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Diciembre 16

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Diciembre 16.

Ese sábado por la mañana, los estudiantes se vieron sorprendidos por la primera nevada, que había llegado en medio de la noche, pintando de blanco cada centímetro del castillo. Los estudiantes, gustosos, salieron envueltos en grandes abrigos, guantes, gorros, bufandas y calentadores de colores brillantes, los más jóvenes se dispusieron a jugar "guerrillas" un juego que consistía en juntar dos o más grupos de personas para crear un fuerte en el que pudieran resguardarse de los ataques de los otros, estabas muerto si el equipo contrario tomaba posesión de tu fuerte.

A decir verdad, él y sus amigos pasaban horas jugando a "guerrillas" cuando eran más pequeños, en sus recuerdos las caras de sus amigos siendo golpeados por las bolas de nieve aún eran nítidas, las risas susurraban en su mente dejándolo con un sentimiento de melancolía.

El tiempo había pasado, ellos habían crecido y su día de diversión ahora ya no era crear fuertes, sino salir a caminar por Xibe, comer, beber, bromear y salir con chicas. Bueno, esto último no aplicaba para el castaño.

El grupo de chicos Ravenite tenían una tradición desde cuarto año que consistía en salir a tomar una cerveza de mantequilla al bar más concurrido del pequeño pueblo ―El Lobo Gris― cuando callera la primera nevada, esto para reforzar su amistad.

Y ahí iban, los cuatro chicos bajando la colina en dirección al bar mientras bromeaban y se aventaban unos a otros, la punta de la nariz de Kai se tornó roja por el frio al igual que sus mejillas.

Keing, quien era un poco más alto que el castaño lo tomo por los hombros para atraerlo más hacia su persona.

―¿Tienes frío, Kai? ― Preguntó su compañero ahora quitándose la bufanda y comenzando a envolverla por el cuello del más joven.

―Sabes que estoy bien, Keing, no hace tanto frío.

―Prefiero evitar que agarres una gripe a que tu madre nos regañe por no cuidarte bien, pequeño ― Dijo mientras se acomodaba detrás del castaño formando un abrazo de oso.

Kai sólo consiguió rodar los ojos por el excesivo cuidado que sus amigos le ofrecían, algunas veces podía hacerse beneficioso de ser el más joven entre los cuatro (sólo por meses) y otras veces podía sentirse sofocado por tanto afecto y cuidado con el que lo trataban sus hyungs.

Antes de llegar a las faldas de la colina y adentrarse a las estrechas calles del pueblo, un grupo de sliether apareció en su campo visual. Sliethers que no tardaron en reconocer, y así como ellos, los verdes también los reconocieron de inmediato.

―Oh, vaya, ¿Pero qué tenemos aquí? ― Soobin fue el primero en abrir la boca ―¿Keing Kalagi ha conseguido un muñequito que le limpie las lágrimas después de haber sido rechazado por la jefa de nuestra casa?.

Y con este comentario los demás sliethers rompieron en risas. No era secreto de que Keing había estado enamorado de la jefa de la casa Sliether durante casi tres años, y que ésta lo haya rechazado de la peor forma que podría existir. La chica había anunciado a los cuatro vientos que ella jamás podría salir con un chico como él, con sangre manchada y con una familia en quiebra.

深 𝗺𝗮𝗴𝗶𝗰  ─  sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora