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Citas, amor, romance, besos; todo lo que tenga que ver con amor Shinichiro lo envidia. No es cómo si esté no tuviera ni una pizca de éste, diría que se desborda del amor que le tienen a su persona cómo serían sus hermanos, amigos, sus subordinados.
Sin embargó, esté siempre había añorado un romance con una chica, uno dónde sintiera la calidez de un beso, un abrazo repentino y esas enamoradas sonrisas que se escapan con sólo ver esa persona amada. Pero conocemos a este pelinegro, ha recibido más rechazos que los becarios.
—Y ahí va el rechazo veinticinco —un suspiro escapó de sus labios observando desde lejos cómo la chica se alejaba con rapidez del pelinegro. A su lado reían con hervor Wakasa junto con la única chica de su círculo social cercano, mientras tanto Arashi miraba con preocupación al rechazado—. ¿Cuándo va a entender?
—No tengo ni idea, pero es mejor que siga así. Cada rechazo es de lo más original —comentó sin dejar de reírse, sus manos abrazaron su estómago por el dolor que apenas comenzaba de tanto reír.
—Por favor, ____. Shinichiro siempre llora con cada rechazó y el que tiene que secar sus lágrimas soy yo —reprochó molestó golpeando la espalda de la fémina, la cual dejó a un lado su risa para cambiarla a quejidos por el reciente impactó.
—Ahí viene, recuerden no mencionar nada de la chica. Esperemos a llegar a su casa para que pueda desahogarse bien ¿Entendido? —los contrarios asintieron esperando a su amigo quién se acercaba a pasos lentos dejando ver su tristeza.
Shinichiro de a poco se acercaba a su grupo de amigos, afligido suspiraba para evitar romper en llanto cómo normalmente hacía. Era cierto qué uno sufre después de un rechazó, pero ya después de veinticinco debería tener ya una fortaleza formada, pero no, le dolía cómo si fuera la primera vez.
—Vamonos —ordeno sin ánimos arrastrando sus pies hacía su motocicleta, en lo único que pensaba en esos momentos era en subirse e irse en a su hogar para ahogar sus penas.
