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desperté en esa camilla. La vieja y horrible camilla número 391. Siempre de el lado izquierdo de ese cuarto, junto con la amplia ventana que dejaba a plena vista todo el centro de la ciudad.
—Algún día la desesperación me va a ganar y voy a saltar de aquí, joder.— eran mis palabras cada una de las 17 veces que estuve en esa camilla.

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no recordaba nada de lo que había pasado antes de estar ahi, o que me había echo estar aquí, pero yo ya lo sabía.

—¿Es en serio Beymin?.— me pregunto mi madre entrando a ese cuarto. Yo solo resigné a quedarme callada mientras daba uno de los sermones de por que ella odiaba estar aquí. aunque fuera su culpa de todos modos.

Mi nombre es park Beymin. También conocida como "beybey" en el centro hospitalario de la ciudad de seúl, Busan para ser exactos. Eh estado aquí por muchas razones, intentos de suicidio, autolesiones, intoxicación por ansioliticos, y usualmente por sobredosis. Esta vez no recuerdo muy bien por qué estoy aquí.
—La vecina se quejó de ruidos extraños en la parte de arriba, lo reportó y la policía te encontró convulsionado en la habitación.—

— A que fue el señor Park, ese hombre me odia.— dije con una mueca de sarcasmo al poner mi cabeza en la almohada asquerosa que tenía manchas verdes. No me gustaría saber de donde vienen.

—¿!podrías actuar razonablemente por una vez en tu puta vida!?— Gritó mi madre con un tono molesto.  —Actúas como si esto fuera una simple Broma, !Estoy harta de tu actitud de que nada te importa!.
— ¿De verdad crees que me gusta estar aquí?, ¿que disfruto de ver como tantas personas sufren?— dije al no poder controlar lo que decía.
—!Todo es tu maldita culpa idiota!, Deberías aprender a ser una madre antes de venir a quejarte conmigo.—

—Esto fue suficiente.— dijo al pararse de la silla de acompañantes, que usualmente en mi estancia se mantenía vacía.
—Espero no saber nada de ti, Beymin.— dijo ella alejándose de mi cama, a dirección a la puerta.

Se había ido. Otra vez.

Mi madre y yo solíamos tener una buena relación, cuando yo era más joven solíamos pasar mucho tiempo juntas y, honestamente ella era mi ejemplo a seguir. Todo cambio cuando poco a poco sus pequeños secretos fueron haciéndose grandes, y eventualmente me di cuenta que se metía con hombres que no eran mi padre y vendía contenido sexual muy fuerte. Cuando me enteré de esto lo único que pude hacer fue llorar. Yo sabía que no podía cambiar nada de lo que mi madre había hecho o que haría algo en el futuro. Perdí toda la confianza que le tenia y poco a poco me fui alejando de ella.

—Prostituta de mierda.— dije al verla salir enojada de esa pequeña sala.

No podía pensar claro en ese momento, tantas cosas habían pasado en el periodo de dos horas como máximo. Probablemente en este momento me odies al creer que actúo como si mis problemas no fueran importantes, o que no estoy dañando a nadie por esto. Yo se que estoy dañando a personas por esto, pero a la única persona que quiero de verdad herir es a mi misma. ¿De verdad podría hacer que mi madre sufriera tanto por mi? o ¿que esto era un simple castigo por ser una madre de mierda?. Me consideraría a mi misma una puta psicopata, diciéndolo de mi creo que estoy exagerando. Esto no es un simple castigo hacia mi madre o las personas que me hicieron daño. estoy es un castigo para mi misma.

—No deberías llamar a tu madre asi.—

Una grave voz de la camilla de la camilla a mi lado, dijo con un todo muy tranquilo. Al verlo supe que estaba por lo mismo que yo. Tenía los ojos con bolsas de ojeras, y descaradamente la nariz con unas manchas de algún polvo blanco. El era de verdad atractivo si puedo ser directa. su piel pálida hacía que sus venas a lo largo de su cuerpo fueran más notorias. y para mi sorpresa, creo que descubrí el origen de las manchas color verde en mi almohada.

—A ti que te importa.— conteste sin ponerle la más mínima atención a lo que él decía.

—Joder, amanecimos de puta madre.— dijo por lo que yo saqué una risa honesta.

— Son las 2 de la mañana, si de verdad crees que estamos amaneciendo, mereces estar aquí.— le conteste con mi mencionada risa honesta.

— Lo que menos me interesa ahora es saber qué hora es, "beybey"— dijo haciendo comillas con las manos mientras se dirigía a la enfermera que estaba aportando nuestro medicamento.

— ¿Como sabes mi nombre?— pregunte extrañada a qué simplemente no me llamo por mi nombre, si no por mi "lindo apodo"

— ¿Crees que no me an contado de ti?, en la zona de rehabilitación eres una leyenda.— dijo después de tragar la porción de medicamento indicado.

— No te había visto por aquí, ¿Cual es tu nombre?— Pregunte.

—Me llamó Min Yoongi, pero puedes llamarme yoongi si gustas.— dijo

— esta bien yoongi.— le seguí el paso haciendo comillas por su nombre, nunca lo había escuchado.

— ¿Cuantas veces as estado aquí?— pregunte

—no es de tu incumbencia.— Dijo de manera seria. — como si te importara igualmente.—

—Pues no es como si me importara, pero me interesa.— dije sin esperar una respuesta por parte del peliverde

—nueve.— dijo de forma seca. sin decir nada más.

—¿Por qué no te había visto por aquí?— le pregunté. — Si me conoces debes haber estado aquí.—

—Estaba en la zona de niños. Ahora que cumplí 17 años me trasladaron para acá.— dijo mientras apaga la pequeña luz de su escritorio, dándome la señal amable de "vete al carajo déjame dormir", por lo que solo asentí a quedarme callada y hacer lo mismo que el.



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[Cherry Flavoured Cigarrettes] M.Y.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora