Aquellos objetos le trasmitían una sensación cálida y familiar por la cual se dejó embriagar. Por un ínfimo instante olvidó todas sus preocupaciones,Olvidó a su padre, el lado cruel de su niñez, sus penas, pasadas y actuales, olvidó incluso el desorden de su vida, o así lo creyó.
Cómo un baldazo de agua fría unas veloces pisadas lo trajeron de nuevo a su horrible realidad. Recordó entonces cuál era su situación, estaba en una antigua casa destrozada, en la cual parecía haberse colado un desconocido, y que para colmo estaba anochecido; se levantó con prisa, y dejó con poco cuidado los artículos sobre la añeja cama, recuperó su mal llamada "arama'" - la cual solo era una vieja cuchara de madera, que encontró abandonada mientras limpiaba- dispuesto a defenderse de lo que allí estuviera, pero antes de siquiera poder poner un pie fuera de la habitación volvió a escuchar aquellos pasos, solo que esta vez venían acompañados de una gélida briza que le congeló los nervios, y de un estruendo proveniente del ático.
Movido tanto por la curiosidad cómo por la adrenalina avanzó con paso recto hacia aquel lugar. Podía sentir como su corazón rebotaba contra su pecho, en un ritmo acelerado y muy desesperante, su pulso temblaba más de los que le gustaría admitir, y sus ojos comenzaron a humedecerse del miedo, pero aún así no se detuvo. Llegó finalmente a su destino, sus temblorosas manos tomaron lentamente las frías cadenas que abrían la puerta recientemente cerrada y jaló con cuidado de estas; un horrible chirrido recorrió todo la habitación, pero eso tampoco lo hizo retroceder. Se apartó hacia un lado, permitiendo que las escaleras se estiraran por completo y sin levantar la mirada comenzó a subir por los maltratados escalones, cada paso que daba producía un espantoso ruido, digno de un filme de terror, y también lo acercaba más a su oscuro lugar de destino.
El olor a polvo y invadió por completo sus fosas nasales, provocándole un ataque de tos, el cual intento controlar cubriendo su cara con su ante brazo. Tanteo sus bolsillos sacando de uno de ellos su celular -el cual no recordada haber traído- y prendió su linterna, alumbró de punta a punta el siniestro lugar, pero para su confusión no había nada fuera de común ¿Habría sido su imaginación? ¿El viento había sido capaz de cerrar aquella pesada puerta? Queriendo creer en sus propias teorías comenzó a recorrer aquel sitio, removeido algunas cajas, y pilas de objetos antiguos, temeroso de los que podría haberr allí, descartando así cualquier posible escondite que podría estar usando el supuesto intruso, de el cual dudaba cada vez más.
Al no encontrar nada, se dirigió hacia al puerta y se sentó al borde de las escaleras, dispuesto a bajar, pero se detuvo antes de siquiera tocar el primer escalón ¿Realmente no había nadie allí? ¿Había sido todo una mala pasada en su cabeza? Levantó lentamente sus rodillas, acurrucandolas contara su pecho, poniendo sus brazos al rededor, hundiendo su cabeza en ellas. Las lagrimas comenzaron a salir y el no tenía intención de detenerlas, se sentía tan inútil e impoente en ese momento, no podía hacer nada bien, no podía proteger a quienes quería, no podía cuidase a si mismo, y sobre todo, no podía aceptar que el no volvería. Todos esos años creyó en historias de fantasmas, con la esperanza de que así, tal vez lo volvería a ver, de una forma u otra. Si así fuera le pediría perdón por ser tan inútil, porque no pudo hacerlo feliz, porque no pudo protegerlo, por qué ni siquiera puede vivir su vida por los dos como se prometió. -Debería haber sido yo quien se fue...- suspiró ¿De qué le servía a él estar vivo? Estaba seguro de que si Argentina hubiera estado en su lugar habría llegado mil veces más lejos que cualquiera, alguien tan hábil e inteligente como él podría haber superado cualquier obstáculo sin problema alguno. Por otro lado, el serviría más estando muerto que en cualquier otra cosa, no tendría miedo de lo que pudiera haber del otro lado. De todos modos ¿Que podría ser peor que esta vida? Arder en el infierno no parecía un problema, probablemente lo merecía, ir al cielo sonaba interesante, pero de seguro estaría lleno de gente noble y bondadosa, gente que realmente merece estar ahí, no como él, quien era solo un cobarde que escapaba de sus problemas ¿Y si reencarnaba en otra persona? Eso no le importaría tampoco, después de todo no recordaría nada ni a nadie de su vida actual, sería un nuevo comienzo. Tal vez su opción menos favorita era la de ser un fantasma, vagar por un plano astral, sin propósito ni razón de ser, viendo cómo la vida de sus seres queridos continúa mientas el queda en el olvido, aún qué, eso no sonaba demasiado distante a su realidad, tal vez por eso no le gustaba -¡JA!- Exclamó -Estuve todos este tiempo pensando en que él sería un fantasma por mí, y que nos volveríamos a encontrar, peor yo no sería capaz de serlo- dijo, llevando sus manos a su cabeza, sus lágrimas brotaban sin control, y su cara se deformaba en una mueca incompresible, una mezcla de dolor y sufrimiento, entre la cual asomaba también una sonrisa distorsionada y grotesca -¡Jajaja! ¡Soy un imbécil!- soltó en una especie de grito ahogado -No soy digno de seguir viviendo...-
Estaba tan absorto en su crisis interna que el entorno a su alrededor dejo de interesarle ¿Cuál era el problema si había un intruso? Con un poco de suerte sería una asesino serial, y si no, solo era alguien que buscaba un lugar donde quedarse. Si fuera así ¿Que le diría a esa persona? ¿"Vete, este no este no es tu lugar"? Tampoco es como si fuera suyo, de hecho ¿A quien le pertenecía? ¿A él? Probablemente no ¿A sus hermanos? Tal vez ¿A ese homicida de mierda? Eso sí que no... Entonces ¿A Arge? No lo sabía ¿por qué querría reclamar la casa donde vivió tanto sufrimiento como suya? Eso no tenía sentido ¿O si? -¡Argh! No lo sé, mejor deja de pensar estupideces y ponte a hacer algo productivo, mierda- se reprochó a si mismo y se dispuso a bajar las escaleras a toda velocidad, olvidado por completo lo viejas, y por lo tanto débiles, que estás eran.
En el momento de poner su pie en el tercero de los diez escalones sintió como la madera debajo suyo se quebraba, y de un momento para el otro se dirigía velozmente hacia el piso; reaccionó como pudo, pero todo pasó tan rápido que apenas logró hacer algo, en ese momento le pareció que sus ropas iban en dirección contraria a la de su cuerpo, cómo si hubieran quedado enganchadas en con algún objeto, aún que esto no evitó su caída.Despertó unos minutos después, con un terrible dolor en su cabeza y la cara pegada al piso. Una brisa helada pasaba por su golpeado cuerpo, de un lado a otro, cómo si estuviera yendo y viniendo sobre él, también podía sentir la sangre correr desde su labio hasta llegar su barbilla, definitivamente estaba conciente. Con algo de esfuerzo se dio la vuelta, estirando su espalda a lo largo de la sólida superficie, tenía los ojos entre cerrados, la luz de los focos todavía le parecía muy brillante como para abrirlos, aún que al cabo de unos minutos pudo hacerlo del todo -uff- un suspiro desconocido se escuchó junto a él. Pudo sentir el terror recorrer su espina dorsal, no quería mirar hacia su derecha y averiguar de quien se trataba, el hecho de saber que no estaba solo era suficiente como para helarle la sangre, pero el sumarle que en ese estado no podría correr y que estaba a la merced de un desconocido y de sus inciertas intenciones lo hacía diez veces peor. En ese instante vio como la figura si acercaba más a él, asomando su rostro sobre el suyo, cómo si quiciera verlo mejor. Intentó moverse, aún que sea gritar, pero antes de que pudiera reaccionar, el extraño, con una voz calma y dulce, pero que de todos modos denotaba cierta preocupación preguntó -¿Te encuentras bien?