Capítulo 1

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[La pelea]

Vandyr Douglas.

El reloj está sonando hace quince minutos. Quiero ponerme de pie, pero no puedo, la cama sigue gritando por mí. Tocan la puerta con insistencia.

—¡He dicho que te levantes! —gritan al otro lado.

Doy un grito lo suficiente alto para que mamá vuelva a gritar. Esto no puede ser posible. Con pesadez abro los ojos, el reloj frente a mí sigue sonando, quiero tirarlo pero madre me mataría.

Estiró mi cuerpo lo suficiente, hasta que el sueño se va de mi sistema. Me pongo de pie, camino hasta la puerta, y la abro. Madre entra como loca.

—Vas cinco minutos tarde —sus manos apoyadas en las caderas.

—Buenos días a ti también, madre —beso su frente.

—¡Muévete! —empuja mi cuerpo.

Tomo la toalla, me encaminó al cuarto de baño, hago mis necesidades. En cuanto termino mis necesidades, miro mi reflejo en el espejo. Que horrible me veo en la mañana. Las bolsas bajo mis ojos cada vez adquieren un color más oscuro, y es que desvelarme hablando con Klart es preocupante.

Mi cabello azabache apunta a todas las direcciones. Tomo el móvil, y Doja cat me acompañará mientras me ducho. Pasados diez minutos la puerta suena. Ruedo los ojos.

—¡Vandyr, por tu bien espero que salgas en este instante! —nuevamente es madre.

En cuanto salgo del cuarto de baño, el reloj es lo primero que veo, puede que madre tenga razón, llevo treinta minutos de retraso. Tomo lo primero que encuentro, lo cual es unos pantalones boyfriend, un suéter en color negro, y un par de zapatos simples. Cuelgo mi mochila, bajo las escaleras, dónde madre se encuentra a mi espera.

—Vandyr —se queja.

—No vuelve a pasar —beso su frente.

El auto de Mika está frente a mis ojos. Subo sin mucha prisa. Ya tengo retraso, no creo que si me desespero me quiten la falla.

—Hola, estúpida —saluda.

—Hola, perra —sonrío.

Mika Bkell es mi mejor amigo, rubio teñido, ojos ambar, entre uno setenta y uno setenta y cinco. Nos conocemos desde primaría ya que el muy gilipollas me golpeaba frente a todos. Siempre fue el dolor de culo en la escuela, y secundaria, por lo que los maestros lo odiaban. Está a punto de cumplir veinte años. Gilipollas completo.

—A clase —pido.

—No —se desvía.

Giro hacía él. Esto no es posible.

—¿Qué haz dicho? —pregunto.

—He dicho que no —ríe a la carretera—. Iremos a una pelea clandestina al otro lado.

—¿Al otro lado? —cuestiono incrédulo—. Debe ser una jodida broma, Mika —escondo el rostro entre las manos.

—Será divertido —tranquiliza.

Infierno [Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora