𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗥𝗔𝗜𝗡𝗕𝗢𝗪 𝗕𝗢𝗬: PT2

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Su padre murió cuando tenía trece años, causando que él junto a su madre quedaran solos y desamparados por haber perdido a su pilar de existencia.

Sunoo recuerda la forma tan triste en la que su madre comenzó a deprimirse hasta el punto de convertirse en una adicta al alcohol. Dejandolo completamente solo, sin importar que aún fuera un niño.

No está seguro de cuanto tiempo pasó, pero un día llegó del colegio y se encontró con la presencia de un hombre desconocido en la sala de su casa, mientras su madre reía en el regazo de este, completamente borracha.

Sunoo los había ignorado para subir y encerrarse en su habitación, con la esperanza de que aquello no volviera a suceder, pero entonces se encontró viviendo bajo el mismo techo que aquel hombre. Con su mamá ignorando su presencia mientras él se mantenía encerrado bajo llave en su habitación.
Sunoo no era nada más que un niño inocente sin el cuidado que necesitaba, por eso él no podía entender o saber que se encontraba bajo peligro.

Una tarde, mientras hacía las tareas, había escuchado el llanto desgarrador de su madre, pidiendo auxilio mientras golpes y cosas rompiéndose podían escucharse desde la habitación principal. Sunoo había salido de su habitación, dispuesto a ayudar a su madre, sin imaginarse que allí iniciaría su calvario. Su infierno.

Antes de que aquel horrible hombre, llamado Doyoung, lo tomara bruscamente y lo encerrara con él en su habitación, Sunoo había visto la forma tan lastimera en la que su madre lo miraba, casi pidiendole perdón por lo que sucedería y que no podría evitar.

Sunoo la miró confundido, sin entender que Doyoung abusaría de él como venganza luego de que descubriera a su madre llorando por su papá.

Sunoo se sintió lastimado, completamente sucio, mientras Doyoung comenzaba a vestirse y lo dejaba allí sobre su cama. Con su cuerpo maltratado y tembloroso, con las lágrimas bañando sus mejillas mientras se abrazaba a sí mismo, buscando reconfortarse luego de haber pasado algo tan horrible. Unos minutos más tarde, Doyoung ya estaba fuera de casa, y él lloraba desconsoladamente contra el pecho de su madre, escuchando las disculpas que ella le daba. Disculpas que no repararían el daño que ya estaba hecho.

Doyoung no volvió allí por meses. Meses en los que su madre trató de recuperarse y ayudar a que él olvidara aquella horrible situación que había vivido. Pero, ¿cómo podría olvidarse de ello si ahora llevaba en su vientre el resultado de aquello?

Sunoo no quiso volver al colegio, sintiendose avergonzado por lo que le había pasado, y odiando más con cada segundo que pasaba a Doyoung y a ese bebé que esperaba. Prefería estar muerto antes que vivir con todo eso que había sufrido.

Odiaba a ese bebé. La odiaba...

La odiaba, pero cuando la tuvo en sus brazos no pudo hacer nada más que llorar por lo bonita que era. La quería. Él la amaba. Su bebé. Su bonita Myah.

—Ella no puede salir como tu hija —le dijo su mamá una tarde, luego de volver del hospital. La bebé dormía en sus brazos y Sunoo apreciaba lo delicada que era—. Él... él podría enterarse y quitártela, Sunnie. ¿Quieres eso?

Y Sunoo negó aterrado, apretando a Myah contra su pecho. Él no podía separarse de ella, no quería. Ella era su hijita, su princesa. Doyoung no podía quitársela.

—Yo la registraré como mi hija, ¿está bien? Saldrá con mi apellido de casada y saldrá como tu hermana menor, pero ella es tu hija, ¿está bien?

Estaba bien, por supuesto. Todo estaba bien.

Pero entonces, un día, Doyoung apareció frente a la puerta de su casa, arruinando la pequeña felicidad que había logrado conseguir.

˚ ִֶָ 🗝️ ♡︎ ₊ 𝗔𝘁𝘁𝗲𝗻𝘁𝗶𝗼𝗻!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora