-¡Por todos los duendes de Gringotts, James! -el grito salió ahogado, casi sofocado por el puro terror-. ¡Padre nos van a matar! Nos va a resucitar para matarnos de nuevo. ¿Cómo se te ocurrió dejar un giratiempo al alcance de niños de tres años? ¿Ti...
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Miércoles, 2021
James comenzaba su día como cualquier otro durante las vacaciones: molestando a su hermana.
¿Que si tenía alguna excusa? Ninguna. Simplemente era costumbre, casi una tradición.
Esa mañana, Draconis había sido la desafortunada víctima de una de sus bromas matutinas, lo que resultó en una persecución por los pasillos de la mansión Malfoy mientras su hermana le lanzaba conjuros sin piedad. James se las arregló para esquivarlos con una mezcla de habilidad y pura suerte, riendo mientras su melliza juraba venganza a gritos.
Después de una espectacular retirada táctica, decidió que era momento de bajar al comedor para desayunar.
Justo en la gran escalera principal, se encontró con su abuelo, Lucius Malfoy, que caminaba con Lily a su lado. Como siempre, su abuelo mantenía ese porte digno y elegante que parecía haber nacido con él.
-Buenos días, abuelo -saludó James con una sonrisa despreocupada.
Lucius apenas le dirigió una mirada y asintió con la cabeza en un saludo sobrio antes de seguir su camino. No era extraño. Aunque su abuelo ya había aceptado la caótica mezcla de sangre Malfoy y Potter en su descendencia, aún mantenía su porte serio y tradicional.
-Buenos días, James -saludó Lily con una sonrisa dulce, antes de arquear una ceja con diversión-. ¿Algo planeado para hoy, además de molestar a Draconis?
James puso su mejor expresión inocente.
-No, creo que no. Ya hice mi buena obra del día.
-Sí, claro, James -su melliza apareció a su lado con una mirada de total incredulidad-. Nuestro padre se enterará de esto.
James sintió un escalofrío recorrer su espalda.
-P-pero Draconis solo fue una broma inocente -intentó defenderse.
Draconis sonrió con suficiencia antes de darle la estocada final.
-Si no quieres que le diga nada a padre... -hizo una pausa, disfrutando el momento-. Me ayudarás a cuidar a Scorp y Al hoy. No voy a dejar que te libres tan fácilmente, querido hermano.
James abrió la boca para protestar, pero un solo recuerdo de la última vez que su padre lo castigó le hizo cerrar la boca de inmediato. No, gracias. No quería volver a pasar por eso.
Lily, que había observado toda la escena con diversión, dejó escapar una risita.
-Vaya, James, parece que el karma ha llegado rápido esta vez.
Él suspiró resignado.
-Muy rápido, si me lo preguntas.
Con su destino sellado, los tres hermanos finalmente llegaron al comedor, donde ya los esperaban sus padres, abuelos y, por supuesto, las dos pequeñas criaturas que ahora estaban bajo su cuidado: Scorpius y Albus.