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Amalia

Yago estaba apoyando los antebrazos contra la ventana, justo al lado de mi cama.

Parecía un verdadero psicópata observándome desde la oscuridad. Pero quería que me vea de esa forma siempre.

La luna estaba bajando lentamente y su luz se reflejaba solo en él.

Se me dificultó adaptarme a la vista pero lo logré con esfuerzo.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté, confundida.

— Quería verte — levanto los brazos en forma de inocencia —, no es mi culpa que sea tan cariñoso.

Se acercó un poco más a la ventana y limpió las lagañas de mis ojos mientras me miraba.

— Verme a las — giré para ver el reloj de mi pared — ¡Seis se la mañana! Estas loco, Broken.

Rio en silencio, sus ojos café hace contacto con los míos, ojalá estar así siempre.  

— Muy, y así de loco haría de todo para verte tan solo diez segundos.

Lo miré con tristeza, por todo lo que vamos a sufrir al estar alejados quien sabe cuánto.

— ¿Quieres ir a caminar? Faltan dos horas para entrar al colegio, también tengo que contarte algo — de verdad no quería hacerlo pero era mi única forma.

— ¿Qué tan grave? - bromeó.

Me senté en mis talones y me apoyé en la ventana.

— Te amo, Broken — Pronuncie.

Él tomo la delantera y chocó sus labios contra los míos, generando un beso. No fue uno simple, este estaba cargado de sentimientos, lleno de amor y nostalgia. Nuestras bocas se abrían y su lengua examinaba el entorno de la mía. Nuestros labios se movían en sincronía, parecían que estaban bailando, como dos gotas de agua que caen sobre un vidrio. Amaba tanto besarlo y que él me lo debiera el doble.

— Yo te amo mucho más — dijo con una sonrisa completa.

Minutos después ya estaba vestida, con un vestido floreado y por debajo un short negro a juego.

La noche empezaba a amanecer y el sol ya estaba visible en el cielo.

Salí de mi casa, cerrando con llave la puerta al cerrarla.

— Por fin, casi me jubilo esperándote — se inclino hacia mi junto con dos pasos —, encima la oscuridad me asusta.

Carcajeé y lo abracé fuerte, mis manos estaban entrelazados entre su cuello y nuestros labios chocándose con un beso corto y ligero.

— Cuando gústes — bromeó, agachando la cabeza y haciendo una reverencia.

Él era muy de hacer bromas. Cada que estaba triste o simplemente viviendo el me atacaba con sus cosquillas y bromas de mal gusto.

Tome de su mano y una leve sensación de felicidad recorrió mi cuerpo entero. Me sentía segura si él estaba conmigo, sentía todo su cariño. Y de aquí, el mini viaje comenzó.

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La caminata hacía el lago fue tranquila, rodeada de un silencio muy cómodo. Las calles de tierra por la que estábamos nos guiaban hacia el lugar, y luego de unos cinco minutos habíamos llegamos.

Un increíble paisaje nos esperaba, donde la oscuridad se había extinto y la luz del sol había renacido . Un lugar donde la magia estaba en el reflejo del sol contra el lago.

Nos sentamos delante a este que contenía peses de distintos colores, con el sol de frente y un hermoso cielo anaranjado despejado.

Tome su mano y lo miré.

Se lo tenía que decir. Tarde o temprano lo sabría.

Sin más vueltas, me digné y comencé hablar, tenía mucho para decir.

— Me iré del país, muy probable en esta semana — no quería hablar más, no quería irme, no quería llorar. No se lo que me pasaba, tenía un nudo en la garganta que no me dejaba seguir. Tengo tantas cosas para hablar que me enredo en todas.

Él solo ascendió, como si todos los días pasara que tu novia de hace siete meses se fuera al otro lado del mundo. Sola.

No se notaban expresiones en su cara, solo frunció apenas el ceño y miraba fijamente al lago.

— ¿Te casarás? — su pregunta me tomó desprevenida, se me agrandaron los ojos. ¿Cómo sabía que me iba a casar? Supongo que era mas que obvio, ¿porqué me iría entonces? Se preguntaría.

— Sí — asentí sin decir nada más.

— Se que no quieres hacerlo, se nota — sus ojos se cristalizaron —. Cuando vuelvas quiero que me busques, sin importar cuanto tiempo haya pasado. ¿Sabes cuanto tiempo te vas?

— No — no me lo habían dicho aún. No quería hablar más.

— Quiero una vida contigo, necesito que estes en mi vida... hasta que la muerte nos separe.

Esto hizo que ambos lloráramos y nos desahoguemos el uno con el otro. No podía pensar una vida sin Yago. Y si, somos demasiado jóvenes para saber que nos prepara el futuro, pero estoy segura que quiero una vida a su lado hasta que mi corazón deje de latir.

— Hasta que la muerte nos separe — repetí, apoyando mi cabeza en su hombro y mirando el horizonte —. Te prometo que volveré.

Hice una promesa que no sabía si podía cumplirla.

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— ¡Ah llegado! — gritó mi madre, Jacinta.

— ¡¿Qué?! — mi padre se atragantó con los fideos recién hechos.

— La carta... Ah llegado la carta — le comuniqué sin expresión alguna.

Mi madre llegó corriendo junto con una canasta repleta de arándanos. La dejo en la mesa y con miedo comenzó abrir la carta.

— ¡Hazlo rápido, mujer! — Exclamó el barbudo.

Que feo se siente cuando tu familia no te quiere, cuando eres la oveja negra de la familia, cuando aún siendo hija única no te tratan como lo mereces.

Soy una mujer, la heroína de mi propia historia, no necesito dinero para ser feliz, mucho menos a un hombre. Pero al parecer ellos sí.

Mi madre limpió su garganta y comenzó hablar:

— Querida familia Gómez: El señor Philip les escribe. En esta semana, Amalia estaría viniendo al palacio. Que empaque todo para...

— ¿¡Todo!? — Exclamé, sin dejar que termine la lectura.

— Todo para que se sienta cómoda — prosiguió mi madre sin darme respuesta —. El alojamiento consistirá durante el plazo de cuatro años. Atentamente, Philip.

— Esto es una mierda — logré decir antes de salir corriendo por la puerta y haber tirado a propósito la canasta junto los arándanos.

No sabía que hacer. No sabía.

Las lágrimas caían por mis mejillas mientras corría. No sabia hacia donde, solo lo hacia, pensando que más allá del bosque se encuentra la felicidad.

No lloraba por tristeza. Si no mas bien por enojo y decepción. ¿Cómo carajos era posible esto?

Cuatro años donde seré infeliz, cuatro años donde extrañare a Yago, cuatro años en un lugar del mundo que no conocía, cuatro malditos años que lloraré todas las noches porque ellos se llevaron toda mi felicidad.

💰

M.S.

Hasta Que Tú Muerte Nos Separe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora