Niall.La secundaría en la que Greg, mi hermano mayor, me había inscrito en cuanto llegamos a Doncaster era bastante grande, con tres pisos, una cancha de fútbol y una pista de atletismo también, al parecer gimnasia se hacia en el exterior. En la secundaria en la que iba en Müllingar, había un gimnasio en donde hacíamos esa clase. ¿Qué haríamos los días en que nevara o lloviera? ¿Nos mojaríamos hasta pescar un resfriado?
Intenté no pensar en eso, si lo hacía, gimnasia se me haría algo completamente pesado, aún más que de costumbre.
Habían muchas chicas observándome y algunas se acercaban y me decían cosas bastante incómodas mientras movían su cabello y lo acariciaban, o hasta se lo enrollaban en torno a sus dedos, en muestra de coquetería. Yo les sonreía simplemente, a algunas les guiñaba el ojo, aunque sin dejar de sonreír en ningún momento. Casi siempre llamaba la atención entre los demás chicos y obtenía bastante atención femenina... y masculina también, cosa que sinceramente me agradaba.
Me acerqué hasta un par de chicas que se susurraban y sonrojaban mientras me miraban. Me pareció algo ridículo, pero no era momento de decirles que parecían unas necesitadas haciendo eso, ¿es que ninguna chica de estas tenía novio o todas son unas fáciles?
—Hola, ¿saben en dónde se encuentra la oficina del director? —pregunté, quitando toda la timidez que pudo haber invadido mi voz, realmente no quería verme como un manojo de nervios.
Las dos chicas soltaron pequeñas risitas unísonas en tanto yo terminé de hablar y se sonrojaron aún más, cosa que sinceramente no hacía que se vieran más sexys. Al contrario, parecían unos feos tomates inflamados.
—En el tercer piso —contestó una de ellas con voz de coquetería y "sensual" mientras que la otra sólo se dedicaba a removerse en su sitio y mirarme.
Agradecí con un movimiento leve de cabeza y me encaminé hacia las escaleras, subiéndolas deprisa y con cuidado, al ser mi primer día lo que menos quería hacer era caerme y llamar aún más la atención, sería vergonzoso y probablemente todos me podrían apodos como «el chico que se cayó en la escalera el primer día de clase» y quedaría así hasta salir de la secundaría. Esa idea no se me hizo ni un poco atractiva, mucho menos emocionante.
Al llegar al segundo piso, me encontré con unos chicos disecando ranas, supuse que era la clase de biología en ese salón, aunque aún el timbre que -se supone- debería dar el comienzo a las clases, no había sonado. No presté mayor importancia a eso, era mejor olvidar a las ranas destripadas.
En el tercer piso lo primero que se ve al llegar es un cartel que dice en letras grandes y en negrita «Oficina del Director» y sí, también la puerta de la oficina del director era lo primero que se veía al llegar. Una prueba anti-tontos y nuevos, pensé al instante.
Caminé hacia la puerta que estaba pintada de marrón claro, destacaba entre las baldosas blancas y paredes... también blancas que cubrían la mayor parte de los tres pisos.
Toqué con los nudillos unas cuantas veces y me limpié las manos en los jeans, ya que se encontraban algo mojadas por el sudor.
A parecer, dar una buena primera impresión, soportar a chicas hormonales, intentar no caerse en las escaleras y ver ranas destripadas de camino, no era de ayuda en la primera visita al director.
Un sujeto delgado, usando vestimenta formal negra y una corbata gris se dio a conocer en cuanto la puerta se abrió. Tenía el cabello negro, y la piel aceitunada, pero ni siquiera una arruga en el rostro que me demostrara que efectivamente no era un jovencito. Medía al menos cinco centímetros más que yo, pero tenía una sonrisa amigable pintada en su rostro, no una actitud seria, lo que me hizo suspirar aliviado, casi inconscientemente.
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puzzle; nouis.
FanfictionNiall Horan es obligado a mudarse a Doncaster -aunque a él realmente el cambió no lo molestó-, buscando una vida más bonita y tranquila que su pasado cercano en Irlanda. Entra a una secundaria, que, como todas, tiene sus secretos. Una secundaria que...