Los estereotipos me mataban.
Creaban un monstruo el cual era yo.
Se reían de mi peso y de cómo me expresaba.
No era perfecta pero me dolía lo que pensarán.
Deje de comer hasta que los mareos se hicieron presentes.
No tenía ningún tipo de vitamina y poco a poco me volvía bulimica.
Algunos me miraban con asco y otros con lujuria.
Nadie me entendía más que yo misma.
Sentía que caía en un precipicio de decepciones.
Lloraba en silencio para no llamar la atención.
Me miraba al espejo y no reconocía quien soy.
Y mis momentos más preciados eran cuando el reloj marcaba las dos.
Mat.