Capítulo 3. Los malvaviscos del chocolate.

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"Muchas veces se ha dicho que ganamos la guerra en contra de nosotros mismos. Pero, como siempre se ha sabido en los libros de historia, nuestros errores solo son como malvaviscos que quedan flotando eternamente sobre el chocolate hasta fundirse en él. Somos humanos ahora y aunque intentemos negarlo y encubrirlo cuantas veces sean, no dudo que lo seremos siempre."

Recuperado de los debates de las primeras guerras, Dra. Loan Zarsen. 2T.E.C.

Arquímedes salió al encuentro de Runa en cuanto ella abrió la puerta. El cascabel colgado a su cuello rebotó contra su pecho mientras sus delgadas patas corrían por el apartamento.

–¡Arquímedes, deja de correr! Harás que me caiga, gato estúpido.

Un maullido agudo fue la única respuesta que recibió mientras la bola de pelos corría por la sala hasta la cocina. Estúpidamente feliz, como si hubieran pasado milenios sin ver a su ama.

–Dame un segundo, voy a cambiarme.

¿Sería normal que siguiera esperando una respuesta del felino?

Runa caminó hacia la planta alta de la casa. La Esencia del edificio se activó en cuanto pisó el primer escalón de la escalera y un suave tintineo de la melodía predeterminada se extendió por el hogar mientras este encendía todas las luces.

–¡Bienvenida a tu hogar, Runa! –Qué irónico que este lugar se sienta como todo, menos un hogar, pensó Runa mientras apuraba el paso–. El clima de hoy en Terra 500 es ligeramente inestable. Veo que llegas de la lluvia, permíteme encender la calefacción para ti.

–Enciende calefacción –murmuró Runa al edificio destruyendo el silencio que se había extendido por Casa mientras esperaba su consentimiento.

–Perfecto. Encendiendo Calefacción. Veo en tu estado de ánimo que no tienes ganas de hablar, así que te dejaré tu playlist preferida de esta semana. Buena suerte en tu excelente día, Runa. Si me necesitas, estoy a un llamado.

–Casa.

–Dime.

–Enciende el tocadiscos.

–Encendiendo el tocadiscos.

Retiró su ropa empapada mientras el vinilo seguía girando y la lanzó por el conducto que llevaba al cuarto de limpieza, recostando su cuerpo semidesnudo en la cama después.

Su mirada cansada se mantuvo quieta en el techo. Algo en su interior se removía con dolor, parecía que su mente destrozada le clavaba agujas en las entrañas buscando que por una vez en su vida Runa lagrimease.

–Cama, extiende una cobija delgada, por favor.

Del techo salieron dos brazos robóticos que cubrieron su cuerpo con una cobija delgada y acariciaron su cabello después intentando darle paz.

Café Tacvba continuó sonando en el viejo tocadiscos.

Había algo en lo olvidado, en lo escondido, en lo de las otras épocas que le brindaba un sentimiento de amor.

Era casi como ser abrazada por recuerdos ajenos, por todas esas historias sin contar que reposaban en los huesos y en los pasos de todos los que aun vivían.

–Runa, has dejado los siguientes recordatorios que debes comenzar dentro de veinte minutos. Como primer recordatorio te informo que debes comenzar con tu investigación para tu tesis de titulación. ¡Suerte en este proyecto! El siguiente recordatorio será informado cuando acabes con esta tarea.

Apretó sus ojos frunciendo su ceño. No es que detestara hacer tarea, lo que detestaba era enfocar su mente en un solo trabajo cuando ella era de esas personas que no pueden vivir un momento a la vez.

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⏰ Última actualización: Oct 14, 2022 ⏰

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Compré Júpiter a la edad de doce añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora