Capítulo 2

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     En un mismo día, las personas eran capaces de captar el contraste de tonos de un cálido amanecer y un helado anochecer

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     En un mismo día, las personas eran capaces de captar el contraste de tonos de un cálido amanecer y un helado anochecer. Sin importar cuánta diferencia hubiera entre los matices anaranjados y amarillentos con los azulados y violáceos, el calor de la mañana y el frío de la noche eran un hecho innegable.

     Así mismo eran las vivencias que, dentro de un solo día, podían ser parte de extremos completamente diferentes y opuestos.

     Siendo la primera acción del día el abrir los ojos, era imposible saber qué se podía esperar en el transcurso de las siguientes veinticuatro horas.

     Y ese extremismo de tonalidades fue lo que pudo evidenciar una fémina, que no hallaba similitud alguna con lo que le pasaba en ese preciso momento con el cálido beso que le dio su esposo en la mañana antes de salir a ejercer su profesión.

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— ¿Por cuánto tiempo te irás esta vez? —le preguntó la mujer a su esposo.

     Bakugo estaba terminando de ajustar las correas de sus botas de combate. Temprano por la mañana, ya estaba prácticamente listo para irse una vez más.

— Una semana. Pienso acabar con esta mierda rápido —dijo él con seriedad, teniendo la mente puesta en maquinar su estrategia para la nueva misión que aceptó en la central de su agencia.

     La fémina lo miró y apretó sus labios. El rubio cenizo recogió las mangas de su traje y las ajustó en sus bíceps para luego comenzar a colocarse sus guanteletes de granadas.

— ¿Cuántas misiones más vas a aceptar? Se supone que la guardia es la labor de rutina, no atosigarte de misiones tú solo —habló la mujer con un deje de preocupación.

     El héroe mostraba altos grados de estrés y su ego era demasiado grande como para aceptar el cansancio que presentaba tanto física como mentalmente. Aquella mujer tampoco se dedicaba a descansar propiamente. Luego de sus patrullajes, pasaba las noches a la espera de que, por fin, Bakugo regresase del trabajo extra que se echaba encima sin pensar en su propio bienestar. Del mismo modo, ella era consciente del orgullo hinchado de su esposo, que no lo dejaría ir hasta un hospital para que atendieran sus heridas luego de las misiones, así que ella esperaba con intriga y ansiedad que el rubio cenizo volviera lo menos herido posible.

     O que, al menos, regresara.

     El héroe tomó el cinturón donde llevaba sus granadas de mano y lo ajustó en su cadera. Sin observar a la fémina, le respondió.

— Tomaré todas las misiones que hagan falta para volverme el condenado número uno —decretó el de orbes carmesíes afilados, mostrándose completamente centrado en su objetivo.

     Ya no se podía discernir entre la determinación y la terquedad porque, para la mujer, no había duda de que el rubio cenizo estaba alcanzando sus límites, y él no podía estar más indiferente a eso.

𝐎𝐮𝐫 𝐏𝐚𝐬𝐭𝐬 𝐀𝐬𝐡𝐞𝐬 [𝗕𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼̄ 𝗞𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 -𝗩𝗶𝗹𝗹𝗮𝗶𝗻-]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora