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Tener amistad con personas que no se caen bien, ya es un problema grande, pero ser amigo de los altos mandos de las pandillas mas peligrosas y que son rivales, ya es una catástrofe.
—Ya llegamos, bájate —ordeno Kazutora liberándose del agarre del menor, quien se encontraba aferrado a su espalda con temor—. Eres un miedoso, ¿Lo sabes?—comento burlón, riéndose del bufido molesto que libero su amigo.
—No tendría tanto miedo si no manejaras como un borracho, hasta Hanma podría manejar mejor que tu.
—Manejo genial, solo que no estas acostumbrado a los conductores geniales, porque siempre estas con esos.
—¡Por lo menos ESOS! Si respetan las señales de tránsito —Kazutora iba a reprochar, pero fue interrumpido por el menor, quien buscaba con la mirada los contrincantes de sus amigos—. ¿Y contra quien pelearán? No los veo por aquí...
Se calló al escuchar no muy lejos el ruido de unas motos, unos motores que conocía perfectamente. Uno a uno llegaban, estacionándose frente a ellos con su rostro molesto, el chico que no pertenecía a ninguna pandilla se escondió detrás de Kazutora, buscando un escondite o refugio, ya no sabia ni lo que quería.
—¡Mikey! Me alegra verte.
—Hanma —contesto seco, observándole sin ninguna expresión en su rostro—. ¿Hm? —desvió su mirada del mas alto para observar al chico del cascabel—. Oh, Kazutora, que agallas de aparecer frente a mi.
—No son agallas, solo es el deseo de matarte —dijo risueño asustando al chico detrás de el. Temía en que, si Mikey se molestaba mucho y lo pateara, el terminaría volando junto a su compañero.
—Kazutora, cállate —murmuro detrás de el, intentando no ser notado por el chico frente a el, pero este chico no es nada discreto.
—¿A quien escondes, Kazutora? —pregunto seco. Ese tono mas grave de lo normal lograba erizar la piel del menor; pobre chico ya estaba rezando internamente.
