capítulo doce.

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Omega, Omega, Omega, ve con el Omega, Omega, Omega"

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Omega, Omega, Omega, ve con el Omega, Omega, Omega".

— ¿Puedes callarte?

Chan estaba por arrancarse el cabello de lo molesto que estaba por soportar a su lobo, que se notaba que estaba muy estúpido.

"Ve con el Omega".

— No, tengo que estudiar— volvió la vista a sus apuntes, los que estaban junto a los libros, y junto a sus mapas conceptuales, y junto a los dibujos que había hecho de anatomía y junto con la hoja donde llevaba escrito el apunte del resumen del mapa conceptual—. Ah... Quiero morir.

"Omega".

— Y también tengo que aguantarte— suspiró de forma pesada, volviendo la vista hacia su hoja, hablando en voz alta mientras escribía para callar un poco a su lobo, estaba ignorándolo con todas sus fuerzas—... tránsito iónico es a favor de su gradiente electroquímico... equilibrar el número de Omega- ¿Omega?

"Omega, Omega, Omega".

— Maldito perro idiota— cubrió sus ojos y tuvo ganas de llorar de haber nacido con un lobo con tanto déficit de atención— . Como jodes con tu Omega.

"Nuestro Omega".

— Eres un iluso, no tenemos Omega, eres un Beta— dijo con una risa—. Y solías ser callado, ¿Qué mierda tienes ahora? ¿Pulgas?

Escuchó a su lobo gruñirle, y luego volvió a repetir que quería al Omega.

— Bien, vamos con el Omega— masculló, sabiendo que su lobo no lo iba a dejar tranquilo.

Fue hacia el cuarto de Felix, el rubio estaba hecho una bolita en la cama, desde lejos lo notó temblar, se acercó con suavidad y vio su rostro, su ceño fruncido, sus mejillas muy rojas y con caminos de lágrimas, su respiración era acelerada y se veía su dolor.

— ¿Felix? — murmuró suavemente, no sabía si estaba dormido y tenía una pesadilla o si estaba despierto y sufriendo.

— C-Chan— murmuró, entreabrió sus ojos con dolor— ¿Estás?

— Claro que estoy, estoy aquí— habló bajo y con delicadeza, se sentó a su lado, colocó una mano sobre su mejilla—. Felix, te dije que me avisaras si te sentías mal.

— N-No quería molestarte.

— Felix, este es mí trabajo, por favor— Chan habló con algo de burla—. Vamos, dime, ¿Qué tienes? Háblame.

— A-Arde... Mucho, duele, quema... — lloriqueo, unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

— Ya, ya, pequeño, tranquilo— buscó con la mirada hasta dar con el frasco de ungüento sobre la mesa de luz—. Va a pasar, ya va a pasar, anda, siéntate un momento, ¿Si, Felix? ¿Por favor?

Chan se apartó para tomar el frasco, Felix se enderezó con algo de dolor, todo su cuerpo se sentía tensionado, y su marca nunca había dolido tanto como en ese momento, dentro de él, pedía que algo lo salvara de aquello.

El Beta tuvo que meterse dentro del nido, y prácticamente sentado sobre Felix, rompió un poco el cuello de la remera del rubio, para que la marca quedara a la vista y la tela no corriera el ungüento.

Su ceño se frunció un poco al notar que la marca ya estaba negra, y apenas era el segundo día.

Sin pensarlo demasiado, colocó el ungüento de forma generosa, vio el ceño de Felix relajarse cuando el frío de este alivió su dolor, y pudo respirar mejor.

Al terminar, Chan limpió el resto de ungüento con unas servilletas de papel, e iba a apartarse cuando Felix tomó su cintura y lo abrazó, escondiendo el rostro en su pecho.

— ¿Felix?

— Lo siento.

— ¿Qué lo sientes por qué?

— Por molestarlo.

— Felix, estoy para cuidarte, esto no es una molestia-

— Digo de lo de antes— dijo el rubio—. Lamento si le molestó lo del sueño o le que sea, no lo volveré a hablar, pero ¿Podría seguir siendo igual de bueno que antes?

— Felix, no me ha molestado tu sueño... No es necesario pedir disculpas por nada.

— ¿Me responde?

Chan suspiró, dejó caricias en el cabello del Omega.

— No creo que haya nada que perdonar, pero necesitas escucharlo, así que te perdono, Felix, en serio, está bien— Felix asintió, aún sin dejar su escondite—. No debes pensar demasiado, te pone mal y empeoras mucho más rápido, estás sensible, pequeño, debes cuidarte... ¿Necesitas un abrazo? — Felix asintió—. Bien, pequeño— Chan se pegó a él, apoyo una mejilla sobre su cabeza, rodeó uno de sus hombros y el otro lo dejó a la altura de sus bíceps para no tocar la marca—. Felix, lamento haberme marchado así y hacerte pensar que estaba molesto o algo, es solo que... Si me puse nervioso y algo incómodo de ese tema, de los sueños y pues toda esa conversación que vino después, no fue de mí agrado, he de admitir, pero eso no es excusa para que no hables de lo que quieras, qué más da.

— Si se va de esa forma de nuevo, no volveré a hablar de nada que pueda molestarlo — murmuró Felix.

— No me iré así que puedes hablar de lo que quieras.

— Me gusta mucho tu olor, Chan— murmuró el rubio.

— Tu olor es muy lindo también, Felix— respondió el pelinegro—. Y pues con lo de los sueños, ya sabes que tengo unos parecidos, por no decir los mismos.

— ¿Quieres... Comprobarlo?

— ¿Mhm? — murmuró Chan, confundido.

— Chan, durmamos juntos de nuevo y al despertar, hablemos de qué soñamos.

Chan no sabía qué decir al respecto, no tenía nada para objetar.

Chan no sabía qué decir al respecto, no tenía nada para objetar

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