Christmas

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Después de un show antes de la Navidad, los chicos no me necesitarán hasta dentro de algunos meses, todos tomaremos vacaciones. Yo incluida, al igual que en la escuela, excepto de la cafetería, solo tomaré algunos días para reponerme.

Francine viajará a Arizona para visitar a su abuela. Hanna me invita a pasar la Navidad con ella y Christopher, pero me niego. Para Noche Buena pienso comer algunos fideos a solas e irme temprano a la cama.

Por la mañana del 23 de Diciembre llego a casa con un par de bolsas con comida, incluidos los fideos, las luces navideñas de los vecinos resplandecen por mi ventana, como si todos esos colores y focos pequeños limpiaran mi corazón. Entonces tengo una idea instantánea y descabellada, llena de positivismo. Dejo las compras sobre la mesa del café y empaco una pequeña mochila con ropa y pocas cosas personales, tomo un poco de efectivo ahorrado y salgo.

Tomo un bus directo a San Francisco, durante el trayecto mis manos sudan, las múltiples conversaciones a mi al rededor llenan el ambiente del bus, casi todos hablan sobre lo felices que están de ver a sus familias o que cenarán esta noche.

Eso me parece un buen presagio y me da fe.

Intento recordar algo alegre sobre mi familia; mi madre hacía un pollo horneado estupendo, lo hacía cuando estaba de muy buen humor, y mi abuela solía sonreírme algunas mañanas, también alguna vez tuvimos conversaciones agradables de cuando era joven, era realmente bella y sus padres la cuidaban para que algún hombre no se la robara.

Mi padre era un hombre despreocupado que le llevaba varios años a mamá, no lo veía con frecuencia porque mi abuela no aceptaba que viviera en su casa, él pregunta por mi y cuando asomó mi cara tras la puerta, hace una media sonrisa, me alegra verme pero no está dichoso con mi apariencia. Mi abuela no lo aceptaba a él ni a mi, por que decía que por mi culpa mis padres se habían visto obligados a estar juntos y que eso era un grave error y no debía pasar; algunas veces pensé que tenía miedo que volvieran a lastimar a mi mamá como su anterior esposo, pero deseché esa idea cuando empezó a llamarme maldita. Despierto sobresaltada de la siesta cuando anuncian la llegada a San Francisco, vaya, hace mucho tiempo que no pienso en mi padre, he dormido 6 horas de las 10 de trayecto.

Camino con mi mochila en el hombro, volver a mi ciudad natal se vuelve un sentimiento agridulce, observo las calles por las que solía caminar, llorar, e inclusive leer. En los árboles que solía mirar para olvidar mis vivencias, en el cielo que solía mirar fingiendo que estaba en un avión. Conforme me acerco a la calle donde solía vivir, algunas memorias se vienen a mi mente.

•••

—¿Viste lo que hizo ___? —pregunta mi media hermana irritada.
—¿Ahora qué? —gruñe mi madre.
—Gasto todo el paquete de servilletas para hacer un horrible vestido de basura a una muñeca.
—¿Todo el maldito paquete?

Oigo pasos hacia mi habitación y me hago pequeña, intento ocultar las servilletas a toda velocidad, pero es tarde. Mi cara hierve, arde y enrojece, me ha dado una bofetada.

•••

Siempre me pregunté si mi padre se molestó al enterarse que me había ido de casa, cuál sería su reacción. Cuando me fui sabía que no podía buscarlo a él, por qué ni si quiera sabía dónde encontrarlo.

Llego a la esquina de nuestra calle, mi corazón late en mi garganta y aprieto mis manos con fuerza dentro de los bolsillos de mi sudadera. Conforme avanzo puedo distinguir a lo lejos a una mujer sentada en el jardín, cuando muestra su perfil, reconozco a mi abuela, y un olor familiar desborda toda la calle, y llena mis fosas nasales; el pollo horneado de mi madre, sonrío un poco, quizá... quizá...

•••

—¡No te lo comas todo! ¡Joder! —exclama mi madre cuando ve mi plato—. ¡Que asco Dios mío!

Me exalto cuando escucho su voz tras de mi.

—No es todo para ti, ni tu padre ni tu abuela han comido —dice mi madre furiosa—. ¿Acaso tengo que comprar todo diez veces para que alcance?
—Perdón mamá, puedo ayudarte a preparar más...
—Me ayudas más callándote y cerrando bien la boca.

•••

Y cuando estoy por dar otro paso más, me asusto, incluso tiemblo y mis ojos se humedecen, respiro intensamente. No puedo moverme de dónde estoy.

•••

—¡Todo eso no existe!, déjate de estas estupideces de una vez por todas —arranca los póster de Queen de mi pared—. ¡Mira tu realidad! ¡Deja de soñar con eso!
—¡No! —gritó llorando—. ¡Déjalo! ¡Por favor!

Mi madre está sentada sobre mi cama, admirando el espectáculo sin decir una sola palabra, solo se queda ahí mirándome llorar.

—¡Cállate! ¡Cállate! Estoy harta de ti —me jala por el cabello—. Maldita gorda —me zangolotea por los hombros—. Estoy harta de ver esta mierda cada jodido día de mi vida.

•••

La puerta se abre ligeramente y mi abuela voltea hacia esta, y asiente con la cabeza. La puerta vuelve a cerrarse y ella se levanta de la silla de madera; cuando se gira, su mirada se encuentra conmigo y pareciera que nuestros ojos se reconocen, estamos lo suficientemente lejos para que pueda distinguirme con claridad pero se que de alguna manera lo hace por que se queda quieta, sin embargo ninguna cedé a moverse hasta que retrocedo, así que ella avanza hasta entrar a la casa. Miro mis manos, ¿por qué de repente se me ocurrió que esta era una buena idea?, ¿desperdiciar bastantes de mis ahorros para volver a donde probablemente no soy bienvenida?.
Camino por la acera hasta pararme frente a la casa, la cual sigue exactamente igual a cuando me fui; blanca de puertas y ventanas rojas, me quede de pie tantas veces en ese mismo lugar cuando volvía de la escuela, preguntándome si huir o entrar, y terminaba por escoger la segunda opción. Pero esta vez, no entro, no puedo, con mis pensamientos me despido de mi madre, de mi abuela, de mi padre si es que está ahí e incluso de mi media hermana, quien nunca se dio cuenta que yo solo era una niña que la admiraba y deseaba ser tan hermosa y querida como ella.

De vuelta a la estación de autobús, y una vez tomado mi asiento con destino a LA, me doy el lujo de llorar, lloro por tanto dolor, por el odio y el rencor, lloro por odiarme a mi misma, solo lloro.

Vuelvo a una ciudad prácticamente vacía, ni si quiera hay taxis en las calles, obviamente parece que todos tienen a algún lugar a dónde ir, pero también existimos almas solitarias que preferimos caminar a casa en silencio.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2021 ⏰

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