que mis amigas solo metían ideas inciertas en mi cabeza para confundirme y separarnos, tontamente le creí.
Al cabo de un año juntos, llegó otra situación clave de una relación tóxica. Por ese entonces yo estaba en un club y tenía una posada con mis amigos. Iba a ser una gran noche, pero no lo fue. Recibí unas veinte llamadas. Respondí unas cuantas y únicamente me decía que "me portara bien" y que me quería. Cuando le dije que me dejara disfrutar de la noche, empezó a preguntarme cómo iba vestida. Idiota de mí le contesté y mentí para que no me dijera su opinión sobre las chicas que van con falda, tuve que apagar el móvil por sus incesantes llamadas.
Al día siguiente se terminó, pero no para siempre; al cabo del tiempo volvimos y todo fue peor que antes, si es que eso se podía. Me dejó sin amigas porque según él habían intentado ligar con él, de fiesta bebía hasta sacar su peor faceta, le encontré varias infidelidades pero me dolía tanto y estaba tan anulada que me creí sus mediocres mentiras.
Los desprecios y las manipulaciones aumentaron, los celos seguían siendo su talón de Aquiles.
Hasta que no pude más, me sentía sola, utilizada, humillada, despreciada, maltratada, anulada. Y lo jodido era ¡¡que lo necesitaba!!! No sabía cómo iba a superar eso cuando mi autoestima estaba bajo tierra.
Fue duro pero lo conseguí, tardé tiempo en volver a vestirme como yo quería, en hablar con chicos sin pensar que únicamente lo hacían con un afán sexual, en mostrar mis sentimientos, en poner límites y decir que no cuando no quería hacer algo, en aprender a quererme de nuevo, en lograr que nadie más me hiciera sentir así .. es duro y aunque a veces salga a la luz algún resquicio de secuela, conseguí recuperar la sonrisa perdida que un día me robó.
Sabía que Jota de ningún modo se atrevería a tratarme así pero no estaba dispuesta a ser la segunda. ¿¡Que tenía novia!? En qué momento se le ocurrió siquiera invitarme a salir sin antes decírmelo

A través de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora