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4am...

Las horas para mí ya no corrían, pues, el tiempo se había vuelto algo desconocido para mí. Podían haber pasado 5 años, o tal vez un día y yo no notaría la diferencia.

Mis ojos ardían, pero no quería cerrarlos, ni siquiera encontraba la motivación suficiente para dormir a pesar de sentirme demasiado cansada.

Me tapé hasta la cabeza al sentir otra oleada de viento helado entrar por la ventana hasta mi habitación. No tenía las fuerzas para levantarme y cerrarla.

Lo único en lo que podía pensar era en Susie y las palabras que aquella extraña me había dicho ayer. ''El cielo estará despejado mañana''...

Debía tratarse de una broma pesada, esperaba que se tratara de una broma pesada.

Ahora, la incógnita era ¿Cómo es que esa extraña sabía que mi hermana solía decir eso antes de morir cada vez que me sentía mal?

Nunca había sido una persona creyente, pero debía admitir que eran demasiadas coincidencias y, con el collar enredado entre mis dedos, no pude dejar de preguntarme si Susie realmente había intentado contactarse conmigo.

[...]

-¡Sam! ¡Samie, espera!

Me detuve en seco y voltee para mirar a Jennifer correr hacia mí.

El clima estaba un poco fresco pero estaba lo suficiente despejado para ver los rayos del sol reflejados en la ciudad.

Sonreí un poco al ver a mi nueva compañera de curso agitarse demasiado habiendo corrido tan poco. Ahí, frente a mí, se agachó dramáticamente con sus manos en sus rodillas intentando recuperar el aliento.

-¿Te molesta si voy contigo? No me gusta regresar sola a casa y por lo que he visto queda de paso a la tuya... E..es decir, no es que te haya estado observando en plan acosadora, es sólo que me dio un poco de curiosidad porque siempre te vienes por aquí y...

-No me molesta.-La interrumpí con la voz más dulce que pude conseguir.

La muchacha sonrió ilusionada y no tardó en enredar su brazo con el mío.

Casi olvidaba lo que era el contacto humano, pero no me desagradó en lo absoluto. Por alguna razón esa chica me inspiraba confianza, y pensé que tampoco estaría mal que volviera a retomar el contacto con la sociedad.

-Soy Kimberly, por cierto.-Mencionó cuando comenzamos a caminar.

-Lo sé. Te escuché en la clase de literatura el primer día. Me gustó mucho tu poesía. No olvidaría tu nombre después de eso.

-¿La muerte de un alma joven? Creí que nadie estaba escuchándome.

-Oh, claro que yo lo hice. Describiste a la perfección el estado anímico en el que me encontraba en el preciso instante en que mi familia se fue. Algo que creí que no podría describirse con palabras.

-Si... Siento mucho lo que les pasó.

Apreté los labios forzando una pequeña sonrisa y me encogí un poco de hombros, restándole importancia.

-¿Sabes? Cuando mi abuelo falleció me sentí verdaderamente triste durante un buen tiempo. Me tomó un buen tiempo superarlo, pero una vez que entendí que no valía la pena sufrir por la misma cosa una y otra vez, todo se hizo más llevadero.

-¿Cuánto tiempo te llevó?

-Eso no importa. Cada persona tiene sus tiempos. Tómate el necesario para dejar salir todo eso, pero no te estanques allí, Sam. Estoy casi segura que ellos no querrían que te sientas mal por ellos por siempre, y, en donde sea que estén, apuesto a que están felices porque la vida te dio otra oportunidad.

-La vida, ja. La vida no es más que una maldita que le encanta hacer sufrir a la gente.

Instantáneamente me voltee para escuchar a quien dijo eso. Un muchacho estaba parado, apoyando un pie en un tronco, bajo la sombra del mismo árbol, vestía de una forma demasiado inusual, pero el color blanco era lo que más destacaba en él.

-¿Samantha? ¿Qué pasa?-voltee para mirar a Kimberly, no me había dado cuenta que había dejado de caminar hasta que lo hice. Nuevamente un frío me recorrió de pies a cabeza, poniéndome la piel de gallina, y, por alguna razón voltee hacia el mismo árbol en el cual ya no había nadie.

-¿Estás bien? Te ves algo desorientada.

-Ah... Sí, sí. Sólo me distraje ¿De qué estábamos hablando?

Debía decir que Kimberly me cayó bastante bien. Era una persona muy amable y risueña, sin contar lo madura y bonita que era. Y hubiera podido disfrutar un poco más de su compañía de no ser que mi mente estaba en otra parte.

Nos despedimos en cuanto llegamos al frente de su casa y me hizo prometerle que mañana volveríamos juntas de nuevo. Casi obligándome a retomar mis clases.

Debo admitir que al llegar al frente de mi casa, no pude evitar mirar al cielo una vez más antes de entrar y comprobar que el cielo estaba despejado.

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Bueno, bueno. Un capítulo de relleno no le hace mal a nadie je, je.

Btw, el nombre de Kimberly lo hice en honor a mi bestie virtual @kiokudatte *

Mucho love para ti, te amo y gracias por alegrar mis días y estar conmigo incluso en mis malos momentos sin siquiera saberlo y alegrar mis días <3.

Por cierto, estoy saliendo poco a poco de mi bloqueo, así que poco a poco iré actualizando todas mis novelas.

Se les quiere <3

R.B.L (Say me Bel)

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2022 ⏰

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El día en que la Muerte se enamoró ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora