"Los tiempos oscuros acabaron cuando abandonamos nuestro hogar en busca de la supervivencia y, así, gobernamos el universo que siempre fue nuestro"
Historia fundamental de nuestra especie, J.K. Adamms, 34 T.E.C.
[§]
Los chicles pegados al suelo nunca fueron algo importante para Runa hasta el día en que la abandonaron en la Estación Abril Hakiry con un solo perro de juguete de compañía.
El pequeño peluche de trapo era estrujado entre sus manitas mientras sus ojos viajaban nerviosos de lado a lado esperando encontrar algún rostro familiar, solo para al final volver a la rueda de chicles aplastados por los cientos de pisadas que dejaba la multitud.
Parecían ser los únicos que no deseaban abandonar su hogar, aun cuando este se veía al punto del colapso.
Personas con máscaras antigás iban y venían por los pasillos abarrotados. Sus rostros eran dibujados por la luz pálida de los focos sucios en el techo.
Las mujeres sonreían bajo sus máscaras al entregar a sus hijos a las autoridades. No lucían desesperadas por la idea de separarse de ellos. Al contrario, sabían que su sacrificio era lo mejor que podían hacer por el futuro de la humanidad. Hacían historia poniendo su fe en la bella ciencia.
Runa fue alzada de su lugar. Pataleo chillando como puerco que iba al destazadero. No quería irse de ahí sin su madre.
Una melena cobriza cubriendo todo el rostro de la mujer que la entregó, con una sonrisa perfecta enmarcada por unos labios rojos brillantes, fue lo último que logró exprimir de su atrofiado cerebro.
-Tranquila, ya estás aquí. Estás bien.
¿De dónde venía eso?
Las imágenes pasaron con rapidez y escuchó a alguien llorar. Había mucho fuego de pronto. El humo se escabullía por su garganta.
¡Mamá!
-Runa, sigue mi voz. Deja ir ese recuerdo.
Algo estaba perdido, una silueta confusa estiraba su mano hacia ella. ¿Había nieve?
Jadeó cuando las imágenes se volvieron un torbellino y su conciencia volvió por completo.
-Tranquila, Runa. Ya estás aquí, te tengo a salvo.
Sintió cómo sus hombros se destensaron y echó un suspiro pesado por su nariz al sentir su Esencia reacomodarse en el molde de su cuerpo.
-¿Cómo lo hice?
-Para ser tu tercera vez en esto debo admitir que eres muy buena.
Sonrió con un tono de derrota y se aventuró a abrir sus ojos para ver el mundo a su alrededor.
Aunque su Esencia se había acomodado correctamente, aun sentía su mente volando entre los recuerdos.
No pudo evitar pensar que de seguro eso le decía ella a todos sus clientes con el tal de que le siguieran pagando por sus terapias.
"Estás bien", "Lo hiciste correcto", "Eres muy buena en esto".
Se alegraba por Cecille, sus terapias eran tan virales por sus buenos resultados que ahora todo mundo acudía a ellas como si fueran una especie de caramelo adictivo. Pero, ese era el problema: la gente acudía a ella por problemas tan mínimos y estúpidos que dejaban fuera de la agenda a muchos que realmente la requerían.
ESTÁS LEYENDO
Compré Júpiter a la edad de doce años
RandomColonizamos el universo en busca de sobrevivir. Dominamos mundos vacíos y nos aventuramos a buscar el fin del cosmos intentando lograr la eterna supervivencia de la humanidad. Lo que no supimos es que la etérea humanidad que presumíamos conservar ha...