Capítulo 22

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Ese nombre estuvo resonando como eco dentro de mi cabeza, muchos recuerdos vinieron a mi mente y sentí como si me desvaneciera en el aire. Demasiadas emociones se juntaron, pero todas terminaron convirtiéndose en cierto coraje en contra de ella.

—¡Tú! —me levanté y la señalé furiosa aún con mi otra mano en mi cuello.— ¡Tú me hiciste esto!

—Lo sé, todo tiene una explicación —ella sonaba tranquila y pensó que con eso podría calmarme, pero estaba muy equivocada.

—No tienes idea de lo que sufrí a causa de ti, ¿sabes? —la tomé de los hombros obligándola a verme, estaba a punto de desahogarme con ella.— Estuve en diversos tratamientos para curar esta herida tanto física como psicológica y... ¡Qué curioso!, ahora viene la chica que me acosaba en la primaria a pedir quedarse en mi casa haciéndose pasar por supermodelo.

Ella ni siquiera se inmutó con mis acciones o mis palabras, seguía con la misma tranquilidad, lo que provocaba que yo me enojara más.

—¿Podrás escucharme ahora? —la dejé y me senté a su lado aún suspirando de coraje.— No me hice pasar por supermodelo, eso es totalmente verdad. Estoy aquí para disculparme y contarte la verdad detrás de todo.

—Qué predecible— rodé los ojos esperando que continuara hablando.

No quería escucharla, solo quería que se largara lo más pronto posible, no podría seguirla viendo después de habérmelo ocultado todo este tiempo, pero una parte de mí quería escuchar qué tan creíble era su versión.

—Si quieres culpar a alguien debe ser a Egbert, él siempre estuvo detrás de todos los problemas, el resto fue mi necesidad de atención.

—¿Tu fiel asistente de travesuras? No me sorprende —me crucé de brazos esperando que argumentara su comentario.

—Todo comenzó en el primer día de clases, mi objetivo era hacer amigos y cuando te vi me pareciste la persona correcta para conversar, aunque para Egbert, tú eras una víctima perfecta para molestar.

—Entonces, ¿por qué hiciste que tropezara? —aún recordaba todas las cosas que me hizo, especialmente el día que empezó a fastidiarme.

—Egbert me convenció de hacerlo como una manera de llamar tu atención para luego irme a disculpar y tener un tema de conversación. Me sentí mal al verte en el suelo derramando lágrimas, créeme intenté ayudarte, pero él me detuvo; escuchar las risas y sentir las miradas aprobatorias de todos me hizo sentir encomiada. Me dejé llevar por la atención de los demás y continué escuchando las ideas de Egbert.

Ella tenía la mirada perdida, como si estuviera recreando todos los momentos en su mente, se estaba distrayendo, pero quería mantener las cosas en orden. Al igual que ella, también estaba recreando mentalmente todas sus travesuras de manera inconsciente, desearía no tener esas imágenes en la cabeza; solo me traen malos recuerdos y me hacen sentir peor.

—¿Tuviste que pisarme, esconderme mis cosas, arruinar mi pelo y mi reputación por tu necesidad de ser siempre el centro de atención? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

—¡Soy consciente de ello y me arrepiento! —alzó la voz mostrando frustración.

Traté de no dejarme llevar por mis emociones impulsivas, suspiré y conservé la calma.

—¿Qué hay del día del proyecto de ciencias? —Solté buscando ir directo al grano.

—Tengo ese día sellado en mi memoria y me ha atormentado desde entonces... Imagino que a ti también.

—¿Por qué lo hiciste? —Necesitaba respuestas claras y ella no parecía cooperar mucho.

—Ya te dije la razón, pero quiero que sepas que nunca quise hacerte daño, ni siquiera tenía planeado encender esa vela. Sabía que había llegado muy lejos con todo lo que había hecho y no daba para más.

—No lo entiendo, ¿qué pasó entonces? —me confundía la contradicción de sus palabras. Ella jugaba con sus manos por lo nerviosa que estaba, tardó un poco en formular alguna frase.

—Le dije a Egbert que ya no seguiría su juego de travesuras, él claramente se molestó y me convenció de hacer una última travesura.

—Si el plan era tratar de asesinarme, obviamente sería la última —reclamé irritada.

—El plan original era solo asustarte, llamó a 2 de sus amigos para que te tomaran por tus extremidades y dejarte inmóvil. Había encendido la vela y la pasé cerca de tu piel, pero fue únicamente para que sintieras el calor, mientras que él solo se me quedaba mirando desde atrás con los brazos cruzados.

—¿Asustarme? Consiguieron hacer mucho más que eso —comencé a llorar recordando lo horrible que fue sentir la llama cerca de mí.

—No pudiste verlo, estabas entrado en pánico, comenzaste a llorar y cerraste muy fuerte los ojos. Sentí que ya había hecho suficiente, así que, alejé la vela, pero para Egbert no era suficiente, oíste que me llamó por mi nombre, al momento de darme la vuelta, no me dio tiempo de reaccionar y me empujó haciendo que la vela se apagara en tu cuello. Puedo jurar que jamás quise que acabara así.

—¿Entonces todo fue obra de él? —dije aún sollozando.

—No, Annie. También fue mi culpa por dejarme influir con sus malas intenciones. Asumí todas las consecuencias mientras que él solo huyó y nadie mencionó nada al respecto.

—¿Qué quieres decir con consecuencias? —hice énfasis en la última palabra.

—Ya lo sabes, me expulsaron, no pude concluir mis estudios en ninguna escuela, a causa de eso mis padres no quisieron verme ni en pintura, por eso pasaba la mayoría del tiempo en el río Neckar de Heidelberg.

—Entonces eso era verdad... lo siento mucho. ¿Dónde está Egbert ahora?

—Lo último que supe de él es que hace cuatro años entró a prisión —suspiró y miró al techo— Todos estos años siempre busqué atención, cuando se me dio la oportunidad de ser modelo, lo tomé sin pensarlo.

—Parece que tu sed de atención no acabó en la secundaria.

—Claro que no. La fama y la admiración se sentían muy bien, pero pronto me di cuenta de que no era lo que realmente quería. Todo este tiempo siempre quise la atención de una persona y la busqué de la manera incorrecta —me tomó de las manos y clavó su mirada en mí.— Siempre he buscado tu atención, Annie. Por favor, acepta mis más sinceras disculpas por todo el daño que te he hecho.

Lo reflexioné por un momento, ¿solo quería mi atención?
Quizás no sea un buen momento para contarle sobre mi compromiso con Andrew.

—Por supuesto que si, Gretchen —la abracé y ella lloró aún más en mi hombro.

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