Capítulo 2

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[La fiesta]

Vandyr Douglas.

Luego de una larga discusión con Mika, me encuentro en una discoteca, justo a mi lado se encuentra aquel hombre de melena blanca, frente nuestro hay muchos gorilas.

Odio esto.

—¿Cómo te llamas, crío? —pregunta uno de ellos.

Tiene el cabello rubio, su cuerpo va cubierto de tatuajes, no es muy musculoso. Seguro es el más normal de estos.

Evitó responder ya que los nervios me lo impiden. Traen más trago.

—Kolya, el chico no quiere hablar —una vez más el rubio.

—Ni te imaginas cuánto me importa —responde sarcástico.

Puede que sea jodidamente atractivo, sin embargo es un engreído gilipollas. Parece que no piensa en nadie más que en si mismo.

—Me llamo Vandyr —respondo por fin.

—Vandyr —entrecierra los ojos—. ¿Qué edad tienes? —frunzo el ceño— ¿Quince?

Abro y cierro la boca. Cómo pueden pensar que tengo quince años, ni siquiera luzco así.

—¿Qué?

—El crío tiene quince —habla colérico el hombre, Kolya—. Ahora deja las putas preguntas.

—Que aburrido te pones —el rubio rueda los ojos. Se dirige de nuevo a mí—. ¿Qué edad tienes?

No tengo más remedio que contestar.

—Tengo diecinueve años —el rubio eleva una de sus cejas, mientras Kolya se remueve en su asiento, acomodando su vaquero. La curiosidad está por ganarme—. ¿Cómo te llamas?

El rubio sonríe, tiene una bonita sonrisa, sin embargo-

—Borra esa puta sonrisa —ordena, Kolya.

El rubio sonríe aún más como si la palabra del hombre no importará.

—Me llamo Andrew, me dicen Andre —extiende su mano, con algo de inseguridad la tomo—. Tengo veintidós años, y soy el mejor amigo del hombre que tienes a tu lado.

—¿Vas a la universidad? —pregunto en un intento por liberar la tensión.

—Por supuesto. Estudio diseño gráfico —sonríe, saca su móvil—, también soy tatuador, peleador en clandestinas, y en algunas ocasiones guardaespaldas de multimillonarios.

—¿Multimillonarios? —cuestiono, algo confundido.

—El gilipollas que tienes a tu lado es u-

—Se acabo la charla —nos interrumpe Kolya—. Hora de irnos.

Trago con fuerza.

—¿Puedo irme a casa? —cuestiono.

El rubio, Andre niega con la cabeza.

—Por supuesto que no, crío —habla Kolya—, tu vienes conmigo.

Esto no puede ser verdad. No quiero ir con él, necesito ir a casa, estoy cansado de este lugar tan putrefacto, y este hombre tan gilipollas. No podré pasar cinco minutos más con él.

—No quiero —me armo de valor para protestar.

—Me importa una mierda lo que quieras, gilipollas —me toma por el brazo—. Mueve ese culo redondo, jodido maricón.

Infierno [Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora