Prólogo

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Desde el comienzo de la humanidad, se han redactado historias sobre la existencia o creencias sobre los dioses  y que estos jugaron un papel importante en la creación de la vida. Cada uno desempeña un papel importante, desde la creación del sol hasta el renacer del trigo, gracias a estos las personas se fueron proporcionando de sus actos, sus milagros y como manera de brindarles gratitud oraban, dando alabanzas con gran fé, ofrendas o hasta incluso sacrificios en sus nombres. Cabe mencionar que esto último era lo más extremo y qué, para muchos de estas deidades lo consideraban innecesario ya que su deber era cumplir las plegarias de aquellos que ponían el corazón en ellas, conformandose con la dicha y la fé que les procesarán.
Poco a poco tanto los humanos como los dioses fueron tomando cercanía hasta incluso poder sentir su presencia, en una flor, animales y si eras dichoso, incluso podías ver alguno en su forma habitual.

En las diferentes regiones de Japón existían diferentes pueblos característicos por sus costumbres, vestimenta o comercio pero a pesar de eso compartían la misma alabanza a unos de los dioses más queridos por ellos, byakuya. Aquel que traía consigo la noche, el cual su signo característico eran las flores de loto y que cuando esté escuchaba tu plegaria y la cumplía hacia nacer una flor de estás cerca de la vivienda. El solo ocupaba la noche o eso era hasta según dicen las leyendas la madre diosa traspaso el cargo del sol a él debido a que su hermano, Ibara, cometió una insolencia imperdonable y lo relevo de su cargo. Y por ello, ahora gobernaba el día y ella noche, cuidando de todo aquello que estuviera bajo su mandato.

Byakuya era una de las deidades más queridas y no solo por la gente sino también por su madre y hermanos, mandaba lluvia en los días de extrema calor, las cosechas eran abundantes, las enfermedades y plagas eran disueltas y les brindaba conocimiento a aquellos que con voluntad querían ayudar a otros y su amor por la humanidad era ignegable. Un día este le pidió a su progenitora un deseó y ella se lo cumplió y de ahí nació aquello que anhelaba, un niño, su hijo, de nombre senku, ya que para el, el era como sus cien cielos. Aquel niño fue creciendo feliz y demostrando un interés por el conocimiento de todo tipo, sintiéndose fascinado por las determinación de los humanos para contrarrestar las adversidades y del como todos desempeñaban un papel importante en la vida. Así pasaron los años, el se convirtio en un hombre y al igual que su padre se ganó el cariño de todos, aunque cabe mencionar que su actitud era un poco distante, el sarcasmo era parte de su habla, no le gustaba dejarse ver, era arisco con las relaciones románticas, poco cariñoso incluso con su padre pero pese a eso su corazón era amable y generoso.

Cuentan que un día, los jefes de las aldeas decidieron darles una ofrenda, una ofrenda humana, una sacerdotisa y que está fuera lo que ellos quisieran, desde una concubina, esposa e incluso una sierva. Al principio tanto como padre eh hijo se negaron, el mayor ya tenía a su compañera y el menor no estaba interesado, pero para evitar una ofensa de rechazó la acogieron como una sirviente. El tiempo transcurrido y los dos jóvenes sin querer se fueron acercando poco a poco hasta que el joven dios se enamoró de ella pero ella amaba a otro dios y el, al descubrir esto la encerró manteniéndola cautiva creyendo que con el tiempo lo amaría pero no fue así.

Una noche aquel dios dueño de su corazón fue a rescatarla, sentían la brisa cálida de la libertad de no ser porque los descubrieron, senku lleno de ira, torturó y exilio al otro mientras que a la joven la encerró y liberó plagas, enfermedades, desastres naturales a su hogar. Dicen que aquel ser desarrollo un odio a los humanos debido a su desamor jurando hacer sufrir a aquella que rompió su corazón y derramando su furia a aquellos que ella amaba. Desde entonces nadie sabe que paso después y la convivencia de dioses y humanos se volvió solo un buen recuerdo pasado.
Algunos dicen que la diosa madre exilio a aquel dios, otros afirman que lo sello y lo hizo sumergirse en un profundo sueño, los demás decían que le quitó sus emociones convirtiéndolo en un ser simple y sin ningún sentir pero, al final, nadie sabe.

Y esa es la historia que todos se sabían, que ella sabía y que desde pequeña le contaron. Así transcurrieron trescientos años, desde entonces los dioses se olvidaron de escuchar las plegarias de su gente ya que byakuya, al ver el sufrimiento de su hijo ordeno que nadie debía cumplir aquellas peticiones o sino serían castigados y exiliados y el, como aquel que los gobernaba a ellos, no tuvieron más opción de acatar su orden. La esperanza y la fé fueron reemplazadas por el dolor, la tristeza y enojó de la gente, ahora, despues de tantos años, la economía se había desplomado, las muertes abundaban en cualquier lugar, ya sea por las enfermedades, asesinatos por obtener la poca comida de otros y el hambre debido a que las cosechas no eran prosperas o eran invadidas.Ningún pueblo había prosperado desde entonces y se habían estancado en un pobre crecimiento de lo más bajo.

Era un milagro que al menos en su aldea aún tuvieran un poco más de recursos pero ya no durarian y lo sabía, morirían, y entre esas personas estaba su padre y su preciada hermana quién estaba enferma de sus pulmones desde hace un año y si ella aún no había perecido esporque todos los días le traía agua caliente, descubriendo que eso le hacía bien. Ellas por ser hijas del jefe debían desempeñar el papel de saserdotisas, casarse con aquel pretendiente más fuerte y tener hijos pero ella no estaba de acuerdo con eso, ella creía que tenían derecho a decidir sobre que hacer en su vida y casarse por amor, pero su padre no pensaba igual y seguía imponiéndoles que ese era su deber pero lo que lleno su corazón de ira fue, que querían enviar a su hermana cómo sacrificio y su padre había aceptado.

En su desesperación por contentar la ira de aquel dios y su hijo, no tuvieron más opción que recurrir a esta alternativa por última vez a pesar que en años anteriores esto no había funcionado puesto que los sacrificios no eran aceptados y las jóvenes eran asesinadas.

—" La aceptarán, les hemos enviados tantos sacrificios que con este al fin se rendirán y lo aceptarán, ella está a un paso de la muerte, quizás se apiaden de su alma y le den una muerte rápida y digna"–

Esas fueron las palabras de unos de los consejeros de su padre quien estaba reunido con otros líderes. Debido a que los demás habían dado más sacrificios, era el turno de su padre de ofrecer uno y del cual, sería más "valioso" por ser una sacerdotisa casta y pura. El silencio dominaba el lugar hasta que escuchó aquello que lleno su corazón de ira.

—"Está bien........la prepararemos mañana antes del anochecer y mi otra hija tomara su papel como próxima sacerdotisa como debe ser"–

Se alejó rápidamente de la puerta y corrió, corrió y corrió hasta llegar a la entrada del templo. Jadeo, queriendo recuperar el aire, observó aquellas escaleras que guiaban a aquel lugar donde su hermana sería llevada, sabía que no debía estar ahi pero no le importaba. Tenía un plan y lo llevaría a cabo. No iba a permitir que la vida de su hermana terminará así, no la perdería, suficiente tuvo con perder a su madre tan joven, no soportaría otra pérdida. Haría todo lo posible,  suplicaría para hablar con aquel dios cruel y pedirle piedad por su hermana y que la salvará, incluso dar su vida si era necesario.

—"Te salvaré....incluso si tengo que sacrificarme por ello"–

Aquellas palabras resonaron una vez más en su cabeza y tal como prometió, ahí estaba ella, llevada en aquel palanquin, vestida con una yukata simple blanca y un mantil del mismo color que tapaba su rostro y por eso nadie se dio cuenta que era ella. Los tambores sonaban, los hombres que por el momento estaban sanos cargaban el palanquin, las mujeres llevaban las lámparas que guiaban el caminó y cantaban una melodía fuerte, una canción que describía el sacrificio como un acto dichoso aunque en realidad este estaba lejos de ser lo.

Mentiría si dijese que no estaba asustada pero estaba decidida y a pesar que su cuerpo flaqueaba su determinación no. Así sin más, miro aquellas escaleras que guiaban a aquello por lo que se enfrentaría. Respiro profundo, llenando sus pulmones de aire fresco que probablemente sería el último y apretando la tela de su vestimenta, suspiro y dejó atrás todo aquello que conocía.

Lo que ella no sabía esque, aquella decición que nació de la determinación de salvar a su hermana, creará una cadena de actos que cambiarán el rumbo de su destinó, su propósito, quizás no solamente en salvar a aquellos que ama sinó en también a alguien más, específicamente, aquel que su corazón fue dañado y que quizás, con su amor pueda ser sanado.

Déjame  SanarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora