Too much

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                                                                                Capítulo III:

 Era una fresca mañana de abril en el momento que Leah empezó a cuestionar ciertos aspectos de su vida. Tenía diecinueve años, había comenzado hace poco más de un año la universidad y ya se sentía como de cuarenta con tantas cosas por mejorar. 

Su vida contaba con aspectos muy envidiables. Sin embargo, lo que más resaltaba en ella, era la estupenda relación que mostraba con su novio, Connor. Una relación aparentemente estable con el chico perfecto para cualquiera. Destacaba por ser atento y coqueto con su querida novia en la calle. 

Enfocó su vista en el otro extremo de la cama donde se encontraba, viendo así al chico castaño, casi pelirrojo, dormir con tranquilidad. No veía su cara ya que este le daba la espalda, mostrando así uno de sus muchos inconvenientes en la relación: No eran capaces de expresarse cariño cuando estaban sólos. 

Un fuerte golpe se escuchó en la puerta de la habitación, alarmando sus sentidos. 

—¡Hey, tortolitos! –captó la voz de Toby, uno de sus amigos y compañero de vivienda—¡Más les vale que se apuren si quieren encontrar desayuno! ¡Diana hizo panqueques! 

Aquellos gritos despertaron al castaño que, al captar qué aquel molesto ruido no era más que su amigo, decidió acomodarse boca arriba en la cama. De reojo vio a su novia aún perturbada por la odiosa voz de Toby, pero no le tomó mucha importancia; al contrario de esto, se levantó de la cama y se dirigió al baño. 

Se giró hacia ella cuando estuvo en el marco de la puerta y habló:

—Más te vale que te apures si quieres comer algo antes de irte, querida. 

Leah captó el tono de burla en su voz, pero no tuvo tiempo de responder, porque su novio ya se había encerrado en el baño. 

Realmente eran una pareja extraña. Controlaban los aspectos superficiales, pero el lado cariñoso se les salía de las manos. La mayor parte del tiempo eran fríos e indiferentes entre sí, pero en otros casos, eran el ejemplo perfecto de que del odio al amor solo hay un paso. 

En poco más de media hora, ambos se encontraban en la mesa, uno al lado del otro, mientras desayunaban con tranquilidad. 

—Haré un en vivo—comentó Wendy mientras se acomodaba el cabello. 

Vivían cinco personas en esa casa. Se dividían los gastos y tareas, haciendo más fácil la estadía en el lugar. Eran amigos que se entendían entre sí, y decidieron continuar juntos aún en la etapa de la universidad. 

Leah rodó los ojos con fastidio. Wendy tenía un extraño encanto con las redes sociales, y le encantaba exponer la vida de sus amigos en ellas, de manera moderada, claro. 

—En tres, dos... uno—la grabación en vivo comenzó. 

La pelinegra se mostró muy animada frente a su cámara, mientras mostraba a sus seguidores un poco de su mañana. 

—Un día de estos me desharé de ese estúpido celular— murmuró Elian, fastidiado por las ocurrencias de su amiga. Su comentario causó disgusto en la misma, y le dio un codazo, aún sin dejar de hablar. 

Connor soltó una risita y le dio una última mordida a su desayuno, antes de mirar a su novia, quien veía de igual forma. 

—Buenos días—se acercó un poco más a ella, para dejar un beso sobre sus labios. 

La chica reaccionó de buena forma al beso. Ambos eran conscientes de que debían mostrar ser una buena pareja ante los demás, aunque desde hace meses sintieran que algo cambiaba. 

En tan sólo seis meses, tiempo que llevaban juntos, habían comprendido que ser novios ya no consistía en lo que sintieran, sino lo que aparentaban.

—Hey, tienen público. No coman frente a los pobres —comentó Toby con un exagerado pesar. 

Los aludidos se separaron. Si bien no les era de total agrado ser cariñosos, hacían una excepción con los besos. Los labios de su pareja eran el deleite del otro. 

Connor se separó de la chica, no sin antes dar un último beso a la misma. Se levantó de la mesa, tomó su bolso y le extendió la mano a Leah. 

—¿Nos vamos? —Le regaló una sonrisa coqueta a la chica. 

—Claro que sí amor—tomó su mano e imitó su acción. 

Salieron de la casa, aún tomados de la mano y mostrándose perfectos. Pero una vez estuvieron lejos de la casa, se soltaron como si de eso dependiera su vida. 

—A veces considero el por qué de nuestra relación, ¿Sabes? —expresó la castaña sin detener su andar. 

Él soltó un suspiro, mirando la naturaleza a su alrededor, a veces prefería ignorar esas extrañas conversaciones con su novia. Le causaban demasiadas inseguridades. 

—Te gustó mi propuesta —murmuró encogiéndose de hombros. 

— Fuiste demasiado tierno ese día, no lo puedo negar. Pero resulta que tú y yo no servimos para esto. 

Connor la miró—Somos un asco en esto, Leah. Pero, para los demás no. 

Tenía razón, y ella lo sabía. Esa extraña relación les trajo buenos resultados, uno de ellos era la aprobación de sus padres y posteriormente un poco más de libertad de su parte. 

Todo por fingir ser estables. 

— Tienes razón, me encanta lo que obtenemos de esto—hizo una seña con la mano, mostrando que el resultado era mutuo. 

— A mi me encantas tú. 

Leah detuvo su andar, y miró con seriedad a su novio, mientras se cruzaba de brazos. 

—No es cierto— el chico soltó una carcajada ante su comentario. Esa chica era un encanto. 

Se mantuvieron en silencio, cada uno enfocado en sí mismo sin importarle el otro, porque así eran ellos normalmente, y no les afectaba. 

Al momento de estar a la entrada de la universidad, acortaron la distancia que habían llevado durante todo el camino, de un metro y medio aproximadamente, y se tomaron de las manos. 

—Otro día comienza—murmura Leah, mientras sonreía con encanto. 

Si bien ninguno de los dos sentía ese fuerte amor hacia al otro, les agradaba la atención que recibían. Aquella universidad tenía la extraña tradición de dar premios a las mejores parejas. Y ellos estaban entre aquellos que ganaban popularidad al ser "Buena pareja" . 

—¿Qué clase tienes primero? —cuestionó Connor para establecer una conversación. 

Ella soltó su mano y lo miró con incredulidad. 

—No finjas interés hacia mí, ¿Ok?— señaló a su alrededor —. Nadie nos mira, tu show está de más. 

Él castaño repitió aquellas palabras mentalmente, sin comprender del todo la apatía de la chica ante su interés. Su mejor opción fue mostrarse gracioso y elevar los brazos con inocencia al tiempo que reía levemente. 

—Lo siento. Considere que un buen novio haría eso.

Leah mantuvo su actitud — Exacto, un buen novio, cosa que tú no eres.—le sonrió fingidamente y siguió su camino. 

Connor bufó mientras veía el camino ocupado por su novia. Le resultó curioso el cambio de actitud de Leah de un momento a otro. Además, si tan mal novio era, le podía terminar y ya, tampoco es que ella fuera la mejor. 

Sus intereses anteriores se vieron cambiados por el arrebato de sentimientos de la chica. Pasó de fingir e intentar solucionar algo, a darse cuenta de que estar juntos era demasiado para ambos. 

—Me parece que nunca seré el soporte que se necesita para una relación —se dijo a sí mismo el chico y cambió su dirección. 

Ya había hecho demasiado por Leah, era tiempo de hacer algo por él. Empezaría a cuestionarse un poco más de la vida, su propia vida. Aunque nunca se podría negar estar dispuesto a ser el apoyo de Leah, de cualquier forma.


Un pequeño vistazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora