Los celos de Mikey [Takemichi x Manjiro]

C0deîna

Está historia está inspirada en la canción de "creo que" de khea

Línea temporal boten

Creo que me desmayo... otra vez.

Esta sensación es tan familiar, tan desgarradora y adictiva.

Como si cada día que pasa, me sumergiera más en una oscuridad que no puedo escapar. Y sin embargo, Takemichi sigue allí, flotando en el borde de mi conciencia, como esa pastillita en el vaso que me hace pensar que todo estará bien, aunque sé que no lo estará.

Cada vez que lo miro, veo su rostro lleno de esperanza, esa mirada que alguna vez me salvó. ¿Cuántas veces lo he necesitado, más de lo que debería? Me aferro a él, como a la codeína que calma el dolor, pero que también me hunde más profundo.

Es extraño.

Él es mi única salida, y a la vez, mi prisión.

Estoy atrapado en este ciclo de deseo, desesperación y confusión.

Él cree que puede arreglarme, como si fuera una tarea, pero lo que no entiende es que ya estoy roto.

Siento que esto no va a ningún lado... pero no puedo detenerme.

A veces pienso que debería alejarme de él, dejar que viva su vida sin mi sombra oscura sobre él. Pero, ¿cómo podría? Cuando el mundo se desmorona, él siempre ha sido mi constante. Me desmayo en su presencia, no físicamente, sino emocionalmente. Me desvanezco, me pierdo, me entrego. Es como si no pudiera mantenerme lúcido, como si mi mente estuviera intoxicada solo por estar cerca de él. Y aún así, lo necesito más que nunca.

Recuerdo las veces que caminábamos juntos, cuando todo parecía más simple, cuando todavía podía fingir que teníamos un futuro que no estaba manchado de sangre.

Takemichi solía decirme que había esperanza, que aún podíamos cambiar las cosas. Pero ahora... siento que todo está más lejos. Él no lo dice, pero lo sé. Me ve no como Mikey, sino como ese líder intocable, inalcanzable, que lo llevó a una vida que jamás debió tocar. Y yo... yo me ahogo en todo esto.

A veces, cuando estamos juntos, me pregunto si realmente me ve. Si sabe lo que soy o si está enamorado de una idea de mí. La codeína hace que todo se sienta distante, menos doloroso, pero en esos momentos de lucidez, cuando el efecto se desvanece, me doy cuenta de que estoy atrapado, igual que antes.

No por las drogas, sino por él.