Capítulo 11: A sangre fría.

6 2 1
                                    

Cada vez me siento más agotada de todo.

No sé si está bien lo que hago a diario.
No sé si se sienten bien las personas a mi alrededor conmigo.
No sé nada de nadie.

Necesito ayuda.

Necesito su ayuda.

Necesito la ayuda de la persona que me salvó cuando di fondo en Junio de este mismo año.

Cuando lo necesité, ahí estaba. Ahí, conmigo. Ayudándome a salir del vacío que sentía.

Pero, ahora que busco gritando por su ayuda. Ahora que lo necesito más que nunca para no caer en el vacío de la otra vez, no está.

La persona que más me ayudó.

Una de las únicas personas que tomó una parte del tiempo de su vida para ayudarme.

Una de las dos.

La que más quería.

La que más fue de ayuda en mis peores momentos.

Ya no está.

Simplemente, ya no está.

Ya no está la persona que más necesité, que me ayudó y que ahora también necesito.

¿Por qué?

¿Por qué soy tan dependiente emocional?

Necesito a alguien que verdaderamente quiera ayudarme a bien.

Alguien que tome su tiempo para ayudarme de este vacío que siento.

No hay nadie.

Nadie que se pueda comparar a él.

Le quería tanto.

Le amaba tanto.

Le amaba tanto que no me di cuenta de lo mal que le hacía a él.

Él, que me ayudó a mí a no caer al fondo, no pude salvarlo.

No pude salvarlo del vacío que yo misma hice que entrara.

Soy culpable de haberle transferido el dolor y sufrimiento que yo tuve en ese momento.

Nunca.

Nunca me perdonaré haber hecho que a la persona que más quería terminó sufriendo, incluso más que yo, y no pude salvarlo.

Ese era mi único propósito.

Pero no pude salvarlo.

Y nunca me perdonaré eso.

Tengo tanto sufrimiento.

Soy sufrimiento para las personas que amo.

Sí.

Yo.

Dolor innatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora