Parte 1

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-Duele,¿cierto?-hablé.-

-¿Qué cosa?-preguntó mirándome de reojo.-

-Abrir el refrigerador y que no haya comida.-me encogí de hombros. Ella rió y me dio un leve empujón haciéndome reír a mi.-

-Eres un tonto.-cerró la puerta del refrigerador.- Acompáñame al súper.-me dijo mientras salía de la cocina. Salté de la mesada para tocar el suelo con los pies y luego la seguí. Sus palabras fueron más como una orden que un pedido. Reí por eso. Siempre nos tratábamos así cuando jugábamos y teníamos mucho tiempo sin hacer nada.-

-Tengo una pregunta.-dije un poco dudoso viendo cómo tomaba las llaves de la casa y su teléfono. Me miró divertida.-

-Dime,¿cuándo no las tienes?,¿eh?-enarcó una ceja. Reí con los dientes apretados.-

-Es que es imposible quedarme callado y con las dudas dentro.-mordió su labio inferior y luego depositó un corto beso en mi mejilla.-

-Ya,pregunta.-pidió antes de abrir la puerta y salir,conmigo detrás de ella.-

-Bien...-hice una pausa mientras comenzábamos a caminar,luego de que cerré la puerta cuando ella me alcanzó la llave.- ¿Has pensado en mi?-pregunté. Me miró y sonrió.-

-Demasiado.-contestó,entonces no pude evitar acercarme y besarla. Tal vez fue corto,pero yo le entregué todo con tan solo un beso. Y tomó mi mano. Usaré palabras de Mario Benedetti: "Ella me daba la mano y no hacía falta más nada. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla,más que acostarnos juntos,más que ninguna otra cosa,ella me daba la mano y eso era amor."

¿Alguien puede vivir con tanta belleza en una sola persona que está a su lado? Bueno,yo no sabría qué contestar. Ella era todas las cosas que creía conocer,y no le faltaba nada. Te daba todo con tan solo dos palabras,o con una acción,y lo mejor de todo,es que ella lo hacía sin pensarlo. Era tan natural,que hasta dolía.- Mi madre dijo que no hacía falta que vayamos,ella está ahí.-se detuvo a mirarme. Fue en ese entonces en que ella había estado hablando por teléfono,mientras yo pensaba. Le sonreí.-

-¿Quieres hacer otra cosa?-pregunté.-

-Podríamos ir a Königsallee.-habló con un brillo de emoción en sus ojos. Reí por su comentario. Enarqué un ceja mientras ella se mordí el labio sonriendo ampliamente.-

-Eso queda en Alemania,Europa.-contesté.-

-Bueno,entonces,vayamos a Amsterdam.-dijo con el mismo tono de voz. Sonreí tiernamente y besé sus mejillas.-

-Cariño,Amsterdam queda en los países bajos,por ejemplo Holanda,que también queda en Europa.-hizo puchero y no pude evitar besala.- Te prometo viajar juntos a Europa. Solo espera a que todo esté más tranquilo con ésto de la graduación entre otras cosas.-me sonrió mordiéndose el labio inferior. Ella no podía evitar hacer eso a veces,y la hacía ver tan tierna.-

-Sabes que siempre esperaré lo que sea de ti,lo que sea que debas entregar y hasta lo que sea que debas esperar.-contestó sonriendo.-

-No sigas haciendo eso,por favor.-pedí besando todo su rostro.-

-¿Hacer qué?-preguntó riendo y cerrando sus ojos mientras besaba su rostro.-

-Eso.-contesté.-

-¿Eso qué?-volvió a preguntar riendo.-

-Sonriendo.-pegué nuestras frentes viéndola reír más de cerca.-

-¿Por qué?-comenzó a parar de reír,pero no dejó de sonreír.-

-Porque me enamoro más.-contesté para volver a besarla con todo el amor que tenía en ese momento por ella. Ella se alejó un poco,cosa que me hizo sentir un tanto mal. La miré a los ojos como ella a mi.-

