Nuevo comienzo

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No siempre cumplir las reglas es hacer lo más justo.

Mi madre me dijo eso en algún momento de mi niñez después de haber peleado con un niño. Solía burlarse de mis dientes separados, así que en cuanto tuve la oportunidad de regresarle la burla inflando su cuerpo como un globo de la ira, no pude evitar sentirme demasiado bien. Así fue como me convertí en la reconocida Charlotte Sellers, en el jardín de infantes la niña que podía inflar a sus enemigos si las hacías molestar.

A las mujeres encargadas de cuidarnos en el jardín escolar claro que no les gustó esto, pero al ser mi madre llamada para tener que regañarme por lo ocurrido, me defendió. Ese día no recibí un castigo de su parte, pero si esta enseñanza. Además, mis poderes mágicos fueron confirmados, cosa que fue un gran alivio en mi hogar. Mi madre era una squib, así que desde mi nacimiento corría peligro de no desarrollar las habilidades que el mundo mágico esperaba.

Este refrán viviría conmigo siempre. En los momentos más duros de mi vida me guió para decidir lo mejor, y me inspiró valor.

Así que nuestra historia podría comenzar contando mi tercer año en Hogwarts. Cierto es contar que siempre tuve una gran pasión por las bromas y el humor. La familia Sellers después de la Guerra Mágica vivió años difíciles, por lo que mi nacimiento el primer día de enero en 1979 fue una bendición para mis padres. Después de todas las dificultades que enfrentaron, fue como mi deber divino hacerlos reír. No me importaba ser una especie de payaso, o jugar como una celebridad de entretenimiento, yo quería que siempre hubiera felicidad en sus rostros.

Naturalmente, al conocer a Fred y George Weasley nos volvimos los amigos más cercanos. La gente juraba que eramos trillizos, o que resultaría ser yo una hermana perdida suya. Nuestra cercanía era tal que enfrentamos juntos los castigos, tratando de volverlos más llevaderos. Ahora que comenzaba nuestro tercer año juntos, habíamos elegido Cuidado de las Criaturas Sobrenaturales y Estudios Muggles.

(...)

Cada Weasley tenía su propia personalidad, algo único, pero el hecho de que fueran tan cercanos a mi no impedía que mi relación con uno fuera algo desastrosa. Su nombre era Percy Weasley, el hijo correcto y perfecto, el hijo estudioso y siempre el mejor promedio de su año. Nada de él me agradaba. Su personalidad era estirada, su actitud fanfarrona y su sentido del humor era lo que más dejaba a desear. Pero con todo esto, mi desagrado hacia él no era en si personal, sino algo que me habían inculcado sus hermanos. Eso cambió con la llegada de Harry Potter a Hogwarts, y el inicio de mi tercer año en la escuela.

Durante el camino a la escuela en el tren, Fred y George estaban conmigo, compartíamos grageas que habíamos comprado con el dinero de los tres.

-Niños, estamos a punto de llegar, mi madre me mandó a darles esto que olvidaron. -Se asomó a nuestra cabina un chico pelirrojo que se veía apenas un poco mayor a nosotros-. Oh, tú debes ser Charlotte. Un gusto, gracias por cuidar de mis hermanos. -Me ofreció su mano para darle un apretón-. Soy Percy Weasley.

Le devolví la mano un tanto confundida por las formalidades. Por supuesto que lo conocía, pero era extraño pensar que pudiera agradarle por mi cercanía a sus hermanos. 

-¿Una golosina? -Fred le ofreció la bolsa de grageas-.

En cuanto noté que estaba agarrando una color verde oscuro lo detuve.

-No deberías elegir esta, mira bien. -Al quitarla de su mano, le enseñé que mirando a contraluz podías ver su interior, en este caso, era col vieja-. Prueba con esta otra. -Le cedí una color café, su color parecía indicar que era chocolate-.

Percy me miró dudativo, pero accedió a comerla con gusto. Pero la pequeña confianza que me regaló duro poco, ya que su rostro se tornó rojo y de sus orejas salió humo. Después de terminar de tragar el dulce, me miró con rencor.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2021 ⏰

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Fue todo una apuesta (Percy Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora