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Me senté junto al árbol de Thalía. Mis brazos envueltos alrededor de mis piernas, en un pequeño, corto y extraño abrazo.

Por supuesto que era consciente de la falta de luz solar. Pero no me importaba mucho, no siempre y cuando regresara a mi cabaña antes de la cena o de lo contrario mis hermanos y hermanas probablemente aparecerían buscándome.

Pero necesitaba estar sola. Sólo un rato. Solo Thalia y yo. Solo nosotros... al menos en ese día era todo lo que necesitaba.

¿Que hicimos mal?

¿Que hicimos para merecer esto?

¿Existir fue nuestro error?

¿Fue nuestra culpa?

Siempre lo es a los ojos de nuestros padres divinos. Nos usan cuando nos necesitan luego se alejan como si nada hubiese ocurrido; ¿Tienen idea de cuantos hermanos he perdido? ¿Cuantos amigos? ¿Aliados? ¿Compañeros de batalla? ¿Conocidos? ¿Familia? 

―Nunca les importa. ―Alce la mirada y mis ojos se cruzaron con un par de orbes azules, mirando a la distancia, algún lugar fuera de la barrera del campamento. No dije nada, solo escuche como sus palabras salían disparadas como flechas una tras otra, dando justo en el blanco. Como siempre.― Son seres inmortales, no saben lo que es la muerte porque no la han experimentado de primera mano, para ellos estar vivo es algo temporal. Comparado al tiempo que han estado vivos... una vida no es nada.

Un trueno se escucho de fondo. Por un segundo temí que había hablado un poco de más. Cerré con fuerza los ojos.

Unos brazos fuertes me rodearon.

Aun hay luz solar. –Me recordé– mi padre me protegerá mientras la luz del sol aun me cubra en su manto. O al menos eso me gustaba pensar.

―Me aterra saber que sin importar cuanto me esconda, eres capaz de encontrarme.

―He huído a tu lado mas de una vez. ―Se encogió de hombros.― supongo que ya se como piensas.

―Lo dudo.

Señale un lugar en el suelo a mi lado.

―Deberías volver a tu cabaña antes de que oscurezca más.

―Si, pero...

―Nada de peros. ―Soy consciente de que no debo pesar demasiado, pero cuando Luke me ayudo a levantarme en verdad me sientí como un costal de papas.― ¿Como te sientes?

―No lo se. Aun no estoy muerta. Supongo que eso es bueno. ―Palmee incómodamente su hombro.― Hora de cenar.

Entonces después de un grito y un estruendo, un sátiro paso la barrera del campamento arrastrando consigo a un chico inconsciente. Reconocí al sátiro como Grover. 

𝐻𝑜𝓅𝑒𝓁𝑒𝓈𝓈𝓁𝓎 𝒟𝑒𝓋𝑜𝓉𝑒𝒹 - 𝐿𝑢𝑘𝑒 𝐶𝑎𝑠𝑡𝑒𝑙𝑙𝑎𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora