Capitulo 1

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Desde que pudo procesar su entorno y saber que este no se encontraba bien, supo que no sería nada fácil en sobrevivir en el. Al principio no todo era tan malo, aún tenían buenas cosechas, provisiones, animales para el consumo y las enfermedades no eran tan invasivas pero todo con el tiempo fue empeorando.


Su padre kokuyo al ser líder de la aldea hizo lo que pudo en mantener a su pueblo y a su familia pero lastimosamente su amada esposa no pudo. Murió por una pulmonía cuando a penas ruri tenía 10 y kohaku 9 años y desde entonces tuvo que cuidarlas a ambas a como pudiera.
Para las hermanas fue un golpe duro la muerte de su progenitora que hizo todo lo posible como sacerdotisa, esposa y madre, su pueblo la amo y la respeto por ello. Las dos muchachas crecieron en un ambiente un poco hostil en dónde la presencia del egoísmo y la avaricia se presentaban en ocaciones pero sin llegar a actos de muerte-por lo menos-, aunque en ocaciones estuvieron a punto de presenciar los.

Ruri asumió el cargo de sacerdotisa a los 18 al igual que su madre y junto a su padre ayudo en lo que pudo a su pueblo pero lamentablemente a sus 21 contrajo la misma enfermedad mortal que su progenitora, pulmonía. Fue un balde de agua fría para lo que quedaba de su familia que busco hasta lo imposible alguna cura, kokuyo buscaba los mejores curanderos-o los mejores que quedaban- pero estos le decían que debido a "la gran calamidad", las puertas del "santuario de la sabiduría" como ellos le llamaban, lo cual era donde las personas sedientas del conocimiento y en donde se guardaban los progresos de investigación de la ciencia y demás, había sido cerrado rotundamente y que desde ese entonces a ningún humano se le a permitido el acceso de nuevo.

El líder se sentía devastado no sabiendo que más hacer, en cambio kohaku, descubrió que el llevarle agua de las guías termales le ayudaba un poco en su estado pero que esto no le ayudaría a curarla. Así paso un año en dónde todo seguía igual y en donde todos los días le llevaba el agua a su querida hermana, kohaku aún creía en su corazón que quizás las cosas mejorarían pero para su mala suerte, no fue así, ya que todo iba de mal en peor y aquella esperanza se iba haciendo lejana y un día, en el cual los consejeros de su padre junto con otros líderes se reunieron para idear un plan para salvar a sus pueblos recurriendo al último y menos pensado, el sacrificio humano.
En su desesperación por contentar la ira de aquel dios y su hijo, no tuvieron más opción que recurrir a esta alternativa por última vez a pesar que en años anteriores esto no había funcionado puesto que los sacrificios no eran aceptados y las jóvenes eran asesinadas, o eso se creía puesto que estás nunca volvíeron o encontraron algún cuerpo.


-" La aceptarán, les hemos enviados tantos sacrificios que con este al fin se rendirán y lo aceptarán, ella está a un paso de la muerte, quizás se apiaden de su alma y le den una muerte rápida y digna"-


Le dijo uno de los consejeros sin ninguna pisca de remordimiento, sin importar que aquellas palabras lastimaron al desgraciado padre. Debido a que los demás habían dado más sacrificios, era el turno de su padre de ofrecer uno y del cual, sería más "valioso" por ser una sacerdotisa casta y pura a pesar de que está se encontraba enferma. Bajo la presión que le imponían y el peso de su pueblo sobre sus hombros no tuvo más opción que aceptar.


Kohaku al enterarse sintió odio a su progenitor pero que haría hasta los imposible por salvar a su hermana, su padre-aunque no lo merecía- y a su pueblo pero más que todo a su querida hermana. Ideo su plan, comenzando dándole un tónico a ruri para que durmiera profundamente sin darse cuenta, les dijo a las criadas encargadas de arreglarla que ella se encargaría de hacerlo por última vez no objetando ante su deceo y ya lista solo tuvo que subir al palanquin y como su rostro estaba tapado y tenían cierto parecido, no levantó sospechas. Así fue como planeo todo.


Y eso nos trae al presente, ella, frente a la entrada de aquel camino en dónde empezaría su recorrido. Bajaron el palanquin en el suelo junto con ella y todos fueron retrocediendo, según tenía entendido desde ese punto solo tenía que pasar ella caminando por dicho bosque de bambú hasta llegar a las dichosas grandes puertas de aquel lugar, en dónde esperaría y aguantaría hasta que la aceptarán como ofrenda.
Miro aquella entrada con pilares rojos y gigantes, aquellas escaleras que daban la ilucion de nunca tenér fin iluminadas por velas qué según historias nunca se apagaban siendo tan brillante para iluminar el interior de aquel manto de bambú.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2023 ⏰

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