-Eres un Aidan muy especial,¿sabes?-murmuró. Sonreí sin mostrar mi dentadura.- Siempre tienes algo para decir o preguntar. A veces no te entiendo.-acarició mi nariz.-

-Yo tampoco.-contesté.-

-Eso es lo que más me gusta de ti.-examinó todo mi rostro con sus manos. Como si quisiera que la imagen de él pasara a través de sus manos hasta su mente.-Por eso y mucho más te amo.-me besó deteniendo sus manos en mi mejilla. Posé las mías en su cintura.-

-Tú eres mi Adia irreemplazable.-miré sus ojos cerrados frente a los míos. Los abrió lentamente.-

-Confío en ti.-susurró.-

-Hazlo,porque prometo que jamás dejaré de quererte.-aseguré. Besó mi nariz y nos reincorporamos para caminar en silencio. No era incómodo. Hasta lograba que nosotros sonreíamos sin razón alguna.

Esperen.

Yo si tengo una.

Ella.

Tal vez sin decirnos nada,nos decíamos todo. ¿Qué piensa cuando me vé?,y fue entonces cuando quise preguntárselo.- ¿En qué piensas cuando me ves?-pregunté en el momento en que comenzamos a caminar sobre el puente que quedaba arriba del lago "Nueva Escocia",cerca de nuestras casas.-

-En qué piensas tú al verme a mi.-contestó. Reí.-

-No es una respuesta clara.-acusé.-

-No es una pregunta fácil.-contestó. Nos quedamos en silencio por un momento.-

-Gracias.-hablé rompiendo el silencio. La miré y ella me miró con una media sonrisa. Colocamos nuestro peso en el mármol que estaba a los costados del puente,para ver a lo lejos el agua,los árboles,y los dos parques que habían a nuestros lados.-

-Sabes que cuando estés,o no estés,yo estaré.-se acercó para pasar un brazo por mi espalda. Besó mi mejilla,para luego acariciar mis cabellos. La miré de reojo y ella miraba por encima de mi cabeza,con la mirada perdida.

Algo andaba mal.

Lo sabía,porque la conocía como si yo fuera ella. Siempre me ponía en su lugar.

Me preocupé,era tarde para decir que no me preocupe.-

-¿Qué pasa?-pregunté enderezándome para mirarla de frente. Ella me miró y rápidamente me contestó con una sonrisa.-

-Nada,¿por qué?-acarició mi mejilla,a la cuál miraba,y no a mis ojos,los que deberían ser vistos en esos momentos.-

-Adia,te conozco perfectamente.-dije intentando que la preocupación no me trague. Hizo una especie de risa sin ganas,y miró mis ojos.-

-¿Por qué debería estar mal,si tengo lo que más quiero en el mundo frente a mi,y a mi lado todos los días?-preguntó. Le sonreí,pero no me convencían mucho sus palabras. Es decir,le creía,pero no creía en que lo que me estaba diciendo,era en lo que estaba pensando.

Solo se limitó a abrazarme,y eso me hizo sentir completo.

Aunque quería saber lo que en realidad ella estaba pensando.

A veces la oía llorar,por las noches.Me acercaba y la abrazaba por detrás. Esas noches en las que dormíamos juntos. Siempre quise preguntarle el por qué,pero sabía que no me respondería,porque eso la lastimaría más.

Recuerdo que dolía.

Mirarla dolía.

En ese rincón de la escuela,dónde una vez la encontré. Y desde entonces me prometí hacerla feliz. Y juro que dolía cada noche que lloraba estando cerca mío,porque yo pensaba que no la hacía feliz,y que nos estaba fallando. Nos estaba fallando en no cumplir mi promesa. Pero todo pasaba cuando me decía que me amaba y me agradecía por estar ahí. Tal vez no me decía qué era lo que le sucedía,pero trataba de calmarme cuando me mencionaba esas palabras.

¿Cómo no estár ahí para ella? Si ella es la primera que está ahí cuando yo la necesito. No quiero mal hablar,pero era como los perros;fieles a sus amos. Eso era algo que la caracterizaba perfectamente bien.

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