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Chupón
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La mañana comenzaba y el sereno en todo el lugar hacía que el clima que ya está fresco pasará a hacer frío así que inconscientemente sus cuerpos estaban abrazados bajo las sábanas.
La cena de la noche anterior había ido de maravilla, y eran solamente ellos dos en el departamento, con una cena bastante grande para que comieran lo mismo tal vez tres días seguidos Sin ningún problema, además la noche anterior pasaron bastante siento en su habitación bajo las cálidas mantas ya propia calidez de sus cuerpos. Primero fueron ligeros quejidos, después su cuerpo comenzó a estirarse. El castaño despertó primero, primero observó el techo como si eso fuera lo más interesante en el mundo al menos por unos segundos, ya que la cabeza azabache ahora estaba en su hombro.
— Duxo... - su voz era gruesa y cansada por la mañana, pero ni siquiera eso despertó al mencionado. — Duxo... - se movió un poco para despertarlo pero aún nada.
Miró unos segundos más a la cabeza de cabellos azabaches que seguía en su hombro que había dejado se sentir hace unos minutos. Algo que un era muy raro era el sueño pesado que tenía, por el contrario un día podía dormir y despertarse con el más mínimo ruido y al otro podía tirarle una almohada él la cara y aún así no se despertará.
Pensó en que podría hacer para que el chico se despertara y tuvo una idea en ese momento, movió al azabache y dejó su rostro en su cuello disfrutando de la ligera colonia que había quedado de la cena de la noche anterior, beso por segundos su piel, sin moder esperando que solo el contacto en la piel sensible del mayor fuera lo suficiente para despertarlo, después de algunos besos no paso.
— Duxo. - está vez fue a más, besando de una manera más escandalosa, dejando algunos rastros de saliva por su cuello aunque no era intencional, Aquino decidió no limpiarlos. — Duxorethey~ - a los besos los acompañaron ligeras mordidas que solo causaron que el azabache se quejara suavemente.
Eso continuó unos segundos más, y para finalizar terminó con j chupetón bastante sonoro y visible que no solo causó las quejas y gemidos del azabache si no también su despertar.
— ¿Qué diablos te pasa Aquino?. - se sentó en la cama y como reflejo tocó su cuello pudiendo sentir los rastros de saliva por su piel, para él era asqueroso en ese momento. — ¿Pero qué?-
— Buenos días. - dijo con tranquilidad y disfrutando de la imagen que tenía al frente, las mejillas del azabache eran rosadas, su cuello tenía las marcas de sus dientes, el chupetón, su cabello alborotado y enredado, su camisa ligeramente movida dónde seguían algunas marcas más, si era una buena vista que no desperdiciaria.
— Que "buenos días" ni que nada Aquino, que asco. - quitó saliva con su mano y la tallo en la ropa del castaño.
— ¡Duxo!.
— ¡Tu iniciaste!
El castaño aún recostado se movió y se escondió en el azabache y en las sábanas que estaban en su regazo, el mayor no se quejo, acarició y revolvió sus rizos castaños.
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