capítulo dieciséis.

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—Chan — el pelinegro murmuró un sonido afirmativo

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—Chan — el pelinegro murmuró un sonido afirmativo.

Volvían a estar abrazados dentro de su nido, Chan se dejaba tranquilizar con el olor del Omega, quién había empezado a liberar feromonas al sentir al Beta asustado, de forma inconsciente, y claro que había funcionado para calmarlo, mejor que nada.

Chan estaba temblando de cuando el rubio se había desmayado en sus brazos, y le parecía raro, porque no era la primera vez que veía o atendía a alguien con un desmayo, pero nunca había sentido tanto miedo como en ese momento.

— ¿Puedo bañarme?

— Claro— el enfermero asintió—. Pero debo acompañarte, podrías desmayarte de nuevo y eso sería feo.

A Felix le pareció tierno el tono de voz que había usado el Beta, asintió sin más y se irguió para separarse del mayor, quién se colocó a su lado, un brazo rodeó su cintura y el otro tomó su brazo, yendo hasta el baño a paso lento.

A Felix le parecía exagerado, pero él en verdad no sabía qué tan malo o delicado era su estado.

Por su lado, Chan, quería cuidarlo tanto al punto de que ni siquiera se golpeara el dedo pequeño del pie contra el marco de la puerta.

Felix estaba muy rojo cuando Chan quitó su remera, y lo detuvo en cuanto el enfermero metió los pulgares debajo de sus calzoncillos.

Felix se mordió el labio con nervios, y Chan rió un poco, se apartó para tomar las mejillas del rubio.

— Ow, Felixie, pequeño, no te pongas así, es parte de lo trabajo— se encogió de hombros—. No lo hago con segundas intenciones y no me da nada porque estés desnudo, así que no hay por qué tener vergüenza.

Felix frunció el ceño, y negó ligeramente.

— Oh, mira lo que hacen tus labios cuando aprieto tus mejillas — Chan rió como un niño por su descubrimiento, mientras apretaba varias veces los mofletes del Omega, haciendo que sus esponjosos belfos hicieran un pequeño beso y la forma de una diminuta "o"—. Ah, es bonito.

— Chan~~ — Felix se quejó.

El Beta rió de nuevo y soltó las mejillas del Omega, encontrándose con su sonrisa.

— Aunque te desvistas sólo tengo que quedarme, Felix— dijo.

— No estoy tan mal— Felix rodó los ojos.

Chan sonrió, estaba incómodo por dentro, no pensaba decirle, sabía disimular muy bien cuando debía mentir.

— No— dijo, totalmente normal—, no lo estás.

Felix le sacó la lengua en un gesto infantil que hizo a Chan sonreír con ternura.

Al final el Omega si se desvistió sólo, se metió en la tina sólo y reguló el agua sólo, todo eso, haciendo que Chan cerrara sus ojos.

our last days › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora