𝐑𝐞𝐬𝐩𝐥𝐚𝐧𝐝𝐨𝐫 𝐃𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 (𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈)

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"Cuenta una antigua leyenda que, envuelto en caos y sumergido en las profundidades del olvido, el ojo de 'aquello' se mantenía atento al único brillo que le daba un motivo para contemplar el firmamento. Un día, sin embargo, 'aquello' se apoderó de todo lo que le rodeaba y se alzó por los cielos, pretendiendo devorar las estrellas. En alguna lengua perdida, 'aquello' empezó a ser llamado 'Dahur Da Mughar', la sombra que engulle todo a su paso, aquel que persigue a la luz, el presagio de la calamidad...
Según una profecía de origen incierto, Dahur Da Mughar volverá a manifestarse cuando se abra la puerta prohibida. El mundo sucumbirá a la oscuridad y probará un atisbo del fin de los tiempos... Entonces, de las cenizas de la fe muerta se erigirá el portador de la luz que teñirá de dorado el horizonte y que irradiará esperanza. Dahur Da Mughar cesará su vuelo y un nuevo resplandor dará paso a un mejor mañana..."


En un lugar cercano al alba y apartado del ocaso, un muchacho se hallaba alistándose para emprender un pequeño viaje con el objetivo de recolectar tantos frutos como pueda antes de la llegada del invierno. Era su responsabilidad, pues sentía que debía mostrar su gratitud hacia la mujer que se había hecho cargo tanto de su cuidado como el de sus hermanos menores, quienes pasaron por el infortunio del abandono.
—Ten cuidado, Golden —advirtió la mujer—. El viento lleva consigo los susurros del bosque. Pueden confundirte y hacer que te pierdas en ellos.
—No se preocupe, madre —dijo Golden—. El viento es mi aliado, siempre me indica hacia dónde debo ir.
"Golden, un nombre brillante para un niño brillante", era lo que escuchaba decir a su madre muy a menudo, mas Golden creía que quien realmente brillaba era la mujer que lo tomó entre sus brazos cuando fue dejado a su suerte sobre la tierra gélida, aquella que trajo luz a su vida... Asimismo, ver a sus pequeños hermanos corriendo y divirtiéndose e imaginar lo que pudo haber sido de ellos si su madre no hubiera decidido cuidarlos le hacía pensar en lo afortunados que eran.
—Debo mantener esa felicidad —pensó Golden—. Nuestros días siempre brillarán.
A medida que se adentraba en el terreno boscoso, una voz misteriosa se hacía cada vez más presente, llegando al punto en el que Golden podía sentirla justo al lado de su oído, acariciándolo, sosegando su mente y llevándolo por un sendero en el que las hojas cantaban melodiosamente. Sin darse cuenta, Golden terminó frente a la entrada de una cueva que jamás había visto en sus anteriores exploraciones. Respondiendo al llamado de su curiosidad, Golden siguió el camino oscuro del interior de la caverna, ya que creía ver una diminuta luz en el fondo, una minúscula luminosidad que le llamaba hacia ella. En eso, el suelo fue agrietándose hasta romperse por completo, provocando que Golden cayera en agua subterránea.
—¿Qué está pasando? —se preguntó Golden a medida que iba sumergiéndose, perdiéndose en una sensación de vacío y dejando que sus pensamientos se diluyeran en el agua.
Así, sin poder mover su cuerpo, Golden siguió hundiéndose hasta perder todo rastro de claridad. No obstante, al cabo de cierto tiempo, se encuentra a sí mismo mirando hacia una luz que surgió repentinamente, la cual provenía de la silueta difusa de una chica que pedía ayuda. Pese al nulo entendimiento de la situación, los impulsos de Golden lo llevaron a extender su mano para alcanzar a la de la joven, quien, del mismo modo, parecía querer acercarse a él.
Sin embargo, antes de que sus manos lograran encontrarse, Golden abrió sus ojos de golpe y, como si acabara de despertar de un sueño, se vio en un breve estado de confusión. En cuanto volvió en sí, notó que se hallaba tendido sobre el suelo al interior de la cueva. No había rastro alguno de una ruptura ni de agua subterránea.
—Qué extraño... —Golden se levantó y miró a su alrededor en busca de indicios de lo que él creía que le había sucedido—. Tal vez todo fue un sueño, pero... ¿por qué me quedé dormido en este lugar?
Golden salió de la cueva y retornó a su deber de recolección. En cuanto terminó, se dispuso a regresar a su pueblo lo más pronto posible, pues no estaba muy seguro de cuánto tiempo había pasado en la cueva.
El calmo horizonte azulino fue transformándose en una gran línea cargada de un rojo tempestuoso. De igual manera, grandes cortinas de humo comenzaron a ser observables desde el lugar en el que Golden se encontraba. El muchacho supo de inmediato que los cielos vaticinaban una tragedia en su pueblo, por lo que, alarmado, aceleró su marcha.
Al llegar al pueblo, deseó que aquello que le decían sus ojos hubiese sido una mentira: las casas, los pobladores, sus hermanos y su madre fueron azotados por una calamidad desconocida. Cargado del hedor de la sangre de sus seres queridos, el cruel y espeso viento, cual hoja de una espada, cortaba su ser en pedazos. Incapaz de regresar atrás y hacer frente al trágico destino de su familia, Golden solo podía gritar y llorar desconsoladamente. La luz se esfumó por completo y una oscura y gélida noche se hizo presente.


La muerte puede suceder en un abrir y cerrar de ojos, pero las heridas que provoca quedan siempre marcadas en el corazón. El tiempo puede aliviar el dolor, mas no hacerlo desparecer. Los jadeos de un joven errante y de corazón afligido no hacían más que acrecentarse ante el inminente peligro: unas bestias hambrientas lo habían emboscado. Pese a su abatimiento y a sus escasas posibilidades de supervivencia, Golden no tenía intenciones de perecer. Se mantuvo firme en cuanto las bestias embistieron contra él, dispuesto a hacerles frente de algún modo. En eso, una fuerte luz azul invadió el lugar y apartó a todas las bestias. Todo fue obra de un anciano que había llegado al rescate del muchacho.
—¿Qué haces en un sitio como este? —preguntó el anciano—. El territorio de los monstruos no debería ser un lugar de paseo para un niño.
—Estoy perdido... —respondió Golden—. Agradezco que me haya salvado, pero he de recorrer esta senda en soledad.
—Cuán aterrador es perderse en un camino incierto —dijo el anciano mientras levantaba la mirada—. Si dejo que la suerte te acompañe, presiento que, dadas tus condiciones, jamás encontrarás una salida. Podría elegir ignorarte, pero vi claramente cómo te aferrabas a la vida.
—Entonces, ¿qué debería hacer?
—¡Lucha, muchacho! ¡No le concedas la victoria a quien destruyó tu hogar!
—¡¿Qué significa esto?! ¡¿Cómo sabe usted que mi hogar fue devastado?!
—Pude ver a lo lejos un resplandor carmesí... El cielo anunció la presencia del oscuro.
—¡¿Quién es el oscuro?! ¡¿Esa persona fue la que atacó mi pueblo?!
—Si buscas respuestas, entonces ya has elegido un nuevo camino. Sígueme, te ayudaré a encontrar la luz en el sendero que te depara...
Golden aceptó la propuesta del anciano y fue detrás de él, esperando obtener respuestas a todas sus interrogantes. Al parecer, la gente de su pueblo fue víctima de los designios malintencionados de un hombre a quien el anciano se refería como "el oscuro" o "el señor de la oscuridad", el cual lideraba un grupo conocido como el "Ojo del Abismo". La figura del oscuro se caracterizaba por desprender un aura roja que infestaba cada zona en la que sembraba el caos. No obstante, pese a ser una gran amenaza, los guerreros del reino no eran lo suficientemente fuertes para hacerle frente. Además, la protección se centraba más en la capital, dejando de lado muchos pueblos que terminaban siendo asolados por el Ojo del Abismo.
Tras haber adquirido un mayor conocimiento de la situación, Golden decidió fijarse un objetivo: convertirse en guerrero y derrotar al Ojo del Abismo para que otras personas no tuvieran que pasar por más desdichas. Entonces, al ver la determinación del joven, el anciano se ofrece a entrenarlo en el uso de la magia.
—Presta atención —dijo el anciano mientras generaba una luz de color azul en la palma de su mano, justo como la que apareció cuando Golden fue atacado por aquellas bestias—. Lo que tengo sobre mi mano es el resplandor azul, la magia que aprenderás a utilizar. Este poder te permitirá fortalecer tu cuerpo e infligir daño a tus enemigos. Solo debes buscar la luz que habita en tu interior y pedirle que se manifieste.
—¿Por qué es de color azul? —preguntó Golden.
—Es una pregunta bastante curiosa —comentó el anciano—. Verás, se dice que nuestra alma, al provenir del cielo diurno, tiene una coloración azul.
—Entonces, ¿por qué el señor oscuro emite un resplandor rojo?
—Es posible que haya alterado su alma de alguna manera. Cualquiera que busque un poder ajeno a su naturaleza terminará sacrificando mucho más de lo que había previsto. Desconozco el objetivo del oscuro, pero no cabe duda de que su final será tormentoso...
De acuerdo con el anciano, cualquier persona que dedicara algunos años de entrenamiento podría ser capaz de utilizar el resplandor azul, por lo que esperaba que Golden alcanzase cierto dominio de la magia en unos cinco años como mínimo. Sin embargo, para sorpresa del hombre que había vivido mucho y observado tantas cosas, pasó menos de una semana para que Golden lograra generar un pequeño resplandor azul.
—¡Lo logré! —exclamó Golden.
—Es extraño... —pensó el anciano—. Es un resplandor azul, pero hay algo diferente...
—¿Sucede algo? —preguntó Golden debido al silencio de su mentor.
—Me he quedado sin palabras ante semejante proeza, muchacho. Aun así, no se trata de pretender imitar lo que te muestro. Recuerda que esta magia nace del encuentro con tu luz interior. Tienes un talento único, pero solo visualizando la luz de tu alma podrás aprovechar todo tu poder.
Al cabo de unos meses, el anciano le dijo a Golden que ya le había enseñado todo lo que sabía. Golden se despidió de su maestro y emprendió un viaje alrededor del reino para aprender más cosas antes de incorporarse al cuerpo de guerreros. Con su objetivo en mente, marchó hacia un nuevo futuro...

۞ 𝐑𝐞𝐬𝐩𝐥𝐚𝐧𝐝𝐨𝐫 𝐃𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 ۞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